martes, 18 de octubre de 2016

CRÍTICA | YO, DANIEL BLAKE, de Ken Loach


Una causa, un nombre
YO, DANIEL BLAKE, de Ken Loach
Festival de Cannes: Palma de oro. Festival de San Sebastián: Premio del público
Reino Unido, 2016. Dirección: Ken Loach Guión: Paul Laverty Música: George Fenton Fotografía: Robbie Ryan Reparto: Hayley Squires, Natalie Ann Jamieson, Dave Johns, Micky McGregor, Colin Coombs, Bryn Jones, Mick Laffey, Dylan McKiernan, John Sumner, Briana Shann, Rob Kirtley Género: Drama social Duración: 100 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 28/10/2016
¿De qué va?: Daniel es un carpintero de 59 años que acaba de someterse a una operación de corazón. Cuando se dirige por primera vez a un centro de ayudas sociales, el hombre se sorprende ante el desdén la administración británica. Ese día conoce a Rachel, una madre soltera que no sabe cómo tirar hacia adelante.


Dicen que a los ancianos no se les puede hacer cambiar ni de opinión ni de rutinas. Por nuestra parte, sería injusto pedir que Loach, a sus 80 años, altere ni que sea un ápice su cine militante. Loach es Loach: no hay más. Por eso sorprende que Yo, Daniel Blake, dentro de la filmografía del británico más activo y activista que se recuerde, sea una película tan cálida. Vehemente pero sensible. Repetitiva pero firme. Bien interpretada y con grandes diálogos. Surtida de golpes maestros como la magnífica presentación de Daniel, con la pantalla fundida a negro mientras el hombre, un carpintero en busca de subsidio tras una operación de corazón, intenta explicar a la funcionaria de turno a modo de voz en off por qué merece percibir dicha pensión. En paralelo al ritmo y al humor inteligentísimo que prima durante casi toda la función, el director británico se muestra menos imaginativo a la hora de acometer el final de la historia, una resolución que, por sus efectismos, parece especialmente diseñada para enervar al crítico de turno y meterse a gran parte del público en el bolsillo. Paradójico pero cierto. Asumo que Loach no inventa nada, pero me he descubierto con los ojos enjuagados al encenderse las luces del cine. Una historia de lucha y de amistad, un canto a aquello tan utópico de "la unión hace la fuerza". Al final tendremos que darle un beso en los morros a George Miller: visto lo visto, la Palma de oro de Yo, Daniel Blake está bastante justificada. No porque Loach haya conquistado en su senectud el cenit en su carrera, sino porque sus resortes narrativos siguen estando de rabiosa (y penosa) actualidad. Si Loach decide dar por cerrada su andadura, bien merece disfrutar del "descanso del guerrero". Y creedme: servidor es el primer sorprendido en escribir esto.


Para aquellos que nunca perdieron la confianza en el cine de Loach.
Lo mejor: La fuerza y la simpatía de sus personajes. Hayley Squires, todo un descubrimiento.
Lo peor: Decae un poco, sólo un poco, en su último cuarto de hora.


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