Mi refugio, premio especial en el pasado Festival de San Sebastián, es una nueva muestra de la genial mente creadora de François Ozon. El cine de Ozon dista de ser puro, previsible, compacto; de igual manera, los personajes que retrata el realizador francés son de naturaleza extraña. Mi refugio, como todas las películas de Ozon, no es un drama, pero esa es la etiqueta que más se acerca a la trama y tono de la película. Ozon es esquivo: empieza la película con la imagen de un camello en las calles de París para, después, filmar el devenir de un heroinómano. Pero tampoco es ese el tema de Mi refugio: la protagonista es la novia del drogadicto que, después de la muerte de su pareja, debe armarse de valor para aceptar otra noticia que cambiará su vida: está embarazada del difunto. El refugio del nonato es el vientre, ese que crece y crece de forma inexorable, el fenómeno (sobre)natural que nos recuerda cada día lo cerca que está la vida del que va a nacer y la muerte del que ya no está. El refugio de la madre estará en una casa cerca de la playa y de la frontera con España, un pequeño oasis en el que nadie puede ni se atreve a juzgarla. Y existen más refugios: esa coraza invisible de la que nos armamos a la hora de afrontar los momentos más difíciles. Por si fuera poco, Ozon incluye la historia del hermano, un joven homosexual que en su día fue adoptado y que ahora se refugia cerca de su cuñada. Lo demás es una oda al respeto, al amor, a la comprensión, a la conexión de dos personajes marginados que buscan afecto en un mundo lleno de imposturas e imposiciones (las palabras que una turista lanza a Mousse, nuestra Venus embarazada). Ozon también busca nuestra comprensión, y aunque su cine sea irregular, casi siempre interesante, esta vez casi lo borda: Mi refugio, su refugio como cineasta y su cúspide como poeta kitch, tiene las escenas más líricas de toda su carrera, incluso la musa más etérea: una Isabelle Carré que nos enamora, que nos embelesa y que nos turba, que nos provoca rechazo y nos lleva a su terreno, que nos extasia y nos deja sin aliento en un final totalmente inesperado. Una película difícil de explicar. Junto a 8 mujeres, lo mejor de François Ozon. Con diferencia. Sin más.
Se ha querido establecer comparaciones entre el cine de Almodóvar y el de Ozon, un símil un tanto peligroso porque Ozon siempre tendría todas las de perder ante una posible confrontación entre las filmografías del español y del francés. Ozon, eso sí, hereda del director de Volver una voz femenina, una capacidad inaudita por penetrar en la mente y el alma femenina. Ozon entiende la mujer como un ser complejo y cree que es más interesante seguir sus pasos que descifrar sus verdaderas motivaciones. Por eso sus mujeres actúan por impulsos, son descarnadas y directas. Por eso sus películas son peliculeras, como las de Almodóvar. También son rebuscadas, sin orden. Porque el riesgo es otra tónica almodovariana en el cine de Ozon: juega con la simbología religiosa, es provocador por convicción; titubea con un discurso cercano a la muerte, casi en forma de elegía rosa, de melancolía gay, de sexo y sensualidad. Ozon también juega con el thriller: su cine se crece con tramas criminales, pero, como demostró 8 mujeres, ese elemento negro sólo es una excusa para desplegar su universo sensible y sensorial (de hecho, en esa película el hombre no estaba muerto: era, simbólicamente, Ozon divirtiéndose al ver las excentricidades de sus ocho criaturas). Mi refugio representa el lado más serio de Ozon, el más reflexivo, el más ambicioso por conseguir la categoría de gran autor europeo, el más obsesionado con los entresijos de la maternidad y los lazos de sangre. El más subversivo. El más interesante.
Es difícil averiguar si Ozon es el bebé, el hermano gay o la protagonista, también es difícil establecer nexos de unión entre Amantes Criminales o Swimming Pool, El tiempo que queda o Ricky, pero el cine de Ozon remite a una atmósfera especial, está dotado de una coherencia indescifrable. ¿De qué va Mi refugio? No lo sabemos, pero hechiza: es un cine de silencios. Una película que no se ve: se intuye. Es, con permiso de todos los críticos que atacan al director de forma sistemática, una de las mejores películas del año. Me conmueve recordar el momento que el hermano de Louis se pone la colonia de su hermano. Me parece genial esa canción que él toca para ella con el piano. Me incomoda esa madre despiadada que insta a Mousse a abortar porque 'no quiere herencia de su hijo'. Adoro la forma en la que Mousse observa el cuarto oscuro de una discoteca gay. Y entiendo sin entenderla, sigo fascinado y expectante los caminos por los que nos lleva la protagonista durante una hora y media que se vive como un suspiro. Sobre madres e hijos, adicciones y decisiones, taras y secretos. Una pequeña joya.
Qué gusto saber que el mejor François Ozon está de vuelta (aunque debo decir que "Bajo la arena" me gusta mucho).
ResponderEliminarOjalá pueda verse este film en mi pobre México, siempre a expensas de lo que los hollywoodcentristas distribuidores quieran dejarnos ver.
Saludos y gracias pro la reseña
Acá se estrenó este año hará 3 semanas atrás más o menos (o un poco más quizá) la sacaron tan rápido de cartel que me la bajé, no encontraba los subtítulos y finalmente los conseguí pero todavía no la veo!!!! tu nota me alienta mucho!!
ResponderEliminarOzon me da alergia, no lo aguanto mucho. 8 wommen me agrada, la encuantro interesante, y tal vez 5x2. De ahi en mas todas sus peliculas se han borrado de mi memoria, tal vez la vea...
ResponderEliminarOzon nunca me convenció, pero tu critica me alienta mucho a visionar esta película. Anoche mismo la descargue y la tengo en mi pc, la veré lo antes posible y te comentare. Saludos Xavier.
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