jueves, 22 de febrero de 2018

CRÍTICA | ROMAN J. ISRAEL, ESQ., de Dan Gilroy


Corrupción en Los Ángeles
ROMAN J. ISRAEL, ESQ.
Nominación al Óscar, Globo de oro y SAG al mejor actor protagonista
EE. UU., 2017. Dirección y guión: Dan Gilroy Fotografía: Robert Elswit Música: James Newton Howard Reparto: Denzel Washington, Colin Farrell, Carmen Ejogo, Shelley Hennig, Nazneen Contractor, Amanda Warren, Andrew T. Lee, Cynthia Dallas, Niles Fitch, Dominic Pace, Pablo Ramos, Ludwig Manukian, Margaret Newborn, Elisa Perry, Jean-Pierre Mouzon, Jocelyn Ayanna, Vince Cefalu Género: Drama. Thriller Duración: 125 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 04/05/2018
¿De qué va?: Cuando su mentor fallece, Roman J. Israel descubre que el bufete de abogados en el que trabajaba está al borde de la ruina y sanea sus cuentas aceptando causas vinculadas a la mafia. A partir de ese momento, Roman tiene dos opciones: defender su vocación idealista por su cuenta o seguir vinculado a su empresa, que pasa a estar dirigida por un abogado mucho más joven y ambicioso que él.




Dan Gilroy explora en Roman J. Israel, Esq. el lado oscuro del sistema penal que gobierna una urbe como Los Ángeles. Ese marco urbano, contexto de Nightcrawler, anterior trabajo del realizador, aparece en pantalla como una mole de rascacielos, barrios periféricos y una red intransitable de carreteras y vías de metro. Aunque su ópera prima estaba retratada desde la mirada psicópata de su protagonista, y por mucho que el abogado que interpreta aquí Denzel Washington abrace causas de forma desinteresada, ambas películas ofrecen la posibilidad de acercarnos al abismo de la corrupción, a la visualización de esa fina línea que separa lo moral de lo deleznable. No es baladí que en ambos títulos tengamos personajes marginales de caracteres tan imprevisibles, ni que el discurso de Nightcrawler, cinta nocturna y callejera, mute ahora en esta Roman J. Israel, Esq., cuya trama sucede en las plantas más altas de distintos edificios, tanto de oficinas como residenciales, incluso carcelarios. 


Allá donde Nightcrawler respondía con violencia, ironía y una historia que tomaba derroteros inesperados a medida que avanzaba, Roman J. Israel, Esq. sigue al dedillo las rutinas habituales del cine judicial, con el añadido que el excéntrico perfil de su protagonista no alcanza los vuelos de atracción-rechazo que sí conseguía Jake Gyllenhaal. Queda, en resumen, una película atractiva, irregular, un tanto críptica, excesivamente ambigua por culpa de un guión que, de forma intuímos que premeditada y también desacertada, nos niega la posibilidad de conocer otras facetas, en caso de haberlas, de su abogado con tics propios de un enfermo de Asperger. Pero, por encima de sus deméritos, de ella permanece la certeza de que "algo va mal", la paranoia de nuestros tiempos. Una sensación desagradable de indefensión e impotencia, como la que embarga a Roman cuando, al regresar a casa tras una jornada de militancia en la sombra, debe soportar el ruido de las obras de la casa que colinda con su piso.


Para interesados en asuntos de leyes.
Lo mejor: Washington, un actor capaz de defender personajes muy ingratos.
Lo peor: Su guión es muy caótico.


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