sábado, 22 de octubre de 2016

CRÍTICA | LA DONCELLA (THE HANDMAIDEN), de Park Chan-Wook


Criada y señora
LA DONCELLA (AH-GA-SSI, THE HANDMAIDEN), de Park Chan-Wook
Festival de Cannes: Sección oficial. Festival de Sitges: Premio del público
Corea del sur, 2016. Dirección: Park Chan-Wook Guión: Park Chan-Wook y Jung Seo-Kyung, a partir de la novela de Sarah Waters Música: Cho Young-Wuk Fotografía: Chung Chung-Hoon Reparto: Ha Jung-Woo, Kim Min-Hee, Jo Jin-Woong, Kim Tae-Ri, Moon So-Ri, Kim Hae-Suk Género: Drama histórico. Thriller erótico Duración: 145 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 02/12/2016
¿De qué va?: Corea del sur en plena colonización japonesa. Una joven es contratada por una rica heredera nipona como sirvienta personal. Encerrada en una mansión de inspiración británica, la joven se debatirá entre la atracción que siente por su ama y el truculento secreto que mantiene con un falso conde.


Tras el paréntesis que supuso en su carrera Stoker, Park Chan-Wook regresa a casa, con paso triunfal por Cannes y Sitges incluido, con La doncella (The Handmaiden), un nuevo relato de venganza, violencia y relaciones peligrosas en la Corea del sur de los años 30. Chan-Wook, tras su aventura estadounidense, ha estilizado sus formas en una película más preciosista; tan macabra como sus títulos cumbre, y al mismo tiempo más calmada, como si su furia quedara agazapada en los rictus hieráticos de la criada y la señora que protagonizan la historia. 


En La doncella (The Handmaiden) no importa tanto lo que se cuenta (en esencia, la enésima crónica de dobles identidades, triángulos amorosos y otras convenciones) sino cómo Chan-Wook, en un alarde de ingenio, va superponiendo las capas del misterio hasta confeccionar un mosaico apabullante. En este sentido, puede decirse que el film cuenta con dos mitades muy diferentes: la primera se asienta sobre el thriller de interiores, con una puesta en escena clasicista y unas pulsiones eróticas en constante aumento; y en su segundo tramo, la acción deriva en delirio, el erotismo en pura exhibición sadomasoquista, y la trama se precipita hacia el sinsentido más gozoso, retomando pasajes anteriores desde perspectivas diferentes. En ese viaje, el espectador puede tener la sensación de que Chan-Wook alambica a placer una historia que se creía caminar en una única dirección, pero el director sabe aprovecharse del asombro de la platea y tejer a nuestro alrededor una tupida tela de araña en la que todas las perversiones, pese a no ser plausibles, sí resultan válidas. De ahí que el magnetismo de La doncella (The Handmaiden) no se agote en un único visionado, porque es una película que se descubre y redescubre cada vez que se evoca, que mantiene intacto su misterio aun cuando todas sus cartas están boca arriba encima de la mesa. 


Hay que celebrar que Chan-Wook haya dejado atrás las coreografías sangrientas de Old Boy y compañía, una vía que, sin haberse agotado, le hubiera condenado a la repetición sin fin. Tras un cuento vampírico con transgresiones religiosas (Thirst) y esta Agatha Cristie tocada por el lesbianismo y la locura transitoria, queda claro que el genio surcoreano es capaz de todo. Las ganas por saber qué saldrá de su caja de pandora en los próximos años son inmensas. Por suerte, amenizaremos la espera paladeando esta doncella que, en sus facetas mojigatas y dominadoras, apabulla nuestros sentidos.


Para espectadores que saben ser "pasivos" y "activos" según la "escena".
Lo mejor: La psicología desbarrada de sus personajes.
Lo peor: Más de uno se perderá con tanto giro de guión.


Escucha la reseña de LA DONCELLA (THE HANDMAIDEN) 
en EL PODCAST DE C&R - FESTIVAL DE SITGES 2016 

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