domingo, 6 de diciembre de 2015

CRÍTICA | LEJOS DEL MAR, de Imanol Uribe


Naufragio
LEJOS DEL MAR, de Imanol Uribe
Festival de San Sebastián 2015: Sección oficial fuera de concurso
España, 2015. Dirección: Imanol Uribe Guión: Daniel Cebrián e Imanol Uribe Música: Antonio Meliveo Reparto: Eduard Fernández, Elena Anaya, Nacho Mateo, Olivia Delcán, José Luis García Pérez, Ignacio Mateos, Verónica Moral Género: Drama. Terrorismo Duración: 105 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 06/03/2016 
¿De qué va?: Al aprobarse la doctrina Parot, un etarra sale de prisión decidido a dar un nuevo rumbo a su vida. Con la ayuda de un amigo, se traslada a la costa andaluza y empieza a trabajar. Allí coincide con la hija de una de sus víctimas. Ambos mantendrán una relación de amor muy particular que pondrá en jaque su estabilidad emocional.


Hablar del terrorismo en el cine siempre es difícil. Imanol Uribe lo había hecho anteriormente en películas bastante notables como La muerte de Mikkel y Días contados, y parece que la actualidad de la Doctrina Parot animó al cineasta a completar su particular trilogía sobre el conflicto vasco. En los tres casos, Uribe lleva la dureza de un contexto social inestable a un terreno íntimo. Lejos del mar empieza con las señas reconocibles de su autor, pero pronto se tuerce y naufraga. Por sorpresa, los personajes resultan inverosímiles, la trama roza el ridículo y el guión nunca describe las interioridades de sus protagonistas, sus miedos y sus motivaciones. Uribe merece todos nuestros respetos, pero es de ley señalar que Lejos del mar, por desatinada, acaba siendo lo que (intuímos) quería evitar: un relato rocambolesco que roza el insulto. Los actores intentan dar relieve a sus papeles, pero su esfuerzo cae en saco roto: el drama, por exacerbado, acaba provocando risas en la platea, tal y como sucedió en el pase de prensa donostiarra. La película tampoco perfila su estilo: algunas escenas se resuelven con un plano-contraplano formulario, mientras que otros fragmentos juegan a dilatar la trama sin que ello tenga un mínimo efecto dramático (por ejemplo, el momento eterno en el que Anaya arrastra el cuerpo herido de Fernández hasta la casa de la playa). Mucho nos tememos que el film ni tendrá una distribución destacable ni encontrará afectos entre los cinéfilos más a contracorriente. El final (prematuro, torpe) de la carrera de un autor que no hace tanto era un referente del cine español.


Para amantes de las películas suicidas.
Lo mejor: Anaya defendiendo lo indefendible.
Lo peor: Cae en la comedia involuntaria.

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