martes, 20 de diciembre de 2016

CRÍTICA | LOS EXÁMENES (BACALAUREAT), de Cristian Mungiu


Examen de conciencia
LOS EXÁMENES (BACALAUREAT), de Cristian Mungiu
Festival de Cannes: Mejor director. Premios EFA: nominación al mejor director y guión
Rumanía, 2016. Dirección y guión: Cristian Mungiu Fotografía: Tudor Vladimir Panduru Reparto: Adrian Titieni, Vlad Ivanov, Maria-Victoria Dragus, Ioachim Ciobanu, Gheorghe Ifrim, Emanuel Parvu, Valeriu Andriuta, Claudia Susanu, Adrian Vancica, Liliana Mocanu, Lia Bugnar, Tudor Smoleanu, Andrei Morariu, Rares Andrici, Constantin Cojocaru, Robert Emanuel Género: Drama. Thriller Duración: 125 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 25/11/2016
¿De qué va?: Romeo es un médico de 50 años que vive obsesionado con que su hija vaya a estudiar al extranjero. El día antes de sus exámenes finales, la chica es asaltada en mitad de la calle. A partir de entonces, Romeo pondrá en jaque a todo su entorno para conseguir que su hija sea aceptada en una universidad británica, aunque ello suponga mostrar su peor cara ante una comunidad que le respeta.



Mungiu, al igual que Porumboiu, Puiu, Serban o Peter Netzer, es un retratista de esa Rumanía que sigue atada a sus males endémicos, a la vez que acoge los vicios de Occidente a medida que se confirma su crecimiento social y económico. Esa dicotomía está muy presente en Los exámenes, enésima demostración de que las viejas costumbres corruptas siguen a la orden del día. Mungiu, como Farhadi, concibe el drama como un viaje sin retorno, una experiencia que debe abrir el alma y la conciencia del espectador. En ese cometido, por lo tanto, no basta con explicar hechos graves, sino convertir los fotogramas en retablos vivos y vívidos. En Los exámenes sobrevuela esa sensación de amenaza constante, de descenso en picado hacia la nada. De hecho, la narración se abre con una ventana rota tras la caída de una piedra, como si los peligros del exterior entraran de lleno en la familia protagonista para destruirla por completo. En ese vaivén de ruidos, sombras espectrales, llamadas telefónicas sin responder, zozobras fotográficas y otras estrategias propias de un maestro del desasosiego centroeuropeo, Mungiu construye la que seguramente es su película más discursiva. Su personaje principal entiende que, para activar el cambio social que representan las nuevas generaciones, a veces hay que sucumbir a praxis ilícitas, con todas las contradicciones que ello implica. En paralelo, Mungiu asume que ese discurso sólo es posible subrayando a cada momento el arrivismo de Romeo, el médico que lucha para salvar a su hija y, en el fondo, para salvarse a sí mismo. Esa insistencia es precisamente lo más cuestionable de Los exámenes, una película que, a la postre, depende tanto de su tesis que subraya sus postulados hasta la extenuación, incluso irritación. Por suerte la vehemencia de Mungiu se alía con su oficio habitual, por lo que la película, estando por debajo de lo visto en 4 meses, 3 semanas, 2 días y Más allá de las colinas, sigue siendo un ejercicio de gran cine. Mungiu pasa el examen con nota. Rumanía, con todo, suspende.


Para estudiosos de Europa, sus quiebros y sus evoluciones.
Lo mejor: Las dudas que restan tras el visionado.
Lo peor: Las certezas que Mungiu insiste en subrayar a cada momento.


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