miércoles, 3 de enero de 2018

CRÍTICA | UNA VIDA A LO GRANDE, de Alexander Payne


Cuestión de géneros y tamaños
UNA VIDA A LO GRANDE (DOWNSIZING)
Nominada al SAG y Globo de oro a la mejor actriz secundaria. Venecia: sección oficial
EE. UU., 2017. Dirección: Alexander Payne Guión: Alexander Payne y Jim Taylor Fotografía: Phedon Papamichael Música: Rolfe Kent Reparto: Matt Damon, Christoph Waltz, Hong Chau, Kristen Wiig, Jason Sudeikis, Udo Kier, Neil Patrick Harris, Laura Dern, Margo Martindale, Kerri Kenney, Maribeth Monroe, Niecy Nash, Donna Lynne Champlin, Joaquim de Almeida, Rolf Lassgård, Ingjerd Egeberg, Søren Pilmark, Jayne Houdyshell, James Van Der Beek, Patrick Gallagher, Kevin Kunkel, Kristen Thomson, Brendan Beiser, Don Lake, Mary Kay Place, Juan Carlos Velis, Veena Sood, Jeff Clarke, Pepe Serna Género: Tragicomedia social. Ciencia ficción Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 22/12/2017
¿De qué va?: Unos científicos noruegos descubren un mecanismo que permite empequeñecer a la población. Años después, el hallazgo se expande por todo el mundo y la sociedad recurre a esa técnica para evitar los males asociados a la superpoblación. Paul, un hombre de vida gris, acepta iniciar el proceso junto a su esposa. Al despertar del tratamiento, descubre que su mujer le ha dejado sólo. Obligado a vivir en un mundo que no conoce con apenas 15 centímetros, el día a día de Paul sufre un cambio radical.




Todas las películas de Alexander Payne, mejores o peores, están cargadas de diversión, discurso y sensibilidad. Todas son diferentes entre sí y a la vez pueden describirse en bloque como el viaje, físico o emocional, a pie o por carretera, que emprenden unos personales normales a los que les suceden eventos extraordinarios. Una vida a lo grande, en consonancia con la máxima de Payne de "ser coherente" pero "sin repetirse", es también la travesía de un norteamericano prototípico, ni muy fracasado ni afortunado en exceso, justamente esa medianía revestida de mediocridad que representa un actor como Matt Damon, capaz de dar vida al colega del bar o al jefe que abofetearíamos sin dudarlo, pero también al héroe de una gran superproducción. La novedad de este periplo es una cuestión de tamaños y de géneros: puede decirse que Payne consigue aquí su primera película de ciencia ficción, etiqueta que el director toma con matices y que reformula en una narración que funciona por bloques, a trompicones, yendo de metamorfosis en metamorfosis. Aquí la odisea es mayor y tal vez menos satisfactoria: Una vida a lo grande está aquejada de cierto gigantismo y quiere ser demasiadas historias a la vez, "abarcar mucho" a riesgo de "no contar nada". Con todo, es innegable que estamos ante una película preñada de buenas ideas, con pasajes sumamente gozosos, hallazgos visuales nada desdeñables y personajes memorables, como esa limpiadora asiática que hace acto de presencia en el minuto 70 para cambiarlo absolutamente todo (y, de paso, llevarse más de una nominación de la presente temporada de premios). En resumen, pese a su caos, Una vida a lo grande es una distopía agradable que cuestiona el orden establecido: entre sus palos hay espacio para hablar de la familia, los límites de la ciencia, la sociedad contemporánea, la ecología y el mundo laboral. Es la creación de su artífice más cercana a las formas de Jonze, Gondry y Kaufman, y aún así el Payne más genuino, el que sigue preguntándose cómo podemos ser felices en un mundo frustrado y frustrante, sigue haciendo acto de presencia. Digan lo que digan las malas críticas, una cinta destinada a ser objeto de estudio y de culto.



Para buscadores de rarezas.
Lo mejor: La energía de Hong Chau
Lo peor: La trama cambia cada diez minutos y eso puede despistar a más de uno.


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