Alex es un joven alcohólico que vive dando tumbos por las calles de París. Una noche, cual vampiro sin sangre para beber, posa su cuerpo sobre el asfalto y un coche destroza su pie derecho. Michelle, una pintora enigmática, presenciará el incidente, y la escena, luego ampliada en una atípica y radical historia de amor, servirá de vaticinio, el sombrío encuentro de dos personajes que viven a contracorriente. Los amantes de Pont Neuf no puede tener un inicio más duro: tras desmitificar el glamour de París (aquí fantasmal, dormido), la película nos traslada a un asilo de lisiados, una suerte de hospital psiquiátrico, un centro donde se agrupan vagabundos, gente sin motivaciones, los despojos de un sistema que celebra los 200 años de la Revolución Francesa. Leos Carax nos deja conocer la oscuridad del túnel para luego, siempre desde un tono silencioso (casi mudo) y lánguido (casi onírico), aportar una pequeña luz de esperanza. El puente del título, símbolo de la cinefilia, será la casa de los amantes heridos: el primero, un artista de circo que necesita somníferos líquidos para poder dormir; la otra, una pintora enferma que está a punto de perder la visión de sus ojos. A partir de aquí, mezclando el thriller con el drama, Carax retrata la lírica de la pobreza, las aristas de la marginación, la precariedad de los inadaptados, la amistad que une a aquellos que en su día lo tuvieron todo y lo acabaron perdiendo. En definitiva, una historia sobre la pobreza material y la riqueza de espíritu; el poder, la búsqueda y el anhelo de querer y ser querido.
París ha sido escenario de muchas películas, pero pocas veces sus calles y emblemas han sido retratados de una forma tan atípica, original. La capital gala es, a ojos de Alex y Michelle, un monstruo de cemento que dormita y les azota. Con ellos, el espectador conocerá la soledad de las calles, la actividad de algunos clubs nocturnos y la rutina del pillo, erigida a base de pequeños robos y mentiras. El París de estos amantes pasionales y apasionados es tarado y extremo, cual espejo de sus borracheras. Como contrapunto a tanta crudeza, el amor aporta al film la categoría de cuento, porque, en el fondo, nuestros héroes de lo utópico se asemejan a Tom Sawyer (por pícaros) y a Oliver Twist (por desdichados). Y con ellos, el puente se funde con su estado de ánimo, siempre en ruinas. El símbolo se completa cuando, al final del relato, el puente recupera su estética normal y, al tapar sus inestables cimientos, los caminos de los personajes se ordenan y el futuro aparece de forma lúcida: un viaje lejos de París, una luna de miel como compensación a tantos altibajos. Un final feliz, pero no fácil.
La locura del artista y el retrato de una bohemia sin recursos es, aunque triste, un tema bastante recurrente en Los amantes de Pont Neuf. En la película se produce un hermanamiento de genialidades (uno juega con el fuego, la otra dibuja). La contradicción del creador está rodada de forma inusual, con escenas largas y diálogos escuetos. Carax consigue momentos de suma magia como la persecución en el metro (la energía que desprende la carrera nos recuerda a los juegos de Jules et Jim o los trenes de neón de Kar Wai), la quema de carteles (Alex se vuelve egoísta y quiere retener su única y más preciada posesión: Michelle) o el improvisado baile a la luz de fuegos artificiales. La comedia se mezcla con la elegía y la película, aunque adolezca de un metraje excesivamente estirado, se queda clavada en la memoria del espectador. Una velada única, tan fascinante como agotadora.
Por último, debe mencionarse las soberbias interpretaciones de Juliette Binoche (ganadora del Premio EFA y nominada al Cesar francés) y Denis Lavant, enormes actores que se comen la pantalla. Además, fotografía, montaje, música y maquillaje redondean la jugada. Los amantes de Pont Neuf es un clásico bizarro, la película más conocida de la escueta filmografía de Carax. Al igual que el puente siempre será 'nuevo' ('neuf' en su traducción francesa) aunque tenga dos siglos de historia, la película seguirá viva, a la espera de nuevas sesiones y estudios. Un lugar para volver...
Obra maestra. La adoro como adoro Chico conoce a chica.
ResponderEliminarMe gustó bastante pero creo que el guión tiene algunos altibajos, aunque con lo que costó de rodarla merece todos mis respetos. Como bien dices los actores están muy bien en su papel (yo siempre he sido un enamorado de Juliette Binoche desde que vi AZUL) y la dirección de Carax es más que correcta, como la escena del metro que destacas. Un saludo y te invito a leer la crítica que hice de la peli hace un tiempo!
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