sábado, 23 de agosto de 2014

CRÍTICA | MALÉFICA, de Robert Stromberg


Benigna Maléfica
MALÉFICA (MALEFICENT), de Robert Stromberg
EE. UU., 2014. Dirección: Robert Stromberg Guion: Paul Dini, John Lee Hancock y Linda Woolverton Fotografía: Dean Semler Música: James Newton Howard Reparto: Angelina Jolie, Elle Fanning, Juno Temple, Imelda Staunton, Miranda Richardson, Sam Riley, Sharlto Copley Duración: 90 min. Género: Fantástico Tráiler: Link Estreno en España: 30/05/2014 
¿De qué va?: Maléfica es una niña que custodia un bosque con seres fantásticos y naturaleza exuberante. Un día un niño cruza los límites de ese reino natural oculto. Años después, el niño se convertirá en rey, y la niña, ya mayor, es maltratada por las gentes del lugar. Es entonces cuando la mujer decide arruinar la vida de los que han hecho su existencia miserable.
Palmarés: Golden Trailer Award al mejor tráiler para una película de aventuras y/o fantástica.
El dato: Con más de 10 millones de recaudación, Maléfica es, a la espera de que acabe 2014, la tercera película más taquillera del box office español, sólo superada por Ocho apellidos vascos y El lobo de Wall Street.


Que Hollywood y alrededores se ha apropiado de los cuentos clásicos no pilla a nadie por sorpresa: los referentes más inmediatos los tenemos en las dos versiones recientes, más complementarias que antitéticas, del relato de Blancanieves, una dirigida por Tarsem Singh y otra realizada por Rupert Sanders. Lo que sí resulta cuanto menos curioso es que esa explotación de los cuentos más emblemáticos, la gran mayoría ya llevados a la gran pantalla gracias a la animación Disney, no ha dado como resultado versiones modernizadas de los cuentos, sino adaptaciones del todo libérrimas que juegan a desconstruir todo lo que ha mediado durante décadas entre el 'érase una vez' y el 'colorín colorado'. Si algo tienen en común tanto las dos Blancanieves estadounidenses como esta taquillera Maléfica es la fascinación por la figura de 'la malvada', rasgo más que curioso que seguramente obedece a razones que trascienden lo cinematográfico. Las princesas Disney han pasado a mejor vida y ahora la belleza se encuentra en el lado oscuro. Además, pocos atractivos puede ofrecer la bella durmiente, bebé durante la primera mitad de la trama y ausente por efecto del famoso hechizo durante el segundo tramo de la historia. Maléfica reclama ahora el protagonismo, pero... ¿es la Maléfica que conocíamos? ¿qué aspectos nuevos se nos desvelarán? ¿y hasta qué punto esos datos complementan o alteran el cuento inicial? Desde principios de mayo tenemos la respuesta en todos los multicines del país.

En el primer minuto, una voz narradora nos avisa que nunca supimos la realidad del cuento: asistiremos, por lo tanto, a otra ficción. El escenario protagonista se traslada al bosque del reino, el castillo pasa a ser un referente en la lejanía, y gracias a un generoso prólogo conocemos todos los datos de Maléfica: el por qué de su peculiar físico, los motivos de su presunta maldad y las razones que escondían los famosos episodios de la historia (la irrupción de Maléfica en mitad del bautizo de la princesa Aurora y el momento en que ésta cae dormida al pincharse con el filo de una rueca). Maléfica, por lo tanto, se centra, como era de esperar, en su némesis, y al conocer todo lo que había quedado entre líneas nos damos cuenta de que los malos no eran aquellos que nos habían presentado desde pequeños.


Y ese es precisamente el gran problema de Maléfica. Es muy lícito leer y releer, ir más allá de lo leido e incluso alterar los referentes de toda la vida, pero en el caso del film de Stromberg resulta difícil empatizar y familiarizarse con la historia. La Maléfica del 2014 no es la Maléfica de antaño: ahora, ni da miedo ni extiende el pavor entre los personajes. Vaya, que la nueva protagonista es más papista que el Papa, más buena que el pan y un paradigma de valores. Aceptamos cambios y apuntes a pie de página, pero otra cosa es dar la vuelta a la tortilla. Y ahí es cuando el público actual, consciente de los sustratos de la historia, arruga la nariz ante la perspicacia de los responsables del film. Más todavía si esas licencias van acompañadas de diálogos absolutamente ñoños, personajes totalmente desaprovechados (el cuervo que acompaña a la villana), otros reciclados de forma muy extremada (las tontas y paródicas hadas, que demandan un spin off para ellas solas) y un despilfarro de efectos especiales sin demasiada personalidad (la batalla inicial participa de la reactualización de la estética medieval de los últimos blockbusters yankis, mientras que la descripción del cosmos natural que domina Maléfica parece una mala copia de la Pandora de Cameron).

En resumidas cuentas: los tiempos son diferentes, el cine familiar-infantil también ha sufrido notables mutaciones, pero las ramas no deben impedir una visión panorámica del bosque (ahora en 3D), la evidencia de que, en el fondo, todo sigue igual. Maléfica sigue siendo un producto Disney blanco, inofensivo y carente de inventiva. No es un triunfo de lo gótico, tampoco una revisión personal según los universos y las constantes de un autor ya consolidado (caso, con muchas comillas de por medio, de la Alicia en el país de las maravillas de Burton), sino la enésima defensa de la maternidad, de las estructuras tradicionales (éticas, familiares, etc.), del respeto por la naturaleza y otros clichés. Maléfica es un producto industrial y masivo, y como resultado en él 'lo diferente' es justificado hasta la saciedad y la oscuridad es rebajada hasta límites sonrojantes. Seguramente Angelina Jolie se sintió fascinada por el personaje, consciente de que el papel la afianzaría todavía más como madre, estrella y mito. Ella es, precisamente, lo más destacable y lo único realmente novedoso del film: Jolie se cree la película, y ello se agradece. Pero Jolie-Maléfica batalla sola: no es por ser purista, pero cuesta seguirle el ritmo a una película que altera ya no la acción de la historia sino la esencia de ésta. Efectivamente, 'vivieron felices y comieron perdices', pero... ¡demasiado felices!


Para cuentistas con mucha imaginación.
Lo mejor: Jolie, santa con cuernos, se lo pasa pipa haciendo un poco de mala, sólo un poco.
Lo peor: Que no se haya estrenado la versión inicial de 138 minutos: ¿se recortaron los fragmentos más terroríficos para favorecer el flujo de entradas vendidas?

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