viernes, 6 de diciembre de 2019

LISTA | LAS 10 MEJORES PELÍCULAS EUROPEAS GANADORAS DEL EFA AWARD


A finales de los 80, países como España y Dinamarca fundaron sus Academias de cine y empezaron a entregar sus premios anuales, sumándose a galardones de larga trayectoria como los Guldbagge suecos o los David di Donatello italianos. En paralelo, de la unión de las academias locales surgió la Academia del Cine Europeo, con sede en Berlín y, cómo no, con estatuillas propias. 

Treinta y dos años después de su creación, no puede decirse que los Premios del Cine Europeo estén en una posición de preeminencia en el conjunto cinematográfico del continente o mundial. Win Wenders, presidente de la institución y primer EFA al mejor director por El cielo sobre Berlín, no ha hecho demasiados esfuerzos para mejorar la imagen interna y pública de sus colegas. Las ceremonias, además, casi siempre se celebran en Alemania, los canales televisivos europeos afiliados no suelen retransmitir en directo el (tedioso) evento y los directores y presentadores del show se repiten incomprensiblemente edición tras edición.

Hay más motivos que explican el descrédito de los premios. Primero, su nombre es ambiguo: a lo largo de las décadas han recibido la denominación de Félix y Europa, hasta imponerse el anglicismo EFA (European Film Award). Segundo, su identidad es ambigua: aunque la Academia cuenta con unos criterios internos para decidir la "europeicidad" de sus participantes, resulta curiosa la presencia de cintas de países como, por ejemplo, Israel y Turquía. Tercero, sus procesos de selección son ambiguos: con anterioridad a las candidaturas, existe una lista de unas 40 películas candidatas, confeccionadas por no se sabe muy bien quién y bajo qué criterios y ratios. Cuarto, sus categorías son ambiguas: en el pasado los EFA quitaron y sumaron apartados (añadid aquí una crisis interna a mediados de los 90); y en la actualidad, entre otros sinsentidos, dejan las ternas técnicas en manos de comités independientes (con fallos realmente extravagantes) y organizan un reconocimiento al mejor filme por votación popular (aunque las películas no se hayan estrenado en casi ninguna parte). Y podríamos seguir. 



Con todo lo dicho... ¿por qué dedicamos un artículo a los EFA? Sencillo. Porque, a pesar de los pesares, el repaso de sus títulos ganadores a lo largo del periodo sirve para resumir el mejor séptimo arte. Hay obras maestras a espuertas, sin exagerar. Si la Academia se rige por la desidia, ahí está la calidad de las películas para salvar los muebles. Esto, pese a que la hegemonía germana haya motivado el recelo de las grandes potencias de la zona en cuanto a producción, distribución y consumo cinematográfico (Reino Unido y Francia), siempre perjudicadas a la hora de repartir el pastel; mientras los países más pequeños, cosas de la geopolítica, se ven afectados por la tendencia de premiar "el filme europeo que haya hecho más ruido en Cannes". Recordemos que los equipos de El hijo de Saúl y La vida de Adèle se negaron a participar, aunque los académicos se sabotearon a sí mismos nominando el filme francés en dos categorías. Las guerras internas de los EFA darían para una saga bergmaniana...

¿Y qué lugar ocupa España en este cotarro? Digamos que "somos relevantes, aunque prescindibles". La paradoja, vaya, de la "clase media" que siempre aspira a más. Tenemos 3 EFAs para el honor patrio: los de Todo sobre mi madre, Hable con ella y (a ver si cuela) Tierra y libertad. Pedro Almodóvar es la persona más nominada a la mejor película (7 veces) y suma 3 victorias como mejor director, récord solo comparable a las cifras de Michael Haneke. Alberto Iglesias es el compositor más reconocido, también con 3 premios en su haber. Carmen Maura ostenta 3 EFAs, uno de ellos honorífico. Y entre los premiados ibéricos figuran El bola (ópera prima de su curso), Penélope Cruz, Javier Bardem, Alejandro Amenábar, José Luis Alcaine y Paco Delgado entre otros. Hemos acogido la gala en dos ocasiones (Barcelona 2004 y Sevilla 2018) y las nominaciones siempre se anuncian en Sevilla, durante la celebración del Festival de Cine Europeo de la ciudad andaluza. Veredicto: "menos da una piedra". 

Os dejamos con un particular Top 10 con las mejores películas ganadoras del EFA. Aviso a navegantes: solo se incluye una película por director (en los EFA siempre se nominan y premian a los "sospechosos habituales") y se ha prescindido de la vencedora de 1993 Urga, el territorio del amor (por representar un país extinto: la URSS).


10. LA GRAN BELLEZA (Italia, 2013)
Paolo Sorrentino es el director italiano más querido y odiado de la actualidad. Como tal, los EFA lo han encumbrado siempre que han podido. El año 2013, con La vida de Adèle fuera de combate pese a sus candidaturas, el italiano tenía la victoria medianamente fácil. Más asequible fue el triunfo en 2015 de La juventud, sin títulos que pudieran hacerle sombra. Quien escribe no le hubiera dado ningún premio, pero al rey lo que es del rey: La gran belleza es una gran película y su trayectoria de éxito empezó en el escenario de los EFA.


9. NIÑOS ROBADOS (Italia, 1992)
En los 90, el cine italiano atravesó una crisis severa. El orgullo itálico quedó en manos de Moretti y Amelio, dos perfiles muy diferentes con suertes muy dispares: en los EFA, Amelio se llevó la palma en tres ocasiones, fiel a su estilo humanista, social y heredero del neorrealismo de antaño. Puertas abiertas (1990) no ha envejecido bien, Lamerica (1994) sigue de plena actualidad, y nosotros nos quedamos con Niños robados, preciosa road movie que cuenta el devenir de un carabinero y dos niños huérfanos.


8. COLD WAR (Polonia, 2018)
Ida, victoria discutible en los EFA, lo fue todo en 2014 a pesar de dos factores: el mundo supo de ella con meses de retraso (es una producción de 2013) y nunca compitió en un festival "fuerte" (ni Berlín, ni Cannes, ni Venecia). Pawlikowski, que ya había estado nominado por Mi verano de amor, tuvo una consagración inmediata que luego se reafirmó con Cold War, película todavía más emotiva, crítica y arrebatadora. La ganadora más reciente, ya considerada un clásico moderno: la intuición nos dice que envejecerá muy bien.


7. NO MATARÁS (Polonia, 1988)
Antes de Pawlikowski, el cine polaco era sinónimo de Kieslowski. No matarás, en origen un episodio de su Decálogo televisivo, venció en la primera edición de los EFA, con justicia y mucha heroicidad, frente a películas tan imponentes como Pelle el conquistadorVoces distantes y Adiós, muchachos. Visto con perspectiva, resulta irónico que unos premios de arraigo alemán echaran a andar encumbrando a la vecina Polonia. La Trilogía de los Colores de la bandera francesa, injustamente, no recibió ni un solo EFA.


6. AMÉLIE (Francia, 2001)
Los EFA espantaron la crisis que sufrieron entre 1994 y 1996 premiando a películas muy populares que, al menos a nivel mediático, legitimaban los galardones. Eran los tiempos de Full Monty y La vida es bella, o de las nominaciones a la mejor película de Billy Elliot, El diario de Bridget JonesNothing HillLos otros El paciente inglés. Amélie era el fenómeno europeo del momento y esa condición le permitió imponerse a La habitación del hijo e Intimidad, Palma y Oso, sin olvidar La pianista. Jeunet nos enamoró a todos y ahí sigue como obra maestra de nuestros tiempos. Ojo al dato: es la única película de capital 100% francés ganadora del EFA en 32 años (¡escándalo!).


5. CACHÉ (ESCONDIDO) (Francia, 2006)
Haneke empezó a dirigir tarde pero su filmografía es imprescindible para entender el audiovisual europeo. Sería fácil por nuestra parte decantarnos por las consensuadas La cinta blanca (2009) o Amor (2012), pero nos apetece reivindicar Caché, una de las pocas películas "meta" que cuestiona el uso, abuso y consumo de las imágenes en plena era digital. Curiosamente, se trata de una de las ganadoras del EFA menos queridas: no pudo representar a ningún país de cara a los Óscar, en Francia no acabó de cuajar y no tuvo un recorrido de premios exultante. Al menos el bueno de Haneke pudo vengar la derrota en Cannes ganando esa noche a los Dardenne de El niño.


4. BAILAR EN LA OSCURIDAD (Dinamarca, 2000)
El capítulo "EFAs y Von Trier" merece mucha atención. El danés proclamó el Dogma 95 para acto seguido saltarse su decálogo: ahí nació Bailar en la oscuridad, Palma y EFA histórico. El Dogma ha estado en los premios del cine europeo, aunque no de forma destacada: lo mismo puede decirse de las cinematografías nórdicas en su conjunto. Y si los logros del musical de Björk pueden parecer obvios, más heroico fue ganar con Rompiendo las olas (1996) (superando a Secretos y mentiras) y con Melancolía (2011) (tras el "asunto Hitler" y batiendo a las oscarizadas The Artist y El discurso del rey). En casa de Wenders, a Von Trier se le quiere y nomina casi siempre, pese a las polémicas.


3. TODO SOBRE MI MADRE (España, 1999)
Y nos tocó a nosotros. Rosetta, esa Palma que el manchego sigue detestando con todas sus fuerzas, cedió el laurel a la madre almodovariana, un EFA que luego se amplió con el César, el Guldbagge, el David di Donatello y el Lola a la mejor película europea. Un consenso que no conoció Hable con ella, aunque ganase el EFA a la mismísima El pianista. Curiosidad: Cecilia Roth se llevó el EFA a casa gracias a su doble nacionalidad hispano-argentina (tiempo después, Kirsten Dunst pudo figurar por Melancolía gracias a su pasaporte alemán). Ese 1999, en España seguimos los EFA con una atención que nunca se volvió a repetir.


2. LA VIDA DE LOS OTROS (Alemania, 2008)
5 EFAs para Alemania son excesivos. ¿Era mejor Good Bye, Lenin! que Dogville? ¿Y Contra la pared respecto a Mar adentro? ¿Y qué me decís del duelo Toni Erdmann versus Elle? Complicado... No nos mojamos. Lo que no admite duda es que La vida de los otros es un rotundo documento fílmico sobre la represión anterior a la caída del muro de Berlín y la cinta que mejor define el cine histórico que ha facturado la industria germana en las últimas décadas. La vida de los otros y Volver se repartieron las estatuillas como buenos hermanos: todos contentos.


1. 4 MESES, 3 SEMANAS, 2 DÍAS (Rumanía, 2007)
Los EFA deberían servir para reivindicar autores ocultos o cinematografías minoritarias. Ser una plataforma para demostrar la diversidad de nuestro audiovisual y no únicamente una excusa para engrosar las estanterías de autores y películas ya consagradas. Por ello, de estas 32 entregas de EFA, nos parece relevante colocar en la cúspide de aciertos 4 meses, 3 semanas, 2 días, la obra que puso al cine rumano en el mapa. A los EFA les encantan los drama sociales, pero este es muy especial: árido, tenso, inmisericorde, con un nervio inédito en su momento y no repetido hasta ahora. El pez pequeño se merendó al grande: ya era hora (¡y que se repita!). 

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