martes, 7 de octubre de 2014

SITGES 2014 | DÍA 5 | Maps to the stars, Goodnight Mommy, These Final Hours, Jamie Marks is Dead, Norway

Maps to the stars, de David Cronenberg. Sección Oficial Fantàstics Especials.
La maquinaria de Sitges sigue a pleno rendimiento. La quinta jornada del festival ha estado centrada por la proyección de Maps to the stars, lo nuevo de David Cronenberg, uno de los nombres habituales del festival. También hemos podido ver tres películas que aspiran a llevarse el máximo premio de esta edición número 47: sin duda, nos quedamos con la austriaca Goodnight Mommy, a título personal una de las mejores películas, por no decir la mejor, del festival. Cinco nuevas películas que comentamos mediante cinco titulares. ¡Gracias por leer!

Norway, de Yiannis Veslemes (Grecia, 2014). Sección Noves Visions Ficció.
1. UN CRONENBERG A MEDIO GAS. Mapa de las estrellas, el trabajo de inminente estreno de David Cronenberg, es una muestra más del desgaste que ha sufrido la obra del cineasta canadiense. Un método peligroso y Cosmopolis se perdían en una verborrea tediosísima, y algo similar le sucede a esta película: nada que ver con el Cronenberg rompedor de sus inicios y con el director que no hace tanto firmó tres thrillers tan meritorios como Spider, Una historia de violencia y Promesas del este. Mapa de las estrellas intenta ser una sátira de la fauna hollywoodiense, pero en el guion de Bruce Wagner apenas hay espacio para el chiste agudo o la crítica incisiva: simplemente asistimos ante una sucesión de personajes y situaciones absurdas, poco creíbles por exageradas, insoportables por puro histrionismo (ni tan siquiera Julianne Moore, premiada en Cannes y cercana al histerismo de sus papeles en los films de Paul Thomas Anderson, se salva en este mosaico de vidas y palabras vacías). Cronenberg cae en su propia trampa, ya que nos acerca la vacuidad de sus estrellas ficticias mediante fórmulas igual de inanes. Tan solo salvamos el curioso ejercicio de cine dentro del cine: divierten las citas a actores, directores y artistas tanto reales como ficticios, pero cuesta creerse que la vida y la carrera de éstos sea tan absurda como simula el film. La verdad supera a la ficción, pero a título personal pongo en cuarentena todas las tesis de Mapa de las estrellas. Y mucho cuidado porque el film empieza con Robert Pattinson conduciendo una limusina: el riesgo de déjà vu es considerable.

These Final Hours, de Zak Hilditch (Australia, 2014). Sección oficial a concurso.
2. ESPECULANDO SOBRE EL FIN DEL MUNDO. Hace unos años asistimos a un boom del cine apocalíptico: incluso cineastas como Von Trier (Melancolía) o Soderbergh (Contagio) especularon sobre cómo podría ser el fin de los días. These Final Hours, título australiano a concurso, supone el regreso de esta fructífera premisa a los terrenos del cine fantástico más reconocible. El film es una película de acción que cuenta la carrera de un hombre por reencontrarse con su novia a pocas horas de la desintegración del planeta. Una película que gustará a un público masculino, que no da tregua y que ofrece una variación interesante, intuímos que bastante plausible, sobre la futura destrucción de la Tierra: Hilditch imagina las horas anteriores al fin como un caos de colores cálidos, desfases, secuestros, asesinatos e histeria colectiva. La influencia de ciertos productos televisivos es más que evidente, así como su escasez de medios o el poco oficio de algunos de sus actores. Con todo, These Final Hours es una gozosa demostración de que el cine fantástico, con convicción y buen ritmo, puede satisfacer de forma bastante unánime. En el Auditori algunos la han aplaudido con mucho ímpetu, mientras que todas las críticas previas destrozaban a la cinta sin demasiada piedad. Pues bien: ni tanto ni tan poco. Un telefilm con entidad de 'placer culpable'.

Goodnight Mommy, de V. Frank y S. Fiala (Austria, 2014). Sección oficial a concurso.
3. ALGO HUELE A PODRIDO EN AUSTRIA. Austria es la cuna del psicoanálisis y del cine lapidario. Haneke y Seidl han convertido al pequeño país europeo en el epicentro del malestar general, la prueba de que nada parece funcionar en la Europa del bienestar. Michael o Revanche eran thrillers potentísimos, pero no habíamos tenido ocasión de ver la fórmula austriaca aplicada al cine de terror, pese a que El vídeo de Benny o Paraíso: fe entre otras resultasen películas de lo más aterradoras. Goodnight Mommy cubre este hueco con la incomodidad de siempre: a diferencia de la mayoría de obras sitgenses, el miedo del film de Frank y Fiala aflora por la intensidad de su atmósfera, por la potencia de sus situaciones. En otras palabras, asistimos ante una amenaza más conceptual y profunda, por mucho que se manifieste mediante las directrices del terror puro y duro. De ahí que Goodnight Mommy deje una huella importante y que se distancie de la resta de obras a concurso. De ahí que el público asistente, en lugar de responder con los aplausos y el jolgorio habitual, haya resoplado de puro dolor ante el imponente clímax final. Y de ahí que para muchos ésta sea junto a The Babadook la cinta que más méritos reúne para alzarse con el galardón a la mejor película de esta edición número 47. Goodnight Mommy es la historia de dos hermanos que asisten sorprendidos ante el regreso de la madre a la casa familiar. La madre, que irrumpe en la vida de los pequeños con extrañas vendas en la cara, no parece ser la misma, y los niños urden un plan a priori inocente y finalmente macabro para averiguar si la mujer que habita con ellos es una extraña o no. En Sitges muchas películas funcionan a base de caprichos de guion, de giros más o menos convincentes y forzados: Goodnight Mommy, en cambio, es una obra coherente y cerrada, y cada una de sus mutaciones aporta nuevos sentidos y nuevos matices a la trama. Un film tremendo.

Jamie Marks is Dead, de Carter Smith (EE. UU., 2014). Sección oficial a concurso.
4. ¿Y QUIÉN ES JAMIE MARKS? Jamie Marks is Dead es un drama sobrenatural que ha descolocado a todos. No nos hemos dormido en mitad de la función ni el exceso de visionados nos ha nublado el juicio: Jamie Marks is Dead es una película de lo más hermética que no se entiende. El Marks del título es un adolescente con look 'harrypotteresco' que aparece muerto en los alrededores de un lago. Aunque Marks parecía ser un joven retraído y con pocas amistades, su desaparición tiene un extraño impacto en Adam, el único que parece dispuesto a averiguar quién era en realidad Jamie Marks. Por desgracia, ni el personaje saca algo en claro ni nosotros podemos seguir sus pesquisas desde la butaca del cine: a pesar de su lograda atmósfera, el guion ni se moja ni se define. Una película, en definitiva, cuyo metraje pesa como una losa y que a ratos juega al despiste (¿hay tensión homoerótica entre los personajes?, ¿a qué se debe el parecido físico entre los personajes femeninos?, ¿qué aporta el personaje de Liv Tyler?, ¿Marks se suicidó?, ¿y si es así, a qué se debe la última frase que pronuncia a Adam?). Un film que debe verse con manual de instrucciones. En Sitges, obviamente, no podemos perder ni un segundo de nuestro tiempo con tantas formalidades: normal que Jamie Marks is Dead haya sido al final de la jornada la cinta con peor fama de todas las proyectadas.

Los protagonistas de No Tears for the Dead, de Lee Jeong-beom (Corea del sur, 2014), fuera de concurso.
5. UNA GRECIA EXTRAVAGANTE Y VAMPÍRICA. Los que todavía sigan en shock tras Canino o Attenberg tienen otra título de impacto a visionar: Norway. Una Noruega la mar de rara, helénica de pura y cepa y con una estética vampírica que recuerda a una versión low cost de Only Lovers Left Alive de Jim Jarmusch, una de las perlas de Festival de Sitges 2013. Distintos personajes se reúnen en la noche de Atenas para bailar, drogarse, dormir en sarcófagos y recordar sus viejos tiempos como vampiros. El protagonista, cual Leos Carax con peluca rubia, se pasa 70 minutos de metraje buscando a su amigo desaparecido, y mientras tanto inicia un tour escapista por antros de mala muerte, un reflejo del mundo desfasado y malsano que habitan los seres del film. Una película sin demasiado argumento que se disfruta como una flipada nocturna, aunque sin la profundidad ni la capacidad crítica de otras películas griegas de reciente factura. Una de esas chaladuras que sólo pueden verse en Sitges: ningún distribuidor tendrá los suficientes bemoles como para exhibirla en salas.

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