DELICIAS TURCAS (TURKS FRUIT)
Países Bajos, 1973. Dirección: Paul Verhoeven Guion: Gerard Soeteman, a partir de la novela de Jan Wolkers Música: Rogier van Otterloo Fotografía: Jan de Bont Reparto: Rutger Hauer, Monique van de Ven, Tonny Huurdeman, Win Van den Brink, Hans Boskampl Género: Drama. Erótico Duración: 100 min. Tráiler: Link
¿De qué va?: Un escultor holandés (Rutger Hauer) mantiene un tormentoso y erótico romance con una hermosa muchacha. En otro tiempo, el artista era un libertino que coleccionaba en un álbum sus conquistas amorosas como si fueran trofeos. (FILMAFFINITY)
Si a Paul Verhoeven le ha acompañado siempre el sambenito de "provocateur" es debido precisamente a Delicias turcas, la "película escándalo" que dejó boquiabierta a la audiencia de 1973. En ella, Rutger Hauer, el replicante de Blade Runner, se desnudaba a la conquista de hermosas muchachas. Su imagen libertina cambia cuando, mediante un flashback largo, descubrimos que el personaje actúa bajo el influjo de una chica, su amor verdadero, cuya pérdida no ha podido superar. El juego de tiempos, una ambivalencia innecesaria a la hora de difuminar los adjetivos del dandi (artista a la vez que despiadado, alguien sensible aunque desapegado, en busca del orden pero cómodo en su existencia disoluta), alcanza sus cuotas más brillantes cuando Verhoeven evidencia su hostilidad frente al orden establecido (de las coreografías sexuales, todas brillantes, hasta instantes cómicos como la inauguración de la estatua frente a las autoridades holandesas). En conjunto, con todos sus excesos, Delicias turcas sigue irradiando energía, la vitalidad triste o melancolía alegre de su tiempo. Sobrevive, además, como crónica de las vergüenzas de la Europa del bienestar y estudio casi sociológico del movimiento hippie. Probablemente Hollywood la nominó a su Óscar foráneo pensando en Love Story, El último tango en París y la ola de cine crítico de los nuevos autores de los 70 (no por casualidad, en esas candidaturas estaban representadas El exorcista, Serpico o American Graffiti, otras historias de crecimiento, corrupción y malestar). Para nosotros, Delicias turcas es la prueba de que los hostigamientos fílmicos de Verhoeven nunca fueron una impostura. Delicias turcas, como El cuarto hombre, El libro negro o Elle, es de una modernidad desarmante. De visionado obligado, sin prejuicios.
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