La adolescencia y más concretamente el despertar sexual ha sido el resorte de muchas películas. Un tema difícil de abordar sin caer en el folletín barato, en caso de querer conquistar una audiencia joven que se sienta identificada con las imágenes, o en el cliché desfasado, en caso de que detrás de la obra estén adultos en busca de recrear un universo juvenil que les es ajeno, cuanto menos lejano. Hay pocas aproximaciones al mundo adolescente, al ambiente de los institutos y a las inquietudes sexuales que resulten realistas a la par que complejas artísticamente. Uno de esos pocos ejercicios de equilibrado verismo es Fucking Åmål, una película sueca muy querida por este blog. Y el último título visto en las salas españolas que merece figurar en el grupo de sorpresas notables es la francesa The French Kissers. Få meg på, for faen tiene su génesis en una novela de éxito en Escandinavia, intuimos que destinada a un público adolescente. Credenciales que la película no tarda en reformular. La protagonista, Alma, nos introduce en la historia describiéndonos los lugares donde tendrá lugar el relato, de forma que la cámara cubre en un ejercicio de subjetivismo fílmico aquello que Alma ve y verá, y que en calidad de narradora observa desde el otro lado del encuadre. Acto seguido vemos a Alma masturbándose tumbada en el suelo de su cocina mientras oye la voz telefónica de un número de contactos sexuales, un plano cenital muy arriesgado que no deja de evidenciarnos no el poco tacto sino la valentía de lo que está por venir. Si bien la película se deshincha a medida que avanza, es interesante apreciar el juego de ensoñaciones calenturientas y acciones reales que se van solapando, creando una atmósfera entre fantasiosa y cruda que describe las dudas, tensiones, obsesiones e incertidumbres de la joven Alma. Vaya, que Få meg på, for faen no tiene miedo de llamar las cosas por su nombre (véase la escena que genera la calumnia y el conflicto que basa toda la trama: el momento en que Arthur, compañero de clase de Alma, restriega su pene erecto contra la falda de la chica). La película tiene derivaciones a la comedia surrealista muy efectivas, sobre todo en su tramo final, que en parte reconducen y concluyen por todo lo alto una línea argumental que se había desdibujado. La película adolece de otro tipo de mojigatería: no hay rastro de mala baba, mordacidad o rabia púber ni en el guión ni en las imágenes de Få meg på, for faen, algo que le resta entidad aun estando a tono con el paisaje frío que sirve de telón de fondo. No llega al nivel de Fucking Åmål, pero se hace querer. Un nuevo ejemplo de que el cine nórdico sigue varios pasos más adelante que el cine local en riesgo y experimentación cinematográfica.
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