miércoles, 8 de junio de 2016

CRÍTICA | CABARET, de Bob Fosse


CABARET, de Bob Fosse
8 Óscars, 7 Baftas y 3 Globos de oro. National Board of Review a la mejor película
EE. UU., 1972. Dirección: Bob Fosse Guión: Jay Presson Allen y Hugh Wheeler, a partir de la obra de teatro homónima Fotografía: Geoffrey Unsworth Música: John Kander Reparto: Liza Minnelli, Michael York, Helmut Griem, Marisa Berenson, Fritz Wepper, Joel Grey Género: Tragicomedia musical Duración: 120 min. Tráiler: Link Elección de Eduardo Adams
¿De qué va?: En el Berlín de los años 30, el partido nazi campa a sus años mientras la vida nocturna es un cóctel de música, alcohol, desenfreno, amor y excesos. Un joven se queda prendado de Sally, la principal figura del Kit Kat Club. Ella es pizpireta, activa y luminosa. Él es un tipo serio, estudioso y poco dado a la juerga. Ambos, bajo la atenta mirada de un divertido y a la vez misterioso maestro de ceremonias, se darán cuenta que la vida es un cabaret.


CRÍTICA KOSTI: Bienvenidos al mayor espectáculo de Berlín. Y no es un circo, aunque sus personajes bien podrían haber salido de una pista central. Bob Fosse utiliza la ironía para ahondar en uno de los movimientos más destacados del siglo XX: el nazismo. Dentro de una ciudad sobre la que se avecina la llegada de un grupo político extremo, existen reductos de libertad y desenfado, como es el caso del Kit Kat Club, un pequeño paréntesis a la preocupación que cierne a los berlineses. Sé que está de más decirlo, pero estamos ante uno de los mejores (si no el mejor) musicales de la historia del cine. Con una fuerza inusitada y un despliegue como nunca se ha visto, su calidad técnica y su talento musical consigue sumirnos en un auténtico espectáculo que no bebe de sí mismo, sino de unos número musicales, unos diálogos inteligentes y de unas interpretaciones soberbias, al servicio de una historia manida pero muy fresca. Nadie ha conseguido sacarle tanta vis cómica al nazismo salvo, quizás, Ernst Lubitsch, pero ahí estamos hablando de otra liga. Fosse se rodeaba de esperpento, de ironía, de desenfreno, de libertad, de buena música, de sillas giratorias, de maquillaje y purpurina, pero también de una ambientación gris con rincones coloridos, de solidaridad en un entorno hostil e inhumano, y de una adaptación fiel a un espíritu puro y libre que encuentra su particular lugar en Cabaret, un espectáculo impagable al servicio del buen cine. ½

CRÍTICA RONNIE: Hay papeles legendarios que están destinados a convertir en leyenda a quien los interpreta: Sally Bowles es un ejemplo de ello. Minnelli encumbra la más laureada de sus interpretaciones (Óscar a la Mejor Actriz incluido) con una interpretación más que perfecta, llena de matices y una solvencia natural que deslumbran. Liza nació para interpretar a Sally Bowles, uno de esos personajes poderosos del cine que alegran la vida de quien lo descubre. Tampoco debemos dejar de lado al genial maestro de ceremonias que interpretó Joel Grey, un personaje enigmático y lleno de misticismo que cumple con lo que promete al introducirnos al Kit Kat Club: hacernos olvidar nuestros problemas y disfrutar de cada número musical. Quiero igualmente resaltar la soporífera presencia del resto del reparto, que no aporta ningún tipo de consistencia a la película, tanto que resulta completamente olvidable lo que vemos fuera del Kit Kat Club y los momentos sin Minnelli en pantalla (la historia de nazismo de trasfondo, la subtrama romántica entre Sally y Bryan, la presencia de Maximilian Von Heune). ½


CRÍTICA XAVIER: "Willkommen, Bienvenue, Welcome". Así nos da la bienvenida Joel Grey, magnífico maestro de ceremonias, en Cabaret, uno de los musicales más célebres de la historia del cine. Desde ese momento, el personaje de Grey actúa como extraño hilo conductor de la trama: cual divinidad clásica, profetiza qué sucederá con el dúo (luego ampliado a trío) protagonizado por Sally, la artista más famosa del Kit Kit Club. Grey aporta sátira y sobre todo mucha oscuridad a una película que conjuga a la perfección inocencia y crudeza, brillo y decadencia. Bob Fosse demuestra sus conocimientos del burlesque y la vida en los clubes nocturnos en una película dotada de un pulso maestro, con un montaje y una fotografía que son puro nervio. A la lista de aciertos se suma la pizpireta y en el fondo desamparada Liza Minnelli, sin duda en el papel de su carrera. También, cómo no, el citado Joel Grey, que ya interpretó al bufonesco amfitrión del lugar en las tablas teatrales. Cabaret sigue deslumbrando 35 años después de su estreno porque, a diferencia de otros musicales, sabe reconducir su vertiente grotesca en finísima crítica social. Es muy difícil explicar una frivolidad (el amor de unos jóvenes confusos) y convertirla en una trama cargada de significados. Por ello, cuando Grey reaparece para decirnos "Au Bientot", nos da un poco de pena. Sí, la vida es un cabaret. Pero un cabaret con asientos mugrosos y canciones tristes. Un clásico indispensable. ★★★★

CRÍTICA ALBERTO: Si tuviéramos que hacer una lista de los musicales clave de la historia del cine, sin duda estaría esta absoluta joya de Bob Fosse. Una película que en sus excelentes canciones y sus extraordinarios números musicales compendia un mapa reflexivo sobre la historia. La película vertebra sus imágenes y diálogos al servicio de un profundo mensaje sobre el valor de la humanidad y el eje consecutivo en torno a este. Su realizador deslumbra en el admirable ejercicio de la cámara y el equipo técnico (sobresaliendo una excelente ambientación) y perfila con solvencia las necesidades de una película que allá por donde se mueve alcanza el adjetivo de la admiración. Mención aparte merece la magia de Liza Minnelli, y la de mejor maestro de ceremonias que la vida ha dado nunca, un Joel Grey absolutamente inolvidable. Nombres que lideran un reparto creíble y entregado en una película que es capaz de equilibrar fondo y forma, y que nunca olvida y mantiene la extrema valentía que requiere dar forma a un musical de estas consideraciones. Joya inolvidable. ½


CRÍTICA ISIDRO: Berlín, 1931. Mientras asciende el partido nazi en Alemania, el Kit Kat Club sigue ofreciendo sus espectáculos que invitan al goce despreocupado y a la diversión por diversión. Divina decadencia, como dice Sally. Hay musicales que me gustan mucho, pero con otros simplemente no puedo. Me susurran Los Miserables o Into the Woods al oído y me estremezco de verdadero pánico. Pero Cabaret es el estilo de musical que me gusta: números musicales no demasiado ostentosos que funcionan en paralelo a la trama principal, pero que dicen mucho de la misma. Así Bob Fosse, para explotar todas las posibilidades del poco espacio que le ofrece el escenario, juega con los movimientos de cámara, los ángulos, el montaje, la iluminación y los caretos de Joel Grey. Y le queda de lujo la jugada. E incluso cuando no estamos en el Kit Kat, la cosa sigue interesando gracias a una magnética y vitalista Liza Minnelli y el rollo raro con se trae con el inglés y el alemán (paradójicamente, tratado con mucha, excesiva, sutileza) y los problemas que surgen en una Alemania cada vez más oscura. Pero por el momento siempre podremos escaparnos un rato al Kit Kat Club donde encontraremos a Sally Bowles para alegrarnos la noche. Porque la vida es un "cabaré", así que qué coño haces ahí tan solo sentado en tu habitación, ven y escucha la música, cojones, "¡ven al cabaré!"


NOTA MEDIA del JURADO: ★★★★½ 

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