lunes, 4 de septiembre de 2017

CRÍTICA | SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN (SIX DEGREES OF SEPARATION), de Fred Schepisi


Adivina quién viene a cenar esta noche
SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN (SIX DEGREES OF SEPARATION)
Nominación al Óscar y al Globo de oro a la mejor actriz protagonista (Stockard Channing)
EE. UU., 1993. Dirección: Fred Schepisi Guión: John Guare, a partir de su obra de teatro homónima Fotografía: Ian Baker Música: Jerry Goldsmith Reparto: Will Smith, Stockard Channing, Donald Sutherland, Ian McKellen, Bruce Davison, Heather Graham, Anthony Michael Hall, Eric Thal, Richard Masur, Anthony Rapp, Catherine Kellner, J.J. Abrams Género: Tragicomedia Duración: 105 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 23/06/1995
¿De qué va?: Paul, un joven afroamericano que se presenta como el hijo de Sidney Poitier, irrumpe en el piso de los Kittredge, dos reputados marchantes de arte. El chico dice ser compañero de universidad del hijo del matrimonio. Arrebatados por la personalidad del desconocido, y acompañados por un compañero de trabajo que está interesado en adquirir un cuadro por una cuantiosa suma de dólares, los Kittredge organizan una cena para conocer más a fondo a Paul. A la mañana siguiente, distintos sucesos alterarán el devenir de unos y de otros.


Basada en una obra de éxito en Broadway a principios de los 90, Seis grados de separación es una singular historia sustentada en la no menos curiosa teoría según la cual todos los seres humanos del planeta están conectados por una cadena de seis conocidos. El guión de John Guare, en lugar de llevar al límite ese principio, base de gran parte de las "historias cruzadas" cinematográficas, conserva su estructura teatral para explicar la influencia que tiene Paul (Smith), un joven negro que dice ser hijo de Sidney Poitier, en distintos personajes. Si bien el desasosiego se expande en distintos espacios y en boca de todo el reparto, la película alcanza sus mejores cuotas cuando la trama se limita a las cuatro paredes del lujoso apartamento que ostentan Ouisa (Channing, nominada al Óscar) y Flan Kittredge (Sutherland), y por lo tanto cuando la historia parece no haber explotado todas sus vías ni enseñado todas sus cartas. Por desgracia, lo que sigue a ese fortuito y dilatado encuentro es una película que se va diluyendo poco a poco, un vodevil que satiriza con muy poco tino la pedantería de la élite neoyorkina (para colmo, con ínfulas del Allen más atropellado). Al final la sensación es que el film de Schepisi contiene más ruido que palabras, más recreación que verdad. El capricho llega hasta tal punto que los citados "seis grados" podrían ser cinco, siete o el número que se quiera, porque la película no parece refutar ni seguir los principios de ningún credo. Queda una cinta muy difícil de etiquetar, sin apenas argumento, que tan pronto critica el vacío de sus personajes burgueses como se entrega a él sin remedio. Y a pesar de todo, quien escribe tiene la extraña impresión que los buenos momentos de su primer tramo justifican sobradamente su visionado. Lo dicho: un título que discurre entre el caos y la confusión.


Para espectadores que cuentan anécdotas cinéfilas en todas las cenas de amigos.
Lo mejor: La figura del timador, tan atractiva dentro y fuera de la gran pantalla.
Lo peor: Su petulancia.


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