lunes, 26 de febrero de 2018

CRÍTICA | SIN RODEOS, de Santiago Segura


No quiero más dramas en mi vida
SIN RODEOS
España, 2018. Dirección: Santiago Segura Guión: Benigno López, Santiago Segura, Diego Ayala y Nicolás López, a partir de Sin filtro, película chilena dirigida y escrita por Ayala y López Fotografía: Kiko de la Rica Música: Roque Baños y Tessy Díez Reparto: Maribel Verdú, Candela Peña, Diego Martín, Rafael Spregelburd, Cristina Pedroche, Santiago Segura, Cristina Castaño, Bárbara Santa-Cruz, David Guapo, Toni Acosta, Olvido Gara "Alaska", Enrique San Francisco, Mario Vaquerizo Duración: 85 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 02/03/2018
¿De qué va?: A pesar de tener una vida perfecta, Paz siente una angustia en el pecho que no le deja respirar. Un día agotador y una visita a un vidente harán el resto para poner patas arriba su existencia.



Hace veinte años, Santiago Segura sentó con Torrente las bases de la comedia gamberra. Se trataba de reírse de la "españolada" de antaño para aniquilarla y, al mismo tiempo, darle nueva vida. Pero, sobre todo, para hacer guasa de los males modernos, también ancestrales, de nuestra sociedad. Ya se sabe: todo tópico tiene parte de verdad y toda exageración produce cierta vergüenza acompañada de risa catártica. Parte de lo dicho sobrevuela Sin rodeos, la desmedida y por ello identificable rutina de una ejecutiva. Su desgracia afecta a cosas muy nimias que nos han pasado a todos, como que se te caiga la tostada al suelo por el lado de la mermelada o que la compañía telefónica de turno te tenga largas horas con la oreja pegada al móvil para hacer una gestión muy sencilla. También, en general, a su situación de pareja, laboral, vecinal, círculo de amistades y vínculos familiares. La pobre no da ni una, y desde la butaca uno identifica su impotencia, esa mala suerte que, por ser un cúmulo de pequeños detalles que van colmando el vaso, no merecen la palabra "desdicha". Llegados a este punto de la trama, uno espera que Segura dé un quiebro a la historia y ofrezca su particular "relato salvaje", una especie de "día de furia baturro". Con esa soltura soez que le caracteriza. Y ese momento, por desgracia, nunca llega. A partir de un recurso que parece inspirado en la Alice de Woody Allen, si bien Sin rodeos es un trasunto de otro film latinoamericano, Santiago Segura se acontenta con hacer desfilar a sus colegas diciendo frases grotescas, en situaciones satíricas y una resolución pasada de almíbar. Y el público, anonadado, va recomponiéndose como puede, asimilando que Segura no sólo se ha traicionado a sí mismo, sino a la comedia en su sentido más amplio. Sin rodeos, en resumen, empieza sugerente y termina en el ridículo. Como cuando el amiguete de turno que resultaba simpático decide, por las bravas, ir de listillo. Decepción.


Para fieles a las chorradas de Atresmedia.
Lo mejor: Su estudiada campaña de márketing.
Lo peor: Hacer que Maribel Verdú (sí: ¡Maribel Verdú!) parezca una actriz mediocre.


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