lunes, 30 de noviembre de 2015

CRÍTICA | LA LEY DEL MERCADO, de Stéphane Brizé


El desamparo del desempleo
LA LEY DEL MERCADO (LA LOI DU MARCHÉ), de Stéphane Brizé
Festival de Cannes 2015: Palma de oro al mejor actor. Nominación al EFA al mejor actor
Francia, 2015. Dirección: Stéphane Brizé Guión: Stéphane Brizé y Olivier Gorce Fotografía: Eric Dumont Reparto: Vincent Lindon, Yves Ory, Karine De Mirbeck, Matthieu Schaller, Xavier Mathieu, Noël Mairot, Catherine Saint- Bonnet, Roland Thomin Género: Drama social Duración: 90 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 29/01/2016
¿De qué va?: Thierry tiene 50 años y una familia a la que cuidar. Su único objetivo es encontrar un empleo que alivie su economía. Tras cuatro meses en el paro, un curso de formación e infinidad de entrevistas de trabajo, el hombre empieza a trabajar como empleado de la seguridad de un supermercado, pero las condiciones laborales le harán replantearse las prioridades y los límites a los que está dispuesto a llegar por cobrar a final de mes.


El cineasta Stéphane Brizé y el actor Vincent Lindon vuelven a colaborar en La ley del mercado, una personal exploración de la Francia del paro y de la crisis económica. El film se construye a modo de escenas independientes, momentos a priori inconexos en la vida de un hombre de cincuenta años que busca trabajo entre la desesperación y la frustración. Brizé toma distancia de su historia, aunque ello no le aleja del epicentro de su problemática social: la película invita a la reflexión y al mismo tiempo permite al espectador experimentar la soledad absoluta, el dolor contenido, el desamparo del desempleo. 


La tesis del film podría remitir a la recurrida frase de 'el trabajo dignifica a las personas', pero el segundo tramo de la película desmonta esa afirmación al ofrecernos una descripción descarnada de las nuevas dinámicas laborales en un contexto de recortes y capitalismo. Por ello, el magnífico plano final puede interpretarse como una huida al abismo, un intento por recuperar la dignidad perdida o una metáfora de la insignificancia del trabajador en tiempos de canibalismo laboral. Sea como sea, queda claro que la ley del título es implacable, atañe y afecta a todos, y se ceba muy especialmente con la clase obrera. 


Por todo lo dicho, el estilo aparentemente frío del film es, aunque pueda parecer lo contrario, su principal acierto: si el personaje no puede tomar las riendas de su destino por imperativos del sistema, tampoco puede hacerse con el control de la narración, por lo que su apuesta formal se sitúa en las antípodas de la cámara en mano y la subjetividad de cierto cine análogo. De ahí que la interpretación de Lindon resulte especialmente brillante, ya que desaparece del plano aun siendo el eje de cada fotograma. Pocas veces fondo y forma habían estado tan equilibrados en un cine social que suele tender a la parcialidad y a la reivindicación fútil. Una gran película y, sobre todo, una radiografía precisa de nuestros tiempos. 


Para cinéfilos y ciudadanos comprometidos.
Lo mejor: Lindon logra posiblemente la mejor interpretación de su carrera. 
Lo peor: Su vinculación social la hará centro de críticas injustificadas.

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