sábado, 14 de mayo de 2016

CRÍTICA | LA PUNTA DEL ICEBERG, de David Cánovas



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LA PUNTA DEL ICEBERG, de David Cánovas
Festival de Málaga 2016: Sección oficial
España, 2016. Dirección: David Cánovas Guión: David Cánovas, José Amaro Carrillo y Alberto García Martín, a partir de la obra de teatro homónima de Antonio Tabares Fotografía: Juan Carlos Gómez Música: Antonio Hernández Reparto: Maribel Verdú, Fernando Cayo, Bárbara Goenaga, Álex García, Carmelo Gómez, Ginés García Millán, Jesús Castejón, Jorge Calvo Género: Drama. Thriller Duración: 90 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 29/04/2016


Si algo no se le puede negar al último cine español es su capacidad para convertir la actualidad del país en materia cinematográfica de primer nivel. Un mérito más destacable todavía si se piensa en la paleta inmensa de géneros, temas y tonos que abarcan nuestros directores. La cinematografía ibérica ha contado el estallido de la burbuja inmobiliaria (Cinco metros cuadrados), el drama de los desahucios (Techo y comida), el éxodo de jóvenes universitarios en busca de un futuro mejor (Perdiendo el norte) y los escándalos relacionados con la corrupción de ciertas élites (B de Bárcenas). Un cine, en definitiva, conjugado en un presente de desencanto, incluso cuando apela al espectáculo de masas (El desconocido) o a males personales o sociales que a priori poco tienen que ver con la debacle económica (La herida, Stockholm). A día de hoy, la presencia en la cartelera de propuestas como Cien años de perdón y El olivo amplía el ya de por sí heterogéneo abanico de ficciones que explican las relaciones humanas en tiempos de recortes materiales y morales. En el futuro inminente llegarán más películas, seguramente algunas más logradas que otras, pero todas suman y abren vías tanto para la diversión como para la reflexión. Se dice que la sociedad española está muy por encima de sus políticos, y de igual manera puede afirmarse que el cine que se rueda en España discurre varios pasos por delante de sus organismos y ministros de cultura. Y la mejor prueba, de nuevo, la encontramos en los cines con el film que nos ocupa: La punta del iceberg.


La ópera prima de David Cánovas se adentra en los mecanismos de una gran empresa que esconde muchos secretos. La protagonista, una ejecutiva de armas tomar, investiga el suicidio de tres trabajadores, dando pie a una trama detectivesca que, a la postre, cambiará su posición dentro de la compañía. Los actores y el guión que los sustenta hacen avanzar la historia sin histrionismos, con palabras precisas y credibilidad. Con todo, La punta del iceberg interesa más por su tema que por sus formas, hasta el punto de intuirse en demasiadas ocasiones las bases teatrales de su historia. Cánovas, consciente del hieratismo de la propuesta, intenta dinamizar el film con movimientos de cámara y algunos juegos geométricos, pero esos recursos no consiguen dar más energía a un thriller que siempre se intuye más intrincado sobre el papel que en pantalla. Unas imperfecciones que, por fortuna, no restan potencia a su mensaje. La punta del iceberg es un notable retrato del ambiente desquiciante que se respira en muchos despachos. Incluso cuando fuerza las costuras de su libreto, la película reacciona con prudencia (que no con cohibición), una estrategia que le permite hablar alto y claro sobre los abusos de poder y, al mismo tiempo, dejar a la libre interpretación del espectador las alas más oscuras de su argumento. La punta del iceberg reconduce la mirada de la audiencia, pero no la manipula: de ahí que su aportación vaya más allá de lo estictamente cinematográfico y consiga un espacio propio en la lista de películas citadas anteriormente. Con un director más experimentado y un presupuesto más generoso La punta del iceberg hubiera sido una bomba de relojería. Queda, eso sí, una película que puede y debe abrir ojos y conciencias, que no es poco.


Para entender el mundo (laboral) en el que vivimos.
Lo mejor: Verdú y todos los actores.
Lo peor: Su envoltorio formal.

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