martes, 26 de diciembre de 2017

CRÍTICA | CALL ME BY YOUR NAME, de Luca Guadagnino


Llámame por tu nombre y yo te llamaré por el mío
CALL ME BY YOUR NAME
San Sebastián: Sección Perlas. 3 nominaciones a los Globos de oro, incluyendo mejor película
Italia, 2017. Dirección: Luca Guadagnino Guión: James Ivory y Luca Guadagnino, a partir de la novela homónima de André Aciman Música: Sufjan Stevens Fotografía: Sayombhu Mukdeeprom Reparto: Timothée Chalamet, Armie Hammer, Michael Stuhlbarg, Amira Casar, Esther Garrel, Victoire Du Bois Género: Drama romántico Duración: 130 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 26/01/2018
¿De qué va?: Verano de 1983. Elio, un joven de 17 años, pasa sus vacaciones en la villa que tienen sus padres en el norte de Italia. A la casa llega Oliver, un alumno de su padre. La atrayente y encantadora presencia de Oliver tendrá efectos inesperados en Elio.



Probablemente ninguno de nosotros recuerde un verano de adolescencia que supusiera un crecimiento personal a distintos niveles o que nos ayudara a tomar conciencia de nuestro entorno y de nuestra propia existencia. Lo dicho, no vamos a negarlo, es una convención poética que no hemos vivido de primero mano, pero sí hemos sentido gracias a la literatura, al cine y al arte en todas sus expresiones. Esa es la magia de la ficción: fijar fotogramas y crear realidades que asumimos como ciertas cuando en verdad, como los sueños, forman parte de un todo abstracto. Call me by your name, historia de amor febril y estival, tiene la arrebatadora capacidad de producir en el espectador un torrente de sensaciones, con independencia de su bagaje o de su sexualidad, aun cuando somos conscientes de que nada de lo proyectado en pantalla nos atañe de manera directa. Todas las imágenes de Guadagnino son reconocibles y ostentan el valor de lo universal, casi de lo eterno. Así, la sucesión de días tranquilos, tardes ociosas y noches en duermevela que recoge la película en sus 130 minutos de metraje se queda grabada a fuego en la memoria y pasa a formar parte de lo vivido, no de lo visto. Y en ese recuerdo sigue retumbando la voz intensa de Armie Hammer, la silueta pícara de Timothée Chalamet, los diálogos que amenizan las comidas familiares, las confesiones que acompañan a cada paseo en bicicleta o ecos abstractos en forma de latinismos, notas al piano, crujidos de puertas y sollozos en silencio, ya sea para expresar deseos, lloros u orgasmos. Call me by your name es una película mágica, y a la vez un relato sin complejos, tan entregado a la causa romántica como su joven protagonista, y a la postre tan doloroso como la llamada de teléfono de la última escena. Porque Guadagnino, tras un espejismo hedonista, nos despierta de forma brusca de una historia que tiene los efectos de un baño de sol, reconfortante y modorrado. Y a nosotros sólo nos queda llorar a moco tendido con ese portento llamado Chalamet, tratando de discernir aquello que fue de lo que pudo haber sido, sobreponiéndonos a los efectos avasalladores que sólo producen las grandes obras maestras.


Para buscadores de historias de amor sin complejos.
Lo mejor: Chalamet brinda la mejor interpretación del curso.
Lo peor: Hay poco que reprochar.


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