domingo, 14 de agosto de 2016

CRÍTICA | HOLY MOTORS, de Leos Carax


HOLY MOTORS, de Leos Carax
Sección oficial del Festival de Cannes. Mejor película del Festival de Sitges y Chicago. 9 nominaciones al César
Francia, 2012. Dirección y guión: Leos Carax Música: Neil Hannon Fotografía: Yves Cape y Caroline Champetier Reparto: Denis Lavant, Edith Scob, Kylie Minogue, Michel Piccoli, Eva Mendes, Jean-François Balmer, Big John, François Rimbau, Karl Hoffmeister Género: Drama experimental Duración: 110 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 16/11/2012 Especial Leos Carax. Film de clausura: Cinoscar Summer Festival 2016
¿De qué va?: Monsieur Oscar recorre las calles de París interpretando distintos personajes. ¿Se trata de un actor, un hombre al borde de la locura o la representación de una película dentro de una película?


Holy Motors se presentó en Cannes 2012 rodeada de un gran secretismo. Carax, ausente desde hacía más de una década, volvía a la Croisette con una película de la que no se sabía nada. Los asistentes, conscientes de la magnitud del evento, convirtieron la proyección de la cinta en el fenómeno festivalero de esa edición. El jurado presidido por Nanni Moretti decidió dejarla fuera del palmarés, pero nada podía parar al bueno de Carax, posteriormente ganador por la puerta grande en Sitges, nominado al César francés y coronado por muchas publicaciones especializadas como la mejor obra del año.

Holy Motors es una película tan extraña, tan fascinante, tan hipnótica y tan singular que resulta difícil hablar de ella. Y la hemos esperado tanto que no sabemos si hacia ella sentimos rechazo o pasión desatada. Viéndola como un collage de imágenes abstractas, el film transita unos mundos, unas texturas, unos colores y unas atmósferas nunca vistas que dejan a la audiencia pegada a la butaca. Y si se quiere acceder al corazón del misterio, la película se presenta árida, inexpugnable, poliédrica, esquiva, nocturna. Holy Motors se disfruta en dos planos diferentes. El primero, el más primitivo: la atracción por las imágenes, y aquí Carax nos brinda estampas para la historia. Y el segundo, el más sesudo: el interpretativo. ¿Que qué es, o qué puede ser, o qué quiere ser, o qué intenta ser Holy Motors? Da igual. O tal vez no. O todo lo contrario. Quién sabe.


En Holy Motors habita la descripción de un París familiar pero a la vez extraño, deshumanizado, carnívoro, oculto. Es un homenaje a la figura del actor militante que vive por y para sus personajes, creando a cada función una tranche de vie que es una ficción, o una ficción dentro de una ficción, o un símbolo de la sociedad tan extraña en la que vivimos. Puestos a ir más allá, cabe la posibilidad de que ese actor que muta sea una metáfora del humano moderno, en constante cambio, paranoico e inestable, alguien que como Oscar parte de un no hogar para dirigirse a ningún sitio y que al ser muchas personas termina por no ser nadie, por carecer de raíz, estabilidad e identidad. De no haber crítica podemos regocijarnos en su humor marciano. Y si uno no está para tantas historias, siempre se puede pensar que todo lo visto forma parte de un retablo de locuras, la película dentro de la película que miran los espectadores cadavéricos de la primera escena.


Ver Holy Motors es como intentar contener agua en la palma de la mano: se escapa, cambia a cada segundo, se cuestiona y reformula con una rapidez increíble, desestabiliza al no saber qué será lo próximo y deja la sensación de una película tan viva como muerta que de alguna manera es un género cinematográfico en sí misma y es una mezcla de cosas, es unidad y es mosaico, es puro cine y al mismo tiempo pura figuración. Desde la duda, pero con la certeza de que Holy Motors cala hondo, Carax ha logrado una obra maestra a la que tendremos que volver queramos o no para redescubrirla, diseccionarla, saborearla. Un juego de espejos, de caras y de reflejos, de seres y siluetas, que tiene su punto culminante en la escena musical protagonizada por Kylie Minogue. Carax sigue siendo el raro de la clase, el cineasta marginado y el artista maldito. ¿Será Holy Motors autobiográfica? Véanla, ámenla u ódienla, pero opinen. No les dejará indiferentes.



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