jueves, 27 de agosto de 2015

CRÍTICA | LA BUENA ESTRELLA, de Ricardo Franco


LA BUENA ESTRELLA, de Ricardo Franco
Largometraje nº 16: Cinoscar Summer Festival 2015: Sección fuera de concurso
Elección de Maica NH
España, 1997. Dirección: Ricardo Franco Guión: Ángeles González Sinde y Ricardo Franco Duración: 95 min. Género: Drama Tráiler: Link Reparto: Antonio Resines, Maribel Verdú, Jordi Mollà, Elvira Mínguez, Ramón Barea, Clara Sanchís, Andrea Ramírez
¿De qué va?: Rafael se encuentra con Marina, una mujer frágil acostumbrada a recibir todo tipo de palos. Él ve en ella una mujer fascinante. Ella encuentra en él un hombre que la trata bien, que la respeta y que la quiere. Pero la buena estrella no dura para siempre: la pareja se convertirá en triángulo cuando entre en escena Dani, el hombre que ha marcado, literal y metafóricamente, la vida de Marina.
Palmarés: 5 premios Goya, incluyendo los de mejor película y director.


RESEÑA DANIEL: Lo primero que se debe alabar en una cinta como La buena estrella (que pareciera sacada de alguna tragedia griega) es el trabajo interpretativo de sus protagonistas. Resines, Verdú y Mollá se camaleonizan para dar vida a seres solitarios, afligidos, distantes y vacíos. La película es un triste relato que se clava en la mente por medio de una historia humana, llena de esperanza, aun en la más terrible miseria. Hay algo que resplandece y hace mover las cosas y las acciones que se suscitan originando una red de sentimientos mascullados entre almas que necesitan de vida: el amor. La película es un alegato tierno y a la vez duro sobre un amor ingenuo, un amor sin doblez, un amor doloroso que fastidia. Se nos presenta la encrucijada misma de la vida con la intensidad que esta demanda, en la más terrible manifestación de crueldad. Una película que, aunque provoca en ciertos momentos la incredulidad por algunas acciones, lleva impregnada el buen oficio del cine. 

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RESEÑA XAVIER: El cine nos ha ofrecido romances de distinto calado y nos ha permitido soñar con el príncipe azul que nos rescate de la torre más alta. Pero las ficciones se prestan a engaños: los caballeros de la vida real nunca resultan tan apuestos y altruistas como los de la gran pantalla. Al género romántico siempre le ha faltado un ‘baño de realidad’, y eso es precisamente lo que ofrece una película como La buena estrella. En el film de Ricardo Franco, la protagonista no se enamora ni de un físico despampanante ni de falsas promesas, sino de un ser normal y corriente, herido por los caprichos de la vida. También guarda una relación de afecto y dependencia con un drogadicto castigado por el sistema que sólo sabe tratarla a base de palos y disgustos, no por maldad, sino porque en el pasado él mismo aprendió a dar golpes y a esquivarlos. Personajes con una mochila cargada, con un bagaje triste. Seres de carne y hueso que el director une y separa para brindarles aquello que nunca tuvieron: un resquicio de suerte, la posibilidad de tener bajo la manga la carta ganadora, la buena estrella. La película de Franco, por su franqueza y su sinceridad, llega directa al corazón del espectador, pero no lo manipula con cantos de sirena ni mensajes edulcorados. Un bello cuento sobre tres marginados que consiguen encauzar sus magulladas existencias. Sin el ‘érase una vez’. Sin la coletilla de ‘y fueron felices y comieron perdices’. 

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RESEÑA MAYRA: No creo en eso de que uno no elige a quien ama, y tampoco creo ese ‘cuentito’ de que por amor a alguien aceptemos malas actitudes y acciones. Creo que el amor es una decisión, nosotros decidimos a quién amar y a quién no, pero como estamos tan enseñados a huir de nuestra responsabilidad optamos por culpar a ese sentimiento llamado amor de nuestras (a veces) absurdas decisiones y de vivir como si no tuviéramos opción (es mi punto de vista). De alguna manera los protagonistas de La buena estrella son un arquetipo de esas personas que deciden sufrir por amor y anteponen ese sentimiento a todo lo demás, y en ese sentido la historia no resulta inverosímil. La buena estrella parte de un guión original basado en hechos reales, en el que Ricardo Franco nos lleva a conocer tres vidas rotas, tres personajes tal vez con más defectos que virtudes, pero seres humanos al fin y al cabo, a los cuales su bagaje vital los ha moldeado y, cual metáfora del elefante encadenado, los hace persistir atados a su pasado, aun cuando pueden escapar. Una historia llena de pesadumbre, correctamente dirigida y muy bien interpretada. Merece la pena el visionado.

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