viernes, 4 de octubre de 2019

FESTIVAL DE SITGES 2019 (I) | INSTINTOS MATERNALES: DARLIN', BLOODLINE, THE NEST y CUANDO FUIMOS BRUJAS


DARLIN'
EE. UU., 2019. Dirección y guion: Pollyanna McIntosh
Sección del festival: Panorama Fantàstic

Concebida como una secuela libérrima de The WomanDarlin' incide en la figura del "niño salvaje" para criticar las oscuridades del sistema mediante la parodia, el drama y los códigos propios del fantástico. La actriz Pollyanna McIntosh se encarga también de dirigir y guionizar la película, un dato que no debe pasar por alto, ya que la historia, a diferencia de su original, contiene un fuerte discurso sobre la maternidad, los parias, la hipocresía religiosa y los instintos más primarios. En términos cinematográficos la película no pone patas arriba ninguna tesis ni abre nuevos frentes expresivos, pero sí ofrece 100 minutos entretenidos, de una vocación B muy transparente y cierta pericia para insuflar a la trama los giros y los guiños gore justos y necesarios. Su final, apoteósico aunque abrupto, hace pensar en una posible tercera parte que complete, más si cabe en tiempos de Trump, el muestrario de la Norteamérica violenta de nuestros tiempos. Lástima que, con mirada de 2019, la imagen de una niña con comportamientos animales, en el plano real y ficticio, resulte menos terrorífica que, por ejemplo, cualquier noticia de telediario.



BLOODLINE
EE. UU., 2019. Dirección: Henry Jacobson
Sección del festival: Oficial a concurso

No será ni el primer ni el último actor en dar un giro de ciento ochenta grados a su carrera. Seann William Scott, intérprete vinculado a la saga American Pie y a otras comedias juveniles, regresa a la gran pantalla con cambio de imagen y nuevo registro. En Bloodline, William Scott explora su lado oscuro, a imagen y semejanza del Michael C. Hall de la serie Dexter. Desde el despacho del instituto donde trabaja, el protagonista de Bloodline escucha todos los traumas personales y familiares de varios adolescentes. Primero, impávido. Luego, coincidiendo con el nacimiento de su primer hijo, de manera activa o, en otras palabras, matando a todos los adultos negligentes que lastran a sus alumnos. La premisa es poco sutil, si bien la película funciona como reflexión deformada del instinto de protección y paternidad, sobre el legado y la venganza. De nuevo, no será ni la primera ni la última cinta que aborde estas cuestiones, pero Bloodline juega hábilmente con las convenciones sociales y fílmicas: empieza a modo de slasher, con el asesinato de una mujer en el baño de un hospital, y termina con un último giro en que la feminidad se rebela como principal ente procreador y destructor. Tal y como están las cosas, puede considerarse que Bloodline, convenciones aparte, es una de las películas más valientes, incorrectas y estimulantes del último indie norteamericano. 



THE NEST (IL NIDO)
Italia, 2019. Dirección: Roberto De Feo
Sección del festival: Oficial a concurso

El cine italiano más reciente parece renegar del giallo, tan famoso décadas atrás. The Nest, uno de los pocos ejercicios de cine fantástico venidos de Italia que forman parte del catálogo sitgense, tiene como referencia narrativa y estética el cine norteamericano más estilizado. En una mansión, una madre sobreprotectora obliga a su hijo tetrapléjico a mantener una vida alejada de la civilización. Su director coquetea con el subgénero de las casas encantadas y juego al despiste durante todo el metraje, hasta tal punto que los personajes carecen de complejidad psicológica. Nada, a la postre, impacta y aterra. Y cuando el espectador asume el naufragio, la película cierra con un plano de inspiración zombi que incrementa la confusión de la platea. Prueba irrefutable de que lo mejor de The Nest es, paradójicamente, la película de muertos vivientes (o de vivos desalmados) que nunca llega a manifestarse en pantalla.



CUANDO FUIMOS BRUJAS (THE JUNIPER TREE)
Islandia, 1990. Dirección y guion: Nietzchka Keene
Sección del festival: Seven Chances

Después de una recuperación, remasterización y reivindicación tardía, el Festival de Sitges acoge en calidad de evento la proyección de Cuando fuimos brujas (The Juniper Tree), una de las películas islandesas más desconocidas, si bien la presencia en su reparto de la cantante Björk la ha visibilizado en determinados espacios de internet en los últimos años. Con la cara lavada y en pantalla grande, Cuando fuimos brujas presume de un blanco y negro bellísimo y una atmósfera mítica y mística que recuerda al cine de los tótems del audiovisual nórdico. Al morir su madre, tachada de bruja por una sociedad que nunca vemos en imágenes, dos hermanas se trasladan al corazón de la Islandia desértica y salvaje junto a un hombre viudo y su hijo. La confluencia de distintas dimensiones (la feminidad y la masculinidad, lo mágico y lo terrenal, la fiereza de los mayores y la inocencia de los pequeños), además de la impronta del paisaje, confieren a Cuando fuimos brujas una personalidad única, en cuyas entrañas se esconde una historia que bascula entre la misoginia y el feminismo. Sus profusas pausas en forma de fundidos a negro y su apego por la cuentística y el folklore musical suman atractivos a una película tan apocada como imponente, dirigida por una cineasta norteamericana, rodada a trompicones y entre estrecheces en 1986 y estrenada en el escaparate de Sundance en 1991. Un título importante más allá del (re)conocimiento de esa (contra)figura del pop que es Björk, aunque el fan entregado encontrará muchas conexiones entre Cuando fuimos brujas y el universo de la artista: ahí están los videoclips de Jóga Bachelorette o los personajes que subyacen en las letras de Isobel Hyperballad


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