City of life and death ganó la Concha de Oro en el pasado festival de San Sebastián, laurel sumamente merecido para una película que está destinada a reinventar el cine bélico y el conflicto que retrata. Son muchas las novedades que incluye una película lírica, modesta, con especial delectación por los gestos y las miradas. La narrativa es pausada pero no admite tregua. El conflicto armado, harto detestable, de gran impacto visual, se resuelve con clase: ni demasiado blando ni sádico en exceso (tampoco esquemático: hay nazis bondadosos que se percatan de la injusticia). City of life and death empieza con un sigilo (la descripción inicial de la ciudad es digna del mejor western) y termina con un clímax dramático increible, indescriptible. La sensación de tristeza se apodera del espectador y no lo suelta. Acongoja y maravilla; ello la convierte en una de las películas del año.
La gran novedad es que estamos ante una película de personajes. Esta ciudad de lágrimas, sangre y polvo reune un sinfín de caras marcadas por una contienda brutal, crucial en sus vidas. La mirada de Lou Chuan inspira y expira respeto y cuidado, pero, afortunadamente, no estamos ante un título panfletario, en pos de un mensaje mayor. Tampoco estamos ante un recital festivo de disparos y atrocidades. De esta forma, el destino y la personalidad de varios personajes (el inexperto soldado japonés, el comandante del ejército chino, el secretario de Mr. Bage y su familia) se mezclan, humanizan la acción y aligeran el peso de la estética bélica. La violencia más brutal, por lo tanto, reside en momentos puntuales y simbólicos (sirva de ejemplo el capítulo de las mujeres chinas, obligadas a prostituirse para los soldados rivales). City of life and death, como resultado, es un alegato actual a la par que clasicista (el blanco y negro aporta solemnidad y ternura al conjunto: atesora un aliento clásico y un toque vanguardista), ni crispante ni crispado, excelentemente rodado e interpretado. Una delicia tras ver tonterías (sin ética ni gancho) como Valkiria, El niño con el pijamas de rayas o Good.
Debe aplaudirse también el título de la película, una frase que, aunque parece trillada, resume la esencia de la trama. Aquí hay tiroteos, traiciones, violaciones literales y morales... pero también vemos la relación entre los soldados, momentos de humor y camaradería, la fuerza del dolor como elemento que nos une o separa; la complejidad de unos seres que, antes que soldados, son personas. City of life and death es, contra todo pronóstico, un film humanista, sin olvidar su potente técnica (planos generales devastadores, genial fotografía y una luz y escenografía muy cuidadas). City of life and death, en resumen, trasciende cualquier etiqueta y se convierte en una rareza: aúna la indiscutible impronta asiática (hay muy pocos diálogos), la tradición de un género típicamente americano y la descripción de personajes de cierto cine europeo. No pueden perdérsela.
Nota: 9'5 / 10
Apunte: No pude ver los últimos minutos del film. En mi universidad, los alumnos de historia visionaron el film en clase en chino subtitulado en inglés (calidad dvd, gentileza de los 'chinos Erasmus')... y servidor se coló. Pero el profesor, al acabar las dos horas de clase, nos dejó con el misterio a medias. Sea como sea, es una gran película.