Antes de que el verano se enturbie con Exorcismo en Connecticut o Arrástrame al infierno, llega a las carteleras españolas La última casa a la izquierda, título bastante chapucero que remakea (debería existir el verbo) la cinta homónima del sobrevalorado Wes Craven. Ahora Craven, en calidad de productor, supervisa una adaptación sin demasiada salsa, calibrada al milímetro para barrer en taquilla y desvelar los sueños de algún adolescente asustadizo. La última casa a la izquierda se limita a copiar y pegar lo visto en multitud de títulos, aunque a su favor incluye una colección de momentos extremos que juegan con el gore y elevan la temperatura. El film resuelve sus escenas más tensas con lánguidos silencios que no aportan demasiado y el conjunto solo remonta cuando se desmelena: la sádica estampa de la trituradora, la graciosa utilización del mechero de un coche como arma de defensa, la sutura de una nariz rota o la colección final de mamporros y destrozos varios. La cinta se equivoca con una música acelerada hasta el sinsentido, con unos actores de telefilm y con una historia que, al ser y no creerse suerficial, intenta ser una metáfora de la venganza, la consabida rima de que 'la violencia genera violencia'. Dejémonos de monsergas: lo mejor está en lo escabroso, aunque no tenga coherencia alguna. Quizá por esto, la cinta termina con una imagen extreme tan gratuita como estimulante: la explosión de una cabeza dentro de un microondas, todo al más puro estilo Saw. Queda claro que el refranero de La última casa a la izquierda es otro, tal vez 'violencia por violencia'. Y nosotros, sádicos pandilleros, disfrutamos de lo lindo.
Uno ya sabe a lo que se enfrenta cuando paga seis euros por una película de este calibre. A cambio, el espectador cachondo podrá divertirse con el juego de las similitudes (fíjense: Garret Dillahunt es una mezcla de Josh Brolin y Ryan Reynolds, Riki Lindhome surge del cruce entre Björk y Michelle Monaghan... suma y sigue), la captura de gazapos (¿dónde encontraron las llaves de la lancha?, ¿dónde guarda la madre la foto de su hija que colgaba de la nevera?, ¿por qué la amiga de Mary tarda tanto en morir si le habían asestado muchas cuchilladas?... otro suma y sigue) o la colección de diálogos absurdos (el monógo inicial es pésimo). Bien pensado, La última casa a la izquierda, por lo que es y por lo que no es, supone toda una distracción difícil de declinar, aunque no llegue al nivel del primer Hostel o Halloween, el origen, dos de las mejores películas de terror de los últimos años. Bastante divertida, sobre todo si se acompañada con un buen saco de palomitas y coca-cola a granel.
pereza, mucha pereza...
ResponderEliminary bastante de acuerdo con su crítica sobre pagafantas!
Muchas ganas de verla :O escuché tantas maravillas como insultos hacia este film... creo que cuando veas "Drag me to hell" volverás a confiar en el género jeje
ResponderEliminarOtra que quiero ver es Pagafantas... es que actúa la argentina Sabrina Garciarena... qué tal lo hace? me interesaría saber...
muy buenas críticas!
saludos!
mmm escenas gore?? no es para mí entonces, toda una cobarde en ese aspecto, me desagrada, no lo disfruto. Cuando vi el trailer me imaginé que tendría un par de esos condimentos, pero realmente pensé que no era tan terror y si más thriller. Casi la veo!, menos mal que he te he leído Xavier. Perdón por tantos días de ausencia.
ResponderEliminarUn abrazo.