lunes, 10 de agosto de 2015

CRÍTICA | MOULIN ROUGE, de Baz Luhrmann


MOULIN ROUGE, de Baz Luhrmann
Largometraje nº 01: Cinoscar Summer Festival 2015: Sección fuera de concurso
Elección de Mariano Silva
Australia, 2001. Dirección: Baz Luhrmann Guión: Baz Luhrmann y Craig Pearce Duración: 125 min. Género: Musical. Tragicomedia romántica Tráiler: Link Reparto: Nicole Kidman, Ewan McGregor, John Leguizamo, Jim Broadbent, Richard Roxburgh, David Wenham, Jacek Koman, Kylie Minogue
¿De qué va?: En el París bohemio y pobre de principios de siglo XX, distintos personajes se aglutinan alrededor del Moulin Rouge, la sala de fiestas más destacada de la capital. Prostitutas, artistas, gente de mal vivir y empresarios sin escrúpulos se dan cita entre espectáculo y espectáculo. Satine, la estrella del Moulin Rouge, encandila noche a noche a infinidad de hombres, pero en uno de sus espectáculos conoce un joven escritor que cambiará su vida. Mientras, un cruel duque y el maquiavélico director del Moulin Rouge traman en secreto un plan para Satine.
Palmarés: 2 Óscar, 3 Baftas y 3 Globos de oro.


RESEÑA MIGUEL: Si algo tengo que agradecerle a Baz Luhrmann es su consistente y característico estilo. Su forma de entender el cine es tan reconocible que es sencillo salir corriendo de la sala en donde proyecten algún color estridente de esa escala cromática que suele usar. Su absoluta falta de mesura, totalmente desenganchada de cualquier atisbo de normalidad narrativa, camina a cien lustros de años luz de generar(me) cualquier tipo de emoción positiva. Aborrezco profundamente sus tics visuales, llevados a lo exponencial en The Great Gabsy y Australia. Pero hablemos del petardeo de Moulin Rouge. He de reconocer que no le he dado una nueva oportunidad para el festival, pero dos veces en una vida es más que suficiente tortura para saber que no soporto este puterío de color y desenfreno. Es posible que, a lo mejor, puede que, quizás Moulin Rouge esté algo más depurada que sus posteriores hermanas, lo cual no significa que no sea igual de aburrida e insufrible. La explosión de vestidos, carcajadas, muecas, saltos, canciones y serpentina no cuajan con un guión de muerte cerebral, que nos deja a una Nicole Kidman que se balancea como puede por aguantar al soso y canijo de Ewan McGregor. Esta película es uno de los casos en los que los gustos de la especie humana en su más basta generalidad me dejan perplejo, y que hacen que me pregunte por qué aún no nos hemos extinguido. 

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RESEÑA XAVIER: A Luhrmann no le gusta pasar desapercibido. La suyo es la desmedida y el barroquismo. Ama el remix. Cultiva el desfase. Rechaza los corsés y la lógica narrativa. Y, obviamente, divide a espectadores y a críticos de una forma radical y a veces irreconciliable. Por ello, resulta curioso la (casi) unanimidad que existe alrededor de Moulin Rouge, sin lugar a dudas su mejor película. El film no sólo marcó una época, curtió a una generación de espectadores y revolucionó las bases del cine musical: revitalizó un cine que había olvidado su capacidad de fascinación. Luhrmann entiende que lo viejo y lo contemporáneo son convenciones que hay que romper y mezclar: por eso el París de principios del S. XX tiene unos colores tan vivos, por eso se cruzan ritmos del cabaret de siempre con las letras de hits pop, y por ese motivo las convenciones históricas y musicales se dilapidan en favor del espectáculo más alucinado. Moulin Rouge apela a los sentidos: de ahí que deba verse como un cóctel de sabores y texturas la mar de dispares. Un film que no admite discursos conservadores. Tampoco audiencias timoratas. ¿Que Luhrmann opta por el despiporre? Pues nada mejor que dejarse llevar y rezotarse con gusto entre tanto tutú, confeti y serpentina. Luhrmann no es un visionario, pero en Moulin Rouge se muestra especialmente lúcido. Luhrmann tampoco se impondrá como uno de los mejores directores de su tiempo, pero el título que nos ocupa es un clásico moderno para atesorar. Imprescindible.

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RESEÑA DANIEL: Baile, seducción, libertad, extravagancia, y sobre todo amor. Moulin Rouge es uno de mis musicales predilectos, y no sólo porque fue de los primeros que vi en mi vida cinéfila, sino porque cada vez que lo hago se reviven las mismas emociones que la vez primera. Es una película fascinante de principio a fin que, con un estilo frenético, colorido, chispeante y sumamente alterado en su modernidad, cuenta una hermosa historia de amor, un amor imposible, un amor desesperado, un amor sembrado en la más cruenta tragedia, incitado y llevado a cabo por los mismos caprichos del destino. Lo maravilloso de Moulin Rouge radica en esa fuerza colosal para brindarnos un show, una ceremonia casi religiosa donde lo que prevalece es la música, el baile a todo ritmo, tratando de dibujar una utopía. La ambientación es sencillamente fabulosa y las interpretaciones principales son fantásticas. Kidman consigue enamorar a más de uno siendo Satine y McGregor, el pobre escritor, da vida a un personaje desolado y enamoradizo a la vez. Moulin Rouge puede pecar de excesiva, pero es de las pocas películas que aun en ese alborotado estilo me llenan. A bailar y sufrir con el amor.

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