viernes, 28 de abril de 2017

CRÍTICA | EL BAR, de Álex de la Iglesia



Caos en "El amparo"
EL BAR, de Álex de la Iglesia
Festival de Berlín: Sección oficial fuera de concurso
España, 2017. Dirección: Álex de la Iglesia Guión: Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría Música: Carlos Riera y Joan Valent Fotografía: Ángel Amorós Reparto: Blanca Suárez, Mario Casas, Secun de la Rosa, Carmen Machi, Jaime Ordóñez, Terele Pávez, Joaquín Climent, Alejandro Awada, Jordi Aguilar, Diego Braguinsky, Mamen García Género: Thriller. Comedia dramática Duración: 100 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 24/03/2017
¿De qué va?: Una mañana cualquiera, en un punto inconcreto del centro de Madrid, un grupo de desconocidos coincide en un bar madrileño. Al salir por la puerta, uno de los clientes recibe un disparo en la sien. ¿Qué ha pasado?


Al final de La comunidad, los beneficiarios del robo más famoso de todo el cine de Álex de la Iglesia se encontraban en un bar para celebrar su gesta. Ahora, cual actualización de ese retablo castizo, el bilbaíno vuelve a acudir a un espacio de máquinas tragaperras, tapas aceitosas y baños insalubres para brindarnos su nueva locura. Un lugar, dicho sea de paso, "tan nuestro" como "de todos", con una carga simbólica que el director explota y retuerce hasta sus últimas consecuencias. Una excusa más, y ya van varias, para dejar sobre la mesa ese lado oscuro que los humanos, en una situación extrema, escondemos o revelamos según nuestros intereses. Más allá de la metáfora, El bar es ante todo un divertimento malsano en tres actos que apela al humor nervioso marca de la casa. Primero, con una excelente presentación de personajes, apropiándose en algunos puntos de ciertos mecanismos teatrales. A mitad de metraje, con una fe tan ciega en teorías conspirativas que, de puro delirio, amenaza con echar al traste todo lo notable que atesoraba su tramo inicial. Y en su resolución, claustrofóbica y explícita, con una exhibición hemoglobínica que culmina, cómo no, en un "ascenso a las alturas", aun situándose en el subsuelo de alcantarillas (o mejor: cloacas). Del conjunto resta una narración cambiante, por defecto y casi por obligación, cuyo juicio dependerá de la capacidad de aguante de la audiencia y, sobre todo, de su tolerancia a los distintos cambios que De la Iglesia inserta con una habilidad pasmosa, aunque a muchos les pueda llevar a la pura indigestión. A quien escribe, acostumbrado a la bipolaridad de su artífice, El bar le resulta un nuevo perfeccionamiento, seguramente el más interesante desde Balada triste de trompeta, de ese despiporre cañí que entronca en formas y en ideas con nombres tan dispares como Berlanga, Fernán Gómez, Plaza y Balagueró. Sea como sea, una experiencia que no deja indiferente. Porque... ¿cómo salir del cine haciendo ver que "no ha pasado nada", como (aviso de spoiler) esa Blanca Suárez demacrada que en los títulos de crédito se confunde con la multitud de la capital? Si la normalidad imperante puede ser la muestra más evidente de enfermedad social, la alta cocina, cinematográfica o de la índole que sea, puede encontrarse en cualquier bar de mala muerte. Peliculón.


Para devotos De la Iglesia.
Lo mejor: Su inagotable nómina de sorpresas. Jaime Ordóñez está de Goya.
Lo peor: A mitad de relato, la historia "vigalondea" un poco.


Escucha la reseña de ALBERTO TOVAR de EL BAR en 
EL PODCAST DE C&R: CINE ESPAÑOL: ABRIL 2017

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