lunes, 22 de febrero de 2021

CRÍTICA | HILLBILLY, UNA ELEGÍA RURAL, de Ron Howard


HILLBILLY, UNA ELEGÍA RURAL
1 nominación al Globo de oro y 2 al SAG 
EE. UU. Dirección: Ron Howard Guion: Vanessa Taylor, a partir de la novela de J.D. Vance

Hillbilly, una elegía rural es el último trabajo de Ron Howard, protagonizado por unas irreconocibles Amy Adams y Glen Close. La película es una de las novedades destacadas del catálogo de Netflix y está siendo la comidilla de muchos, por motivos, además, muy diversos. En primer lugar, hay que destacar lo evidente: Ron Howard nunca ha sido un artista muy relevante. Tiene una trayectoria muy dilatada, está más que asentado en la industria, pero su perfil obedece al de director de encargo. Hizo y hace encargos vistosos, caros, algunos nominados y ganadores del Óscar como Una mente maravillosa, aunque encargos al fin y al cabo. No debería sorprendernos, por lo tanto, que el filme sea un biopic de manual, con personajes histéricos, momentos extremos, conversaciones gritadas, maquillajes barrocos… El tipo de película en la que sus personajes se cortan las venas y salen a la calle a exhibir sus heridas. O meten las manos en la basura. O en la taza del váter. O tiran objetos por la ventana. O se drogan en moteles. O roban en tiendas. O salen de una clínica arrancándose el cable del gotero del brazo, como si nada. Todo muy exagerado, telefilmesco, muy del gusto de cineastas como, se me ocurre, Lee Daniels. 




La tesis de la película, en caso de tenerla, se basa en una idea mínima: las gentes de la Norteamérica profunda son unos pobres diablos, víctimas de sí mismas, capaces tanto de regodearse en sus miserias como de redimirse en pos del sueño americano. Temas y tropos muy de brocha gorda. Pero, y ahí viene lo mejor, detrás de todo este escaparate miserable y miserabilista están dos actrices capaces de defender lo indefendible. Amy Adams está muy pasada de rosca, aunque por exigencias de guion. Y Glenn Close, solo ella, sabe dar matices de bondad, maldad, mano férrea y cariño a su abuela arisca y adicta al tabaco. Con estas señas, se entiende que esta elegía rural genere rechazo, pese a tener un montaje juguetón (manierista, pero vistoso) y una dirección de fotografía tensa (obviando sus encuadres poco elegantes). Ojalá Close resurja como una flor en mitad del estercolero con su octavo intento de estatuilla. En síntesis, Hillbilly, una elegía rural cuenta con mil y un desmanes y algún, mínimo, esporádico arrebato de genialidad.





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