lunes, 16 de septiembre de 2019

CRÍTICA | QUIEN A HIERRO MATA, de Paco Plaza



QUIEN A HIERRO MATA
España, 2019. Dirección: Paco Plaza Guion: Jorge Guerricaechevarría y Juan Galiñanes Música: Maika Makovski Fotografía: Pablo Rosso Reparto: Luis Tosar, Xoán Cejudo, Enric Auquer, Ismael Martínez, María Vázquez, Dani Currás, Pablo Guisa Koestinger, Marcos Javier Fernández Eimil, María Luisa Mayol, Víctor Duplá, Alberto Abuín Género: Thriller Duración: 100 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 30/08/2019
¿De qué va?: Mario trabaja como enfermero en una residencia de ancianos. La llegada de un nuevo interno, el narcotraficante Antonio Padín, despertará en él un episodio de su pasado. En paralelo, los hijos del anciano quedan al mando del negocio familiar y su primera operación termina de una manera inesperada.




A Paco Plaza le encantan los retos. Estuvo vinculado al sello Fantastic Factory, rodó el documental sacacuartos de Operación Triunfo, dio forma a la saga Rec para posteriormente reinventarla en su gloriosa tercera parte y más recientemente firmó con Verónica la película de terror ibérico más imponente de la década. Con este currículum, no debería sorprender a nadie que Quien a hierro mata, enésimo cambio de ruta, sea un thriller sobre la venganza con la Galicia del narcotráfico como telón de fondo. Al calor, probablemente, de títulos de moda como la serie Fariña. Con la voluntad de llegar a un público amplio, accidente colateral de tener a Netflix en la producción, aunque sin perder su querencia por las tramas y las escenas duras. ¿Un Plaza diferente? Sí, pero no. Si acaso, un Plaza que no deja de explorar caminos nuevos.


Por todo lo dicho, no cuesta imaginar la atracción que sintió Plaza ante la lectura del guion que firman Jorge Guerricaechevarría y Juan Galiñanes. También el interés de Atresmedia por financiar un producto que participa de la ola creciente de thriller español, muy negro, muy americanizado y, en el fondo, muy nuestro. Lo que sí sorprende, no precisamente para bien, son los derroteros erráticos que toma la película: de unos flashbacks subrayadores, desagradables e invasivos "porque sí", a un estilo de plano cerrado, tonos grisáceos y escenas ralentizadas, muy conscientes de su negrura, pero incapaz de contagiar la corrupción moral de sus personajes. A pesar de un reparto excelso, con visos de Goya. A pesar de secuencias tan bien ejecutadas como la redada policial, propia del mejor Daniel Monzón o incluso con sabor a Kike Maíllo. A pesar, incluso, del propio Plaza.


En descargo, o tal vez no, de su director, lo peor de Quien a hierro mata es su libreto, que suma casualidades poco creíbles, personajes planos y un mensaje que raya lo evidente. El enfermero que interpreta Luis Tosar intriga al inicio, pero cuando sus planes resultan meridianamente claros la película se limita a concatenar líos y aprietos varios, con un epílogo innecesario. Y mientras, el espectador ni siente ni sufre ni conecta con ese hombre gris que el guion dota de sangre, pero no de carne y hueso. Queda, en síntesis, la furia al servicio de una moraleja que, por literal, se antoja banal. Justamente la ética y la estética que sintetiza el último fotograma: seca, a bocajarro, dotada de ingenio formal y en el fondo masticada para que el gran público la digiera, si no con gusto, sí al menos con cierta facilidad. 


Pero la sed de vendetta es tan humana como contradecirse, enfangarse y errar en el intento: de ahí que el protagonista de Quien a hierro mata conserve la integridad del tipo bueno que actúa como un villano, o que Plaza siga siendo uno de los directores más estimulantes de la actualidad. Con motosierra literal o hierro simbólico, vaya de la licantropía decimonónica al espiritismo noventero. Esperamos con curiosidad su próximo trabajo.



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