sábado, 15 de julio de 2017

CRÍTICA | LOS JUNCOS SALVAJES, de André Téchiné


LOS JUNCOS SALVAJES
4 premios César, incluyendo mejor película y dirección
Francia, 1994. Dirección: André Téchiné Guión: André Téchiné, Gilles Taurand y Olivier Massart Reparto: Élodie Bouchez, Gaël Morel, Stéphane Rideau, Frédéric Gorny, Michéle Moretti, Jacques Nolot Fecha de estreno en España: 21/04/1995 Tráiler: Link


Crítica José: André Téchiné logra una dirección elegante y un tratamiento sin deformaciones: aborda el tema de la sexualidad adolescente de una forma serena, íntima y honesta, sin desequilibrios ni los malos entendidos en los que caen la mayoría de películas de temática similar. Los juncos salvajes es una película sincera y respetuosa, enmarcada en un lugar adecuado, y en un tiempo correcto. Se exponen las diferentes situaciones de los jóvenes con respeto, y las disecciona minuciosamente, mostrando su inseguridad pero también su madurez, sacando de todo ello una serie de reflexiones interesantes y una historia hermosa. Nota: 8 / 10


Crítica Mayra: Los juncos salvajes es un relato interesante sobre los conflictos internos de sus jóvenes protagonistas. La cinta dibuja sobre un lienzo en blanco las personalidades de cada uno de sus personajes hasta dar como resultado una obra final con muchos matices, de gran profundidad y sumamente conmovedora. La historia de Téchiné, alejada de los tópicos norteamericanos a la hora de retratar la juventud, y ambientada en una guerra que no se percibe pero funciona como vehículo conductor de la trama, nos presenta jóvenes variopintos en plena etapa de despertar sexual, de descubrimiento y exploración de sí mismos y de su entorno. Los juncos salvajes es un atractivo retrato de una juventud europea y sesentera con curiosas ideas, pasiones y tensiones, lo cual, aunado a la notable labor interpretativa de sus jóvenes actores, enriquece el relato de tal manera que se obtiene una obra muy humana y agradable. Nota: 7 / 10


Crítica Ronnie: Téchiné dirige una trama que se basa en las relaciones propias de la adolescencia, con cambios y experiencias que definen el descubrimiento del amor y la atracción física. La forma en que lo cuadra resalta sobretodo por la veracidad de su relato, la forma en la que sus personajes reaccionan a su entorno a través de sus sentimientos por medio de impulsos y atracciones eróticas; todo esto, en medio de un trasfondo bélico, ya que la trama se desarrolla durante el conflicto armado entre Francia y Argelia. A pesar del esfuerzo del realizador por describir el mundo adolescente de una manera concisa, al final de la película no logramos despegarnos de esa sensación de superficialidad en el trato hacia unos persojaes que, a grandes rasgos, resultan bastante complejos. Con todo eso, Los juncos salvajes no deja de ser la madurez de estilo de un realizador que ha caraterizado su carrera por la forma en que examina las relaciones humanas, sin caer en sentimentalismos baratos y con el estilo más intimista posible. La película supuso un gran éxito en su país natal (Francia), sobre todo en las carreras de su elenco juvenil, con unas actuaciones correctas y una bella Élodie Bouchez. Sólo por la escena del río ya merece su viosionado. Nota: 7 / 10


Crítica Xavier: La concepción de Los juncos salvajes es bastante singular. André Téchiné, junto a otros directores del país, fue invitado por parte de la televisión pública francesa para filmar un mediometraje sobre su adolescencia. Al programa, que terminó por llamarse Tous les garçons et les filles de leur âge (en claro juego con la canción de Françoise Hardy), Téchiné aportó la pieza La chêne et le roseau, y de la ampliación de ésta surgió Los juncos salvajes, la ganadora del César más valiente (por su vinculación gay) y a contracorriente de la década de los 90 (se impuso a la taquillera El profesional (León), al éxito de crítica de Tres colores: Rojo y al drama de época típicamente galo que representaba La reina Margot). Un contexto sorprendente por varios motivos. En primer lugar, por el riesgo televisivo que suponía emitir en prime time el despertar (homo)sexual en la Francia de los 60, para más inri en un internado conservador y con la Guerra de Argelia como recurrente telón de fondo. En segundo término, por la valentía de una industria, la de nuestros vecinos, endémicamente apegada a los correctismos. Y, finalmente, por tratarse de un cineasta, Téchiné, de carrera dilatada pero en parte deslucida (su cine ha sido invisibilizado en la patria del chovinismo, ahí es nada). Ya lo dice el director en estos "juncos que se doblan pero siempre siguen en pie": cualquier tiempo pasado fue mejor, o al menos así lo percibimos desde el presente. Una melancolía luminosa a pesar de sus claroscuros que adquiere significaciones más grandes si pensamos en la dictadura del "correctismo" en la que vivimos a día de hoy. Porque ahora, más allá de los Pirineos, La vida de Adèle es prohibida por grupos ultracatólicos, el cine LGTBI se desnorta en provocaciones baratas, la cinefilia moderna carece de referentes y las películas que se producen apenas contienen una décima parte del decoro, la sensibilidad y la complejidad de una obra como la que nos ocupa. Rastros, pruebas, intuiciones, incluso certezas de la magna opus que es Los juncos salvajes. Nota: 8 / 10

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