lunes, 3 de noviembre de 2014

CRÍTICA | 20.000 DÍAS EN LA TIERRA, de Iain Forsyth y Jane Pollard


Un instante en la vida y en la mente de Nick Cave
20.000 DÍAS EN LA TIERRA (20,000 DAYS ON EARTH), de Iain Forsyth y Jane Pollard
Festival de Sundance 2014: Mejor director y mejor montaje. Festival de San Sebastián: Perlas de otros festivales
Reino Unido, 2014. Dirección y guion: Iain Forsyth y Jane Pollard Fotografía: Erik Wilson Música: Nick Cave y Warren Ellis Reparto: Nick Cave, Documental Género: Documental musical Duración: 95 min. Tráiler: Link Estreno en España: 07/11/2014
¿De qué va?: Nick Cave se levanta. No es un día cualquiera: hoy cumple 20.000 días en la Tierra. Una fecha perfecta para revisitar su vida, su carrera musical y todas sus pasiones. 24 horas en la vida y en la mente de Nick Cave, un icono musical, cultural y estético con una gran comunidad de fans. El documental nos acerca su espíritu luchador y creativo.


Los documentales musicales que se centran en una figura de referencia, en este caso el cantante británico Nick Cave, corren el riesgo de convertirse en una alabanza constante a su protagonista y en una descripción convencional de las interioridades de la persona-artista, como haría un reportaje televisivo diseñado por y para un público fan. Por fortuna, 20.000 días en la tierra trasciende su idea de base (contarnos un día, entre real y ficticio, en la vida de Nick Cave) para convertirse en una gran exposición y reflexión de muchos temas que suelen acompañar a los mitos musicales: el peso de la fama, los secretos de los procesos creativos, la necesidad de conciliar las vertientes persona-personaje, etc. 


Ian Forsyth y Jane Pollard retratan a un Nick Cave plausible y multifacético, extravagante y cercano al  mismo tiempo, equilibrando la mística de la 'star' con la cotidianidad del cantante que, al bajarse de los escenarios, se parapeta en su gran mansión y se entretiene con pasatiempos bastante simples. El film nunca se refugia en la docurrealidad (no vemos la rutina de Cave, sino una exploración de su mente, de sus obsesiones y pasiones) y se permite licencias poéticas que dan ritmo al metraje: los números musicales, por ejemplo, funcionan más como intermedios lógicos dentro de la trama que como un ejercicio de promoción comercial (aunque Cave canta, en su mayoría, los temas de su último trabajo discográfico). Y sobre todo consigue que los acérrimos de Cave salgan del cine extasiados, y que los que desconocen al cantante sientan curiosidad por buscar los cds y la biografía de Cave nada más llegar a casa.


Lo que queda de este viaje dentro y fuera de bastidores es una celebración de la vida, de esos 20.000 días de existencia que Cave anuncia nada más empezar la película. El film termina con otro plano igual de potente: Cave lanza un canto a la libertad personal, a la persecución de los sueños y a la lucha constante mientras la cámara nos muestra la inmensidad de una playa en mitad de la noche. Un film épico en fondo y forma que demuestra la capacidad del arte por cambiar nuestros destinos: a Cave, sin duda, el descubrimiento de la música le cambió la vida, y no descartamos la posibilidad de que el visionado de 20.000 días en la Tierra pueda cambiar para bien la vida de muchos espectadores.

Para curiosos del mundo de la música 
(no es imprescindible ser megalómano o seguidor de Cave).
Lo mejor: Sus diálogos, realmente inspiradores.
Lo peor: Algunos concesiones al show business, aunque tampoco desentonan.

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