sábado, 2 de julio de 2016

CRÍTICA | LA GATA SOBRE EL TEJADO DE ZINC, de Richard Brooks


LA GATA SOBRE EL TEJADO DE ZINC, de Richard Brooks
6 nominaciones al Óscar y 3 al Bafta, incluyendo mejor película
EE. UU., 1958. Dirección: Richard Brooks Guión: Richard Brooks y James Poe, a partir de la obra de Tennessee Williams Fotografía: William Daniels Música: Charles Wolcott Reparto: Elizabeth Taylor, Paul Newman, Burl Ives, Jack Carson, Judith Anderson, Madeleine Sherwood, Larry Gates, Vaughn Taylor Género: Drama Duración: 105 min. Elección de Xavier Llobet
¿De qué va?: En un ambiente de calor, secretismo y tensión, una familia acomodada se reúne ante el inminente fallecimiento del patriarca. Brick, el hijo más rebelde, y su mujer, la voluptuosa Maggie, serán los grandes protagonistas de una velada en la que cada personaje dejará sus miserias al descubierto.


CRÍTICA XAVIER: De las numerosas adaptaciones cinematográficas que ha conocido la obra de Tennesse Williams, La gata sobre el tejado de zinc es, con el permiso de Un tranvía llamado deseo, la más popular y seguramente la más notable. Sus cifras hablan por sí solas: 6 nominaciones al Óscar, éxito de taquilla indiscutible y clásico del séptimo arte. Medio siglo después de su lanzamiento, la película sigue siendo un estudio sobre las relaciones familiares y el lado oscuro que todos llevamos dentro. Los personajes hablan, se lanzan reproches y llegan a la catarsis a través del diálogo. Nada es obvio, todas sus criaturas son víctimas y verdugos, y el conjunto mantiene una carga provocadora (verbal, sensual) que violenta al espectador. Además, Brooks redondea una obra de espíritu teatral con nutridos símbolos (la tormenta que azota el exterior de la casa en el momento de mayor intensidad dramática, sólo por citar el más obvio) y un elenco de actores excelente. De este drama sureño, al que la censura de su tiempo quitó en España el adjetivo "caliente" del título, resta el atractivo de Taylor y Newman, su cruce de miradas y su relación de amor-odio contenido. En la actualidad hemos tenido grandes películas sobre la familia, algunas tan claustrofóbicas como Celebración y Agosto, pero es de justicia señalar que todas ellas, en mayor o menor medida, beben del trabajo de Williams y Brooks. Una película elegante y lacerante. ★★★★ 

CRÍTICA ALBERTO: La revisión de uno de los clásicos más sonados de la historia del cine nos abre la veda para equilibrar las virtudes y defectos de un discurso a veces un poco endiosado. Sin desmerecer la gustosa paleta de opciones, este film de un inspirado Richard Brooks nos cristaliza la necesidad de ser justos con la pomposidad sobrevalorada de la gran industria. Esta película, a pesar de su cuidados diálogos, la lograda puesta en escena y la brillante pareja protagonista, peca de oportunismo y repetición. Las fórmulas de escape son demasiado fáciles y el público lo sabe, a pesar de la solidez de la propuesta. Parece que la senda de lo intocable ondea sobre muchos clásicos norteamericanos y no hay que miedo de ser capaces de rebajar sus opciones y afrontar la certeza de que son más imperfectos de lo que aparentan ser. ½


CRÍTICA ISIDRO: Elizabeth Taylor y su marido, sus cuñados y los hijos de estos esperan el regreso de Big Daddy, el abuelo de la familia. Todos conviven bajo el techo de la mansión sureña del gordo ricachón en vistas a celebrar su cumpleaños con las buenas noticias de que sus problemas médicos, que lo amenazaban con la muerte, han quedado en un simple colon irritable. En este contexto, nada más empezar, uno de los sobrinos políticos de la Eli le tira una bola de helado a los pies. La Eli le responde refregándole otra en toda la cara. Zas. Con esto tengo claro ya una cosa: La gata sobre el tejado de zinc no es el típico drama mojigato de Hollywood: tiene mala leche. No nos engañemos, no está exenta de cierto rollo teatrero y es "bienqueda" hasta el pelo de la Taylor que vuelve a estar excelentemente peinado un minuto después de que le llueva medio Katrina, pero sabe manejar un excelente juego de desprecios, mentiras y reproches, de ironías, retintines y besos envenenados lanzados al aire. Es la hipocresía de un estilo de vida caduco la que irrita los cólones de la gente. Y yo me lo paso pipa con Paul Newman pegando muletazos a todo el que se le arrima o con la vieja revenida diciendo que no confía en la gente que no bebe. Un pasote. ½

CRÍTICA KOSTI: Cuando juntas un reparto portentoso, la prodigiosa pluma de Tennessee Williams y una teatralidad con muy buen gusto se consigue una película de lujo. La gata sobre el tejado de zinc es una representación de la familia y el dolor, una historia reflexiva que habla más por lo que deja intuir que por las palabras que se escuchan. El dolor aparece enseguida como el motor que impulsa a los personajes. El primero, el dolor absoluto, ese que deja tocados mente y cuerpo. Brick, un brillante Paul Newman, se nos presenta como un hombre roto, machacado por un pasado que impidió un mejor futuro. Y esa incógnita es la que nos va a dejar interpretar a los personajes, llevándonos por la senda de la imaginación e incluso de la experiencia personal. Es fácil dejarse llevar, y perderse entre las mil y una posibilidades del dolor de Brick. Por si fuera poco, aparece el dolor sentimental, el de Maggie, con una poderosa interpretación de Elizabeth Taylor. El rechazo que la situación de Brick está suponiendo para ella, lleva a despertar la pasión de Maggie, una pasión dolorosa que no encuentra consuelo. Y la situación familiar no ayuda, brindándonos uno de los planteles de secundario más fascinante, ya sea para bien o para mal. En el “pequeño” escenario del hogar, se respira la tensión y la amargura de las relaciones hechas añicos. Ese escenario ayuda a dar más dramatismo e intensidad a unos diálogos de por sí poderosos, un escenario que respira esa tensión y dolor del que se nutre esa gata entregada por el amor de un marido receloso, que está de uñas, y una familia donde reina la desconfianza. Un desarrollo magistral para una historia que atrapa y sorprende. ★★★★ 


CRÍTICA RONNIE: El texto está basado en una obra de Tennesse Williams ganadora del Pulitzer, la que el autor consideraba de sus favoritas. Esta adaptación bajo el mando de Richard Brooks tuvo un grato recibimiento por parte de público y crítica especializada, especialmente por lo que respecta a sus dos protagonistas, una exuberante, sensual, bella y talentosa Elizabeth Taylor como la abnegada esposa que lucha por salvar su agonizante matrimonio, y un alcohólico y frustrado Paul Newman como el esposo que desprecia a la mujer que lo ha dado todo por él. Ambos intérpretes logran una química envidiable en pantalla, leyendas de la actuación mundial, que aquí vemos en pleno uso de todas sus facultades artísticas en un drama donde los deseos reprimidos, los rencores y las envidias se vuelven el contexto de una familia sureña. El resto del elenco logra un trabajo más que notable dando vida a las mentiras y traiciones que le dan énfasis a la historia. Brooks se luce con una fluida dirección con un ritmo envidiable que va in crescendo con unos diálogos exquisitos, la adaptación del teatro al cine resulta una transición bien cuidada y no resulta para nada forzada. ★★½

NOTA MEDIA del JURADO: ★★★★

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