martes, 23 de julio de 2019

Especial TAKESHI KITANO: Críticas de SONATINE y HANA-BI: FLORES DE FUEGO


SONATINE 
Festival de Cannes: Un certain regard
Japón, 1993. Dirección y guion: Takeshi Kitano
¿De qué va?: La banda de gángsters que lidera Murakawa se traslada de Tokio a Okinawa para participar en una guerra de bandos. El conflicto se intensifica y los cabezas de los clanes deben refugiarse en una casa perdida en mitad de la nada. Ficha completa
Reparto: Takeshi Kitano, Aya Kokumai, Tetsu Watanabe, Susumu Terajima, Masanobu Katsumura, Tonbo Zushi, Ken'ichi Yajima, Eiji Minakata Música: Joe Hisaishi Fotografía: Katsumi Yanagishima Género: Drama Duración: 94 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 25/09/1998.

El León de oro de Hana-bi: Flores de fuego motivó el estreno en España de Sonatine, una película que hasta ese entonces se había distribuido únicamente en formato doméstico. Casualidad o no, dos historias que empiezan con arrebatos violentos y terminan en la calma tensa de una playa, con una candidez cortante, todo contradicciones, que el japonés llevaría a su máxima expresión en El verano de Kikujiro. En la ficción, Kitano encarna un gángster que acepta apoyar a un clan amigo ante la amenaza de una guerra entre yakuzas. El espectador se espera una hipérbole de sangre y balas, pero la historia se encierra en un locus amoenus fugaz. Vemos el Kitano más inocente, aunque en su mirada se percibe la picardía de un tipo malo. Se relaciona con dos de sus ayudantes: se ríe "con ellos", pero sobre todo "de ellos". Se deja manipular, a conciencia, con resignación, como el samurai que posterga su hara kiri; sirviéndose de la inteligencia, puede que locura transitoria, del que sabe que sus días están contados. Sonatine es un relato brutal y bonito, el título que internacionalizó la filmografía de su artífice. El fotograma de su cara con una pistola en la sien es una de las imágenes más poderosas de la contemporaneidad. En su momento, muchos la vimos con una euforia adolescente, con el recuerdo muy vívido del thriller norteamericano y la huella de Tarantino. Ahora, volvemos a ella con otro temple, con el convencimiento de que Sonatine, rescatada de las catacumbas de los videoclubes, ya es un clásico moderno. O, si se quiere, eso tan rimbombante llamado "obra maestra".




HANA-BI: FLORES DE FUEGO
Festival de Venecia: León de oro
Japón, 1997. Dirección y guion: Takeshi Kitano  
¿De qué va?: La enfermedad de su esposa y la discapacidad de su mejor amigo hacen que Nishi, un hombre introvertido, se plantee abandonar la policía. Antes de retirarse, deberá saldar varias cuentas pendientes. Ficha completa
Reparto: Takeshi Kitano, Kayoko Kishimoto, Tetsu Watanabe, Ren Osugi, Susumu Terajima, Yasuei Yakushiji, Tarô Itsumi, Makoto Ashikawa, Yuko Daike, Yasuei Yakushiji, Tsumami Edamame, Tokio Seki Música: Joe Hisaishi Fotografía: Hideo Yamamoto Género: Drama Duración: 103 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 04/09/1998.

Tras sufrir un accidente de tráfico, Takeshi Kitano perdió parte de la movilidad de su rostro. Durante su convalecencia, se aficionó a la pintura y reformuló una carrera que, hasta ese entonces, estaba vinculada al thriller de yakuzas. El cambio empezó con esta Hana-Bi: Flores de fuego, ampliación íntima y perturbadora, con ligeros toques de comedia entre absurda y apesadumbrada, de una fórmula que ha quedado grabada para siempre en el imaginario cinéfilo. Kitano, con su rictus severo, su bondad infinita y sus ramalazos de violencia expresionista, cuenta las tribulaciones de un hombre que es incapaz de gestionar la culpabilidad, la pérdida y las dobleces de un trabajo que le obliga a mantener contactos con policías y mafiosos. La narración avanza bajo un espesor enrarecido y culmina con un ocaso a orillas del mar. Hay contención. Ninguna voluntad de enjuiciar las decisiones de su personaje. Un juego de tiempos verdaderamente prodigioso: sigue resultando notable la yuxtaposición de flashbacks, presentes, sensaciones y cuadros del propio Kitano, como si la narración no pudiera distinguir lo real de lo imaginado. Y, por encima de todo, la cara, el cuerpo, la presencia en su amplio sentido de un Kitano que, sin apartar su mano diestra de la pistola, nos mostró por primera vez su corazón. Un ejercicio de desnudez artística que mereció una ola de cálidas reseñas en todo el mundo.


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