miércoles, 31 de agosto de 2016

CRÍTICA | NESSUNO MI PUÒ GIUDICARE, de Massimiliano Bruno


Simpático descaro
NESSUNO MI PUÒ GIUDICARE, de Massimiliano Bruno
David di Donatello a la mejor actriz protagonista y 4 nominaciones, incluyendo mejor ópera prima
Italia, 2011. Dirección: Massimiliano Bruno Guión: Massimiliano Bruno y Edoardo Falcone, a partir de una historia de Fausto Brizzi Fotografía: Roberto Forza Música: Giuliano Taviani, Carmelo Travia y VV. AA. Reparto: Paola Cortellesi, Raoul Bova, Rocco Papaleo, Anna Foglietta, Giovanni Bruno, Hassani Shapi, Valerio Aprea, Lillo, Lucia Ocone, Awa Ly, Raul Bolanos, Maurizio Lops, Pietro De Silva, Caterina Guzzanti Género: Comedia Duración: 95 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en Italia: 16/03/2011
¿De qué va?: Alice tiene 35 años, una gran mansión en Roma con servicio doméstico, un hijo de 9 años y un marido que se pasa todo el día trabajando. Cuando su esposo muere en un accidente de tráfico, su abogado le revela las cuantiosas deudas que escondía el hombre. Con la obligación de poner al día sus cuentas para no ir a prisión, Alice se muda a un ático destartalado y empieza a trabajar como señorita de compañía.


"Nadie me puede juzgar". Este es el título de la película más taquillera de Massimiliano Bruno y también podría ser el lema de la comedia italiana. Mientras en España se sigue cuestionando la vena escatológica de nuestras comedias y en Francia su cine se entrega sin matices a "la politesse", en el país itálico han decidido reírse a mandíbula batiente de cualquier cosa, por muy espinosa que sea, por polémica que pueda resultar. En sus películas se impone la brocha gorda, pero también la diversión a lo grande. Aunque ello implique introducir chistes con ligero tufo machista u homófobo, tópicos a tutiplén y otras chorradas. Una comedia, vaya, que se pone el mundo por montera y que convierte lo "italianísimo" en puro esperpento. Eso es precisamente lo que hace la protagonista de Nessuno mi può giudicare: pasarse el "qué dirán" por el arco de triunfo. Sólo de esta manera una treinteañera "pija" se puede convertir en "señorita de compañía" en cuestión de minutos. Paola Cortellesi, la comicidad hecha mujer, y Raoul Bova, el rostro más atractivo pero inexpresivo del continente, ponen la guinda a este pastel de simpáticos despropósitos. Es imposible no verla sin tener cierto sentimiento de culpa, pero las carcajadas no engañan. Ni es buen cine ni aspira a serlo. Juega en otra liga. Y en esas lides, creedme, nadie tiene el desparpajo de los italianos. No envidio el humor italiano, pero sí el sentido de libertad tan necesario a la hora de hacer reír que tienen nuestros vecinos. ¿Cuándo entenderemos que los géneros "pequeños" son muy difíciles de acometer y que lo intrascendente esconde muchas veces cuestiones la mar de serias?


Para espectadores con retranca que saber deshacerse de todos sus complejos.
Lo mejor: Cortellesi transformándose en Pretty Woman.
Lo peor: La azucarada resolución, tan esperada como innecesaria.

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