jueves, 8 de febrero de 2018

CRÍTICA | YO, TONYA, de Craig Gillespie


Soñando, soñando... triunfé patinando
YO, TONYA
Toronto: Finalista del premio del público. 3 nominaciones a los Globos de oro y 2 a los SAG
EE. UU., 2017. Dirección: Craig Gillespie Guión: Steven Rogers Música: Peter Nashel Reparto: Margot Robbie, Sebastian Stan, Allison Janney, Bobby Cannavale, Caitlin Carver, Julianne Nicholson, Bojana Novakovic, Mckenna Grace, Paul Walter Hauser, Renah Gallagher, Amy Fox, Ricky Russert, Jeffery Arseneau, Bobby Akers, Suehyla El-Attar, Kaleigh Brooke Clark, Catherine Dyer, Joshua Mikel, Jason Davis Género: Drama biográfico. Deporte Duración: 115 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 23/02/2018
¿De qué va?: La vida de Tonya Harding, prodigio del patinaje sobre hielo desde los 4 años, estuvo marcada por las conflictivas relaciones con su madre y su novio. A principios de los 90, su implicación en la agresión de una de sus competidoras acabó con su carrera profesional. Ésta es su historia. Su verdadera historia. O al menos eso parece.


El cine siempre ha sentido una especial fascinación por los valores asociados al deporte, al fulgor de sus estrellas y a toda la dialéctica relacionada con el sueño americano. Yo, Tonya, en este sentido, forma parte de una larga tradición de películas de raíz yanki que aparecen al calor de cada temporada de premios, aunque su presencia en este recién inaugurado 2018 resulta especialmente recurrente por varios motivos. Primero, porque, tras el auge de las plataformas digitales y el buen hacer de las docuficciones televisivas, quedaba en entredicho la capacidad del séptimo arte por abordar vidas de celebridades varias desde puntos de vista novedosos, fieles a los hechos reales y a la vez relevantes en términos estrictamente cinematográficos. Segundo, porque, en unos tiempos donde tenemos una ingente cantidad de información a golpe de un click y nuestra memoria audiovisual suma demasiados fotogramas de impacto, es difícil servirse de un material ya existente y dotarlo de la autenticidad suficiente como para dejar una huella profunda en el espectador. Y tercero, porque, en la tendencia constante, no sólo de la esfera indie, de tamizar cualquier asunto por la vía del humor y de anteponer el discurso a los personajes que lo vehiculan, el celuloide parece estar perdiendo la magia de antaño por (des)mitificar todo aquello que sucede en la gran pantalla. Por suerte, la cinta de Craig Gillespie, hasta la fecha un director con una trayectoria no especialmente brillante, hace frente a todos los obstáculos y consigue un documento lúcido sobre la competitividad, la violencia y la complejidad psicológica de Tonya Harding, la patinadora sobre hielo más controvertida de la historia. En el intento, salen reforzadas Margot Robbie y Allison Janney, merecedoras de todos los galardones. También la propia Tonya Harding, cuyo misterio se acrecenta gracias a una narración nada manipuladora, llena de matices y abierta a interesantes reflexiones. Y, de paso, ese cine biográfico que estaba tan apegado a los formulismos de siempre. El veredicto está tan claro como las puntuaciones numéricas de los jurados olímpicos: Yo, Tonya no es una obra maestra, pero sí una de las sorpresas más agradables del cine reciente.


Para aficionados a los biopics sin caricaturas.
Lo mejor: Su ritmo ágil y el buen gusto de las escenas de patinaje.
Lo peor: ¿De verdad la madre de Tonya era tan tan TAN mala? De ser así, queremos un film sólo para ella.


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