Pocas veces el cinéfilo se ha visto sacudido por tantas emociones, imágenes y poesía como en Tres colores: azul, película capital de la pasada década. Kieslowski lograba con esta película afianzar su presencia en los festivales de medio mundo y construir un estilo único, personal, reconocible. Krysztof Kieslowski era el encargado de realizar tres películas en conmemoración de los 200 años de la Revolución Francesa. El proyecto era, al menos sobre el papel, bastante bizarro: construir tres relatos a partir de un color de la bandera francesa y del valor que simbolizan (la archiconocida retahíla de 'libertad, igualdad y fraternidad'). No es de extrañar que el estreno de Bleu en Venecia, donde ganó el premio a la mejor película y actriz, estuviese rodeado de notable espectación. Con los años, parece evidente que el cineasta más acorde para levantar tal idea era Kieslowki: solo él, maestro del símbolo, podía interiorizar y expresar los entresijos que esconden las tres mágicas palabras, los tres icónicos colores. La apuesta funcionó y llevó su inicial boceto hasta el límite de lo imposible. Con esto, Kieslowski lograba un film en el que el color azul siempre está presente en la pantalla, ya sea con una carpeta, una lámpara que ya forma parte de la historia del cine o meras sombras en la oscuridad. El milagro se volvería a cumplir con Blanc y Rouge, obras maestras que cerraron la trilogía más original de todos los tiempos. Kieslowski murió joven, pero ya había inmortalizado su complicadísimo nombre.
El cine moderno está muy preocupado por contar algo sobre alguien en algún lugar. Kieslowski es diferente y nos demuestra que el séptimo arte son imágenes, puras y sin sentido. Bleu tiene una fuerza visual inaudita que se remonta a las formas del cine mudo. La película supone el placer de ver el rostro angelical de Juliette Binoche y, tras esta estampa, muestra sin pudor ni tapujos la relación entre el autor y su musa, el ojo de la cámara y la mirada intimidada, observada, estudiada, espiada. Bleu está llena de silencios, corcheras, negras y blancas; y, como ya ocurría en No amarás y No matarás, las formas lánguidas, con un principio y un plano final de aliento onírico, confieren al relato un aura de misterio, un sentimiento de recogimiento, una sensación de luto, una imagen de rabia y dolor contenido, un ritmo religioso, casi místico, donde todo (los fundidos en negro que cortan algunas escenas, el papel de la piruleta que Julie recupera con rabia, la cadena con la cruz, la anciana que se dispone a reciclar una botella vacía) tiene un por qué, aunque no se nos revele. Bleu no hay que entenderla objetivamente sino sentirla con la subjetividad de cada uno, con su vida y sus vivencias. Y la música, parte importantísima del relato, marca tal experiencia y deviene un personaje más: los miedos de Julie, el único recuerdo que atesora de su pasado matrimonio, la lámpara que ilumina su nuevo piso y marca su nueva vida, la profesión y pasión que heredó de su marido, etc. En resumen, un juego de metáforas que, de complejo, deviene sencillo.
Kieslowski abre otra brecha: el cine moral. El tono religioso se relaciona con el aprendizaje, y la catarsis del espectador se relaciona con los fantasmas de nuestros ancestros y artistas. Bleu puede ser una película de poderes curativos, una excusa para exteriorizar lo oculto y aceptarlo, aprender a vivir con nuestras heridas. Julie, por lo tanto, es una especie de virgen (otro símbolo, nada tangible), el paradigma del modelo a seguir, el camino de la bondad y la rectitud. Bleu condensa todos los estados por los que puede pasar un ser humano ante un episodio de extrema dureza, en este caso la muerte de una hija y un marido querido. Julie empieza en estado de shock, sigue con un intento de suicidio, interioriza la desgracia, se mortifica, nos muestra su rabia, intenta olvidar su pasado y, al final, con el resurgido interés por la partitura inacabada de Patrice, afronta su pasado, se reconcilia con lo que fue y afianza lo que quiere ser en un futuro. No hay crítica posible para las actitudes de Julie: en los últimos minutos, nuestras dudas sobre el personaje se despejan cuando la mujer culmina un acto altruista, una muestra de amor a su marido y a lo que queda de él. El símbolo se cumple: el personaje debe tener la libertad de vivir lo que quiera como quiera, y el espectador tiene la libertad de comprenderla o no, de conectar con el relato o no. Bleu, en definitiva, habla sobre el respeto, el derecho y la obligación que todo ser humano tiene de preservar la libertad propia y la de la que nos rodean (aquí una vecina prostituta, la amante de Patrice... incluso unos ratones recién nacidos). Bleu no juzga, no incrimina ni recrimina: el fondo y la forma se funden de forma coherente, armónica, perfecta.
Aún recuerdo la primera vez que ví Bleu. Tenía doce años. Fue por la televisión, en catalán y sin cortes publicitarios, casi por casualidad. No pude quitarme la película de la cabeza durante toda la semana. La magia continuó con las demás partes, pero Bleu, ya sea por aspectos puramente personales o verdaderamente cinematográficos, es la mejor parte de la saga: ni tan evidente como Blanc (la cinta que se entiende más rápido y que para el gran público es más fácil de ver) ni tan metafórica como Rouge (una película que aún creo no entender, al menos en su totalidad, pero que me atrae sumamente). Es una lástima que se desconozcan las primeras obras de Kieslowski, además de su Decálogo rodado para la televisión polaca. Ya es hora de que la historia del cine ponga a Kieslowski entre los grandes, tuteándose con personalidades como Bergman, Fellini o Dreyer. Francia puede estar muy contenta: no existe mejor homenaje a su cultura y pasado que este cuento elegíaco.
Uffff kieslowski, he buscado como loco la trilogia de los tres colores pero no la encuentro, no la venden por aca.
ResponderEliminarquisiera entender a estas videotecas que prefieren vender bodrios comerciales que peliculas de verdad.
Como sea, trate de bajarme Rojo, y cuando lo consegui me salio una pelicula com una imagen fea, mal sonido, sin nitidez, y mal doblada al español (cosa que odio, me gusta ver las peliculas con calidad)
A pesar de la horrenda calidad de la pelicula, ROJO DE KIESLOWSKI me parecio una OBRA MAESTRA, una increible pelicula, parece mentira como estas joyas no se dan a conocer y me da rabia, porque la gente no sabe de lo que se esta perdiendo y prefieren vender a millar los ultimos estrenos. y olvidate que pasaran alguna vez eta pelicula en tele
SI con un visionado asi me impacto, como sera si la veo con mejor calidad,
Bleu, woww Ojala pudiera verla. debe ser una obra maestra como ROUGE,
Seguire Buscando.....
ResponderEliminarArriba Kieslowski y el cine de verdad
Saludo!!
Absoluta obra maestra y la mejor de la trilogia(una de las mejores en la historia del cine)y sin duda la mejor interpretación de Juliette Binoche...insuperable.
ResponderEliminarSaludos!
aprovecho tu entrada, espero no te moleste, para invitarte a pasar a nuestro nuevo blog de cine, espero que nos visites pronto
ResponderEliminartododepelicula.blogspto.com
Recuerdo que conocí esta trilogía gracias a mi hermano, empecé por Bleu que me fascinó y ya entonces había estado como loca tratando de ver las otras dos que pocos video clubs tenían. Una vez vistas, mi hermano me preguntó si había descubierto las escenas que conectaban los tres films a lo cual me sumí en el visionado otra vez hasta darme cuenta. Me gustaron aún el triple y no me canso de ver sobretodo esta.
ResponderEliminarPOr cierto, para los que no la puedan encontrar via web traten aquí
http://www.taringa.net/posts/tv-peliculas-series/1323876/Tres-Colores:-Azul,-Blanco-y-Rojo-de-K_-Kieslowski-%28DVDRip-y.html
Adoro Blanco y Rojo, pero no soporto Azul, y es básicamente porque una película que pretende explorar la libertad del ser humano (yo la concibo de esta manera a Azul) no puede explorar la libertad de la que dispone una persona rica (bastante rica) con las espaldas cubiertas y con la vida solucionada. La tragedia de Azul le llega a ocurrir a un ama de casa normal y corriente y se tendría que joder: no podría dedicarse a la vida contemplativa como el personaje de Binoche y no podría explorar en absoluto su libertad porque tendría que trabajar y sacar adelante su vida llena de dificultades. No creo en la validez del término "burgués" hoy en día salvo en algunos casos; uno de ellos es el de Azul, una película sobre la libertad de las clases altas y ricas que, como trabajador, me molesta, y mucho. Lo mismo me ocurre con tantas películas de Julio Medem, sobre todo con esas que van de pijos que se van a encontrarse a sí mismos ante cualquier trauma y nadie sabe de qué viven y de donde sacan el dinero (La ardilla roja, Lucía y el sexo...), porque Medem tendrá dinero de sobra como Kieslowski, pero los mortales no o por lo menos no tanto como ellos. En fin, me he quedado tranquilo XD Eso sí, adoro Blanco y Rojo, como he comentado, mucho más reales y coherentes.
ResponderEliminarMe encanta esta pelicula si como la trilogia en total. Me inclino hacia el rojo pero no puedo negar que me resulta magistral el trabajo de kieslowski. Y Binoche,,,, perfecta. Saludos Xavier, exitos en el festival Directed By. Te invito a seguir mi seccion "30 actrices".
ResponderEliminarFantástica reseña Xavi
ResponderEliminarKieslowski, con una obra acabada desgraciadamente, debería ser considerado ya un clásico del cine europeo.
Siempre le encuentro cosas nuevas, placeres nuevos, cuando vuelvo a ver las tres peliculas de los colores.
Te sigo
Hasta otra