jueves, 15 de octubre de 2015

SITGES 2015 | DÍA 6 | Macbeth, Cemetery of Splendour, Green Room, February, Fires on the Plain


Día grande en Sitges. No todas las jornadas pueden verse en cuestión de horas los mejores trabajos de Saulnier (Green Room), Kurzel (Macbeth) y Weerasethakul (Cemetery of Splendour), tres referentes del cine fantástico y tres serios aspirantes al palmarés de este sábado. Nuevo madrugón para encontrar invitaciones en la web del festival y para asistir a las sesiones mañaneras del Auditori (lo repetimos: empezar las proyecciones a las 8:15h. de la mañana causa más terror entre los acreditados que los fotogramas de ciertas películas). Ya no sabemos lo que es desayunar a una hora decente y dormir las ocho horas reglamentarias... cabe la posibilidad de que el último día nos convirtamos definitivamente en zombis cinéfilos. Seguimos con una nueva crónica.


La obra de Shakespeare Macbeth regresa a la gran pantalla con unos índices de belleza y espectacularidad pocas veces alcanzados. La obra indaga en los peligros del poder y escarba en la destrucción de un pobre diablo que juega a ser rey. El film se aprovecha de unos paisajes esplendorosos, las frases embellecidas del autor inglés por excelencia y la gran carga dramática de las interpretaciones de Michael Fassbender y Marion Cotillard. Macbeth no escatima en escenas violentas y en diálogos tan intensos como densos: por ello, el visionado del film dista de ser fácil. Nos encontramos en las antípodas, en definitiva, de las películas de aventuras que factura Hollywood siempre que puede, a pesar de que los Weinstein estén detrás del proyecto. El film se abre y se cierra con dos batallas teñidas de rojo, con una atmósfera mortuoria y una fotografía estilizada y detallista. Además, desde la platea puede verse al mismísimo diablo en los ojos de Marion Cotillard. También consigue que sintamos en nuestras carnes los caprichos de los dioses, la desdicha inevitable de los protagonistas y la fuerza telúrica del texto original. Puestos a ponerle algún pero, puede decirse que el film peca de grandilocuente, aunque eso nunca resta potencia y poética a su historia. Es más: ¿cómo se puede criticar al film por sus ínfulas de grandeza si ese es precisamente el mal del que adolece su personaje? Un visionado, y más con las prisas y el cansancio que implica un evento como el Featival de Sitges, no basta para saborear como se merece la tragedia medieval de Macbeth. Un film impresionante a partir de una obra inmortal.


Muy diferente, pero igualmente meritoria, es Cemetery of Splendour, el nuevo remanso de paz y de cine firmado por el tailandés Apichatpong Weerasethakul. El film es un viaje entre la tradición y la modernidad, entre el sueño y la vigilia, entre la razón y la magia. En el lugar donde décadas atrás se asentaba un colegio, ahora se despliega un complejo hospitalario improvisado. Los enfermos se pasan gran parte del día durmiendo, mientras que en los alrededores se realizan todo tipo de celebraciones, cada cual más curiosa, relacionadas con la salud y la conexión con el mundo espiritual. Weerasethakul sume al espectador en una atmósfera narcótica mientras los fotogramas van dibujando todo tipo de realidades y de intuiciones. La película carece de un argumento al uso, pero se vive y se siente en primera persona. Por ello, es fundamental que el espectador se deje llevar por el universo y el tempo que propone el director: de lo contrario, el film puede resultar tortuoso. Resulte sublime o insufrible, hay que reconocerle al cineasta asiático una capacidad única por filmar historias mínimas con un pulso maestro, dejando que la verdad de los espacios y de los personajes que los ocupan llenen la pantalla. Cemetery of Splendour es un film de cuerpos y de espíritus, totalmente diferente a cualquier expresión artística del pasado o de nuestro tiempo. Cine especial para públicos especiales.


¿Qué ocurre cuando juntas en una fiesta a un grupo de nazis, un propietario mafioso, unos secuaces con malas pulgas, una jauría de rottweilers y todo tipo de armas? Pues que tienes un concierto atronador y un backstage lleno de sangre, además de una película tan robusta como Green Room. El director de Blue Ruin vuelve a contar con sus actores habituales y a demostrar su capacidad para ofrecer hora y media de gran tensión con una premisa casi mínima: la historia de una banda de rock extremo que, al presenciar un asesinato en la Green Room tras una actuación, son retenidos por el dueño del local. Película gamberra y claustrofóbica que da lo que promete: una carrera salvaje por sobrevivir, aunque sea a golpe de machete y a punta de pistola. Pocas veces en Sitges y en el cine de terror se encuentran películas tan intensas, bien interpretadas y con un guión sin resquicios. La acción sucede en apenas una habitación, pero es tan rítmica y suceden tantas barbaridades en tan poco tiempo que es casi imposible respirar. ¿Por qué a nadie se le ocurrió antes convertir una 'rave' en un túnel del terror? Si al jurado le va el heavy metal, Green Room puede ser la cabeza de cartel de este sábado. A la prensa le ha encantado y habla de palmarés. En Sitges nos despertamos con música 'metal' y películas carnívoras: así da gusto. Tomad nota, porque no os la podéis perder.


Al otro lado de la balanza, cabe citar dos películas muy por debajo del nivel de esta edición. February presenta tres personajes sin nada en común, pero que poco a poco quedan asociados por su vinculación con el diablo. La primera escena hace pensar en un film más explícito, pero todo lo que sigue es pausado, por no decir aburrido. Al final, cuando la película parece que va a atreverse con un exorcismo y volverá a remontar el vuelo, prefiere terminar con más de lo mismo: silencios interminables, planos fijos que no cuentan nada y efectos de sonido muy pobres. La premisa era buena, el resultado roza el más absoluto desastre. E igual de anodina es Fires on the Plain, la crónica de un soldado desertor durante la Segunda Guerra Mundial que deambula por la selva en busca de alimento y fuego. Todo ocurre sin demasiado concierto, con tiroteos improvisados y toda la sangre y el griterío histérico que tanto les gusta a los japoneses. La dirección de fotografía, para colmo, castiga los ojos del público con movimientos bruscos y efectos visuales tan básicos que hacen pensar en un director amateur con pocas luces, y no en una figura tan consagrada como la de Shinya Tsukamoto.

Los 6 intérpretes reconocidos con la mención Blood Red Carpet a los mejores valores internacionales. Destacamos Laia Costa, Alejo Sauras y Álvaro Cervantes.

En el planning de mañana jueves figuran cinco películas a concurso: la mañana arrancará con la alemana Victoria, ganadora de los premios más importantes de la Academia de cine germano; seguirá con Schneider vs. Bax, el nuevo ejercicio de thriller irónico de Alex Van Warmerdam, ganador hace un par de años en Sitges por Borgman; y terminará con The Devil's Candy, que volverá a traer al festival la moda de las casas encantadas. De todo ello os daremos nutrida cuenta en veinticuatro horas en Cinoscar & Rarities.

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