lunes, 26 de marzo de 2018

CRÍTICA | VELOZ COMO EL VIENTO, de Matteo Rovere


La vida, a mil revoluciones
VELOZ COMO EL VIENTO
6 premios David di Donatello, incluyendo mejor actor protagonista
Italiam 2016. Dirección: Matteo Rovere Guión: Filipino Gravino, Francesca Maniere y Matteo Rovere Música: Andrea Farri Fotografía: Michele D'Attanasio Reparto: Stefano Accorsi, Matilda De Angelis, Roberta Mattei, Paolo Graziosi, Tatiana Luter, Rinat Khismatouline, Lorenzo Gioielli, Giulio Pugnaghi Género: Drama. Deporte Duración: 120 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 28/03/2018
¿De qué va?: La familia De Martino está muy vinculada a los motores. Mario es el principal representante de su hija Giulia, una joven piloto que sigue la estela de su hermano Loris, retirado debido a sus drogadicciones. Al morir Mario, Giulia no puede seguir adelante con el taller familiar y se encuentra al borde del desahucio. Loris, tras años desvinculado de los suyos, regresa para ayudarla.




El automovilismo, cuya popularidad y seguimiento no ha hecho más que crecer en los últimos años, apenas se había asomado al cine en forma de documentales y películas de acción, casi siempre con el objetivo de disparar la testosterona de su público masculino. La pasión por los motores, más allá de piruetas formales y escenas aparatosas de Hollywood, no había sido explotada como eje narrativo de una ficción: esa es la novedad de la italiana Veloz como el viento, un cuento que recurre a la mística de los coches de carreras para dar relieve al drama de dos hermanos al borde de la marginalidad. El cine italiano, en su fascinación por los bajos fondos, ha encontrado un filón expresivo que, a juzgar por los 6 David di Donatello recabados por la cinta, sí ha tenido un amplio éxito en su país. Fuera de Italia, con todo, resta kilómetros el buenismo, por otra parte tan propio también del último cine itálico, de la propuesta: como se podía esperar, la adicción por la velocidad se explota, primero como perdición y finalmente como expiación, sin medias tintas y, en sus últimas escenas, con el triunfalismo de un ganador que descorcha la botella de champán en lo alto del podio. Una lástima, porque Veloz como el viento contaba a priori con los suficientes atractivos como para correr varias curvas por delante de la dramedia mediterránea. A falta de bólidos, la obra puede presumir de pilotos: Matilda De Angelis es una de las revelaciones europeas más interesantes de los últimos años, y Stefano Accorsi consigue la interpretación más potente de su carrera. Suficiente, pese a sus lugares comunes, para llegar a boxes con la dignidad de quien ha cambiado las reglas del juego.


Para amantes del acelerador y de historias con corazón.
Lo mejor: Stefano Accorsi.
Lo peor: Quiere gustar a todos sin implicarse demasiado en las partes oscuras de la trama.


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