lunes, 27 de junio de 2016

CRÍTICA | LA VIDA DE ADÈLE, de Abdellatif Kechiche



LA VIDA DE ADÈLE, de Abdellatif Kechiche
Palma de oro del Festival de Cannes 2013. Nominada al Bafta, Globo de oro, Goya y David di Donatello
Francia, 2013. Dirección: Abdellatif Kechiche Guión: Abdellatif Kechiche y Ghalya Lacroix, a partir de la novea gráfica El azul es un color cálido de Julie Maroh Fotografía: Sofian El Fani Música: VV. AA. Reparto: Adèle Exarchopoulos, Léa Seydoux, Salim Kechiouche, Mona Walravens, Jeremie Laheurte, Alma Jodorowsky, Aurélien Recoing, Catherine Salée, Fanny Maurin, Benjamin Siksou, Sandor Funtek, Karim Saidi Género: Drama romántico Duración: 180 min. Tráiler: Link Crítica de Cinoscar & Rarities: Link Elección de Araceli Abarca
¿De qué va?: Adèle es una chica de quince años que se enamora de Emma, una joven de pelo azul que estudia Bellas Artes. Tras el primer encuentro surgirá la amistad; tras la amistad, la pasión; y tras la pasión, el desamor.


CRÍTICA ALBERTO: Hay historias, obras, películas que directamente te arrebatan el corazón y jamás consigues despegarte de ellas, pues allá donde vas o por donde caminas siempre encuentras una referencia de las mismas en cualquier visualización de tu imaginario y su derivación del espacio real. Hace unos años, fue indescriptible la experiencia a la que asistí en una sala de cine, tanto por su cercanía con mi historia personal como por su maestría para conseguir que la vida fuera vida de verdad. El agotamiento emocional al que me sometí, me dejó poso y me encandiló de tal manera que siempre que puedo rescato y recupero las fervientes explosiones emocionales que logra transmitir una obra de tales consideraciones. Abdellatif Kechiche firmó lo casi imposible, edificó una historia real, con personajes muy vivos, extraordinariamente seguidos por la cámara. Su indiscutible obra maestra marcó un hito decisivo en la historia del cine y más dentro de la esfera más contemporánea, pues pocas veces el cine había estado tan cerca de la realidad. Cuando uno ve a ese maravilloso personaje llamado Adèle, siente su hambre, su alegría, su tristeza, su miedo, se contagia por todas las emociones y sentimientos que maneja, por la capacidad de un guión inteligente y honesto, la admirable dirección de quien sabe que es la vida y cómo acercarla a su público, y gracias a trabajos de interpretación soberbios. En términos generales, el reparto de esta película adquiere cotas superlativas, Lèa Seydoux vibra con su magnética composición, pero lo de Adèle Exarchopoulos es histórico, su interpretación es tan absolutamente sublime que alcanza un escalón dentro la gloriosa paleta de mejores interpretaciones de la historia del cine y no es para menos: jamás las verdades fueron tan honestas como lo han sido en las palabras, miradas y gestos de esta magnífica actriz. Su composición extraordinaria ensalza aún más si cabe una historia que habla de la vida por y para ella, y a la que no caben calificativos para nombrarla, al adquirir la brillantez de las mejores obras de la historia del cine. ★★★

CRÍTICA ISIDRO: Creo que nunca una película que se llamara “La vida de alguien” justificó tanto tener un título tan manido y horrible. En La vida de Adèle, al contrario que en muchas, se plasma toda la puñetera vida de la jodida Adèle. No desde que nace hasta que muere, sino todo lo que hace la mozuela en su vida cotidiana. Todo. Desde los dilemas más profundos y trascendentales de su existencia hasta los quehaceres diarios más nimios, como almorzar y ponerse lo morros perdidos con la salsa de los espaguetis o chingar como si no hubiera un mañana. El núcleo central de estas tres horas que pasamos con Adèle es su relación con la enigmática Emma. Recuerdo que cuando la vi por primera vez, yo solito en el cine de más postureo de mi ciudad, salí con la sensación de estar ante una obra magnífica, pero que no me contaba nada nuevo, que era muy sencillica. Pero lo que entonces consideré como una pega, ahora creo que es una de sus grandes virtudes: en La vida de Adèle no hay grandes giros dramáticos ni subtramas, pero nunca una historia tan sencilla, tan alejada de todo adorno, se sintió tan real, tan verdadera, tan humana, tan intensa. Y eso hace que prácticamente cualquiera pueda emocionarse a moco chorreante (a lo Adèle) y sentirse identificado con la historia de amor (y desamor) de estas dos mujeres. Inmensa. ★★★★½


CRÍTICA KOSTI: La intimidad hecha película. Si una palabra pudiera definir a esta cinta esa es “íntima”. Kechiche consigue meter al espectador en la piel de Adèle, en su intimidad, en su día a día y en sus sentimientos. Reímos, lloramos y hasta comemos con ella. Que levante la mano quién no tuvo ganas de unos espaguetis con tomate después de ver esta obra. Y es que la labor de director y actrices es fundamental para conseguir que La vida de Adèle se meta en tu piel. Kechiche adapta una de las novelas gráficas de más éxito de los últimos años, con los conflictos de la edad y de la madurez como escenario principal. Nos movemos entre dos etapas de la vida donde los primeros amores y las experiencias sexuales son las que marcan nuestro camino: la difícil adolescencia, donde los prejuicios y los factores externos afectan al crecimiento emocional, y la madurez, donde los amores pierden su originalidad y dan paso a la realidad más dura. Todo ello, tratado de la forma más natural y sincera posible, da como resultado una de las historias de amor más auténticas de la historia del cine. Kechiche consigue hacer un retrato perfecto de dos muchachas camino de ser dos mujeres maduras, marcadas por la presencia del triste azul que las acompaña en las distintas etapas de sus vidas que, sin embargo, resulta en una pasional aventura. La labor de Adèle Exarchopoulos es encomiable. En ella cae el peso de la película, y es un peso que lleva como si no le costase, suponiendo un plus a la naturalidad pretendida por su director. Durante sus 3 atrayentes horas, es palpable la evolución de su personaje, también a nivel físico, pero sobre todo en lo emocional. Adèle se desnuda en todos los sentidos, se entrega en cuerpo y alma, y eso llega al espectador de forma positiva, consiguiendo que lloremos y riamos con ella. Un maremoto de emociones que da como resultado un precioso retrato del más brillante azul turquesa. ★★★★½

CRÍTICA RONNIE: Ganadora de la Palma de Oro, la cinta del franco-tunecino Kechiche es una pieza excepcional que relata el despertar sexual de Adèle, un mundo completamente nuevo y excitante para la chica, lleno de filosofía, arte y Sartre, al que la introduce una atractiva chica de cabello azul. Ambas mujeres (Exarchopoulos y Seydoux) realizan un trabajo acogedor, natural y sobresaliente (Exarchopoulos, con cada gesto, expresión y mirada, comunica perfectamente lo que siente). Las escenas de sexo lésbico han escandalizado a muchos, pero Kechiche no puede sentirse angustiado: infinidad de películas que hablan, ya no de homosexualidad, sino de algo tan natural como el sexo, se han convertido en estandarte de “haters” que utilizan adjetivos como "escandalosa", "pornográfica", "coñazo", "basura" y demás. Una obra diferente y arriesgada que toca sensibilidades y se convierte en un interesante estudio de la adolescencia. El realizador consigue con bellos planos y enfoques que su película no canse y, aunque dura tres horas, es una película extensa pero llena de todo lo que conforma la vida misma: amor, traición, rechazo, deseo y pasión. ★★★★½


CRÍTICA XAVIER: ¿Por qué La vida de Adèle es la mejor película de este festival superando a clásicos de incalculable valor y a cintas que, sin duda, fueron un referente para Kechiche y sus actrices? No aspiro a convenceros, pero sí me aventuro a explicar mi punto de vista. Primero, olvidad que estamos en el S. XXI y que, por fortuna, la expresión de la homosexualidad, en la vida real y en la gran pantalla, ya no conoce parapetos. Olvidaros de géneros, de edades y de prejuicios. Olvidémonos del inabarcable palmarés y de las no menos abultadas polémicas que ha suscitado la película. Incluso eliminemos de nuestro disco duro cinéfilo el impacto que supuso verla en el cine hace ahora tres años. ¿Qué queda? Una cinta que imita tan bien a la vida que por momentos se diría que la supera. Una historia de amor en mayúsculas que duele y curte con la intensidad de aquello que se experimenta en primera persona. Una película humana, universal, atemporal. La vida de Adèle hubiera entusiasmado a las gentes de la Nouvelle Vague y del Neorrealismo por sus formas y por su discurso. Su autenticidad no surge de una técnica (cámara en mano y variaciones) sino de una manera de acercarse a la vida. Porque Kechiche nos dice que la vida, al filmarla, se convierte en cine para, posteriormente, proyectarla y volverla a convertir en vida. Porque dura tres horas, pero el trayecto vital que recorre el espectador durante y tras el visionado abarca mucho más tiempo. Eso es arte. Tal vez magia. Obra maestra. ★★★

NOTA MEDIA del JURADO: ★★★★½ 

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