sábado, 1 de noviembre de 2014

CRÍTICA | CUANDO DESPIERTA LA BESTIA, de Jonas Alexander Arnby


Mi otro yo (licántropo)
CUANDO DESPIERTA LA BESTIA (NÅR DYRENE DRØMMER,
WHEN ANIMALS DREAM), de Jonas Alexander Arnby
Festival de Sitges 2014: Sección oficial a concurso
Dinamarca, 2014. Dirección: Jonas Alexander Arnby Guion: Rasmus Birch Fotografía: Niels Thastum Música: Mikkel Hess Reparto: Lars Mikkelsen, Sonja Richter, Jakob Oftebro, Gustav Dyekjær Giese, Stig Hoffmeyer, Mads Riisom Género: Terror, thriller psicológico, drama Duración: 85 min. Tráiler: Link Estreno en España: 24/10/2014
¿De qué va?: Marie vive en una localidad costera de Dinamarca. Con los años ha ido construyendo un carácter tímido e introvertido, y los demás parecen aprovechar su fragilidad para reírse de ella. Un día su cuerpo experimenta algunos cambios y todos sospechan que Marie ha podido heredar la rara enfermedad de su madre. Lo que al principio son unos sarpullidos en la piel poco a poco se van convirtiendo en auténticas mutaciones que pondrán en peligro tanto la vida de Marie como las de sus familiares y compañeros de trabajo.


Cuando despierta la bestia recuerda en muchos aspectos a Déjame entrar. En ambos casos estamos ante un ejercicio de terror introspectivo: el mal, cuyo origen normalmente nunca aparece especificado en la ficción, es el resultado de un tormento psicológico que estalla de manera incontrolada y que supone tanto un peligro para el que sufre la transformación (y se convierte, a su pesar, en asesino) como para el que es testigo de ese cambio (los maltratadores cotidianos que se convierten, indirectamente, en víctimas). Ese malestar interno se encauza, además, mediante mecanismos propios del cine de terror: la cinta sueca evocaba un universo vampírico-infantil, mientras que la propuesta danesa se mueve en terrenos de la licantropía y prefiere centrarse en la adolescencia-juventud de su protagonista (haciendo coincidir, por lo tanto, dos mutaciones importantes: Marie se convierte en lobo, y esa bestia es una expresión de la mujer que poco a poco busca su espacio y sus estrategias para autoreafirmarse). 

Cuando despierta la bestia, con estas coordenadas, es una película que rehuye cualquier espectacularidad o exageración, dos rasgos muy propios del horror mainstream. El film de Arnby funciona a base de silencios, intuiciones, paisajes helados (aun cuando vemos el horizonte del mar en todo momento) y planos en los que la protagonista se limita a mirar a su alrededor, obligando al espectador a rellenar los huecos que la trama deja premeditadamente en el camino. Tal vez por eso Cuando despierta la bestia es una película ensimismada en su mundo, encerrada a cal y canto en un caparazón casi inexpugnable. El film carece de la singularidad estética de Déjame entrar, pero también (y sobre todo) de la pericia narrativa de Alfredson a la hora de lograr un vínculo especial entre el espectador y el drama de los personajes. Cuando despierta la bestia, por desgracia, nunca abre su corazón, y cuando se quita las ropas y se limita a reproducir los esquemas del terror habitual (que no convencional) el film termina por ofrecer menos de lo que prometía. Una propuesta, vaya, un tanto alicaída pese a su singularidad. La bestia despierta tarde y mal: una de las decepciones del último Festival de Sitges.


Para adictos al terror helado.
Lo mejor: Respeta la mística del licántropo pero sin caer en tópicos.
Lo peor: Su parquedad la convierte en una película menos interesante y matizada de lo que cree.

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