martes, 29 de julio de 2014

CINOSCAR SUMMER FESTIVAL: NOMINADOS I

Cinoscar Summer Festival, 2ª edición: Nominados

Los nominados a la MEJOR BANDA SONORA ADAPTADA son:


1. CARRETERA PERDIDA: Con un soundtrack mixto, y finalmente nominado tanto aquí como en la categoría de 'banda sonora original', el film de Lynch utiliza la música para redondear las atmósferas oníricas por las que transitan los personajes. Pocas veces un soundtrack resulta tan variado y a la vez tan coherente: tanto el tema inicial de David Bowie como los tracks de Rammstein, Marilyn Manson o Nine Inch Nails contribuyen a que el film resulte una estimulante pesadilla.
2. CASINO: Resumir la música de Casino es casi imposible: en su momento, el soundtrack se editó con una edición de dos cds, en los que quedan condensados los ritmos pop, jazz, blues y clásicos que ambientan la película. Un repertorio de lujo, con temas míticos y voces imprescindibles. Scorsese siempre consigue unos soundtracks voluptuosos y logra insertar cada pieza en la escena correcta, de forma que las melodías y letras refuercen las imágenes. Tanto en cantidad como en calidad, estamos sin duda ante una de las aportaciones más destacables del festival.
3. PENA DE MUERTE: Robbins reunió a las principales figuras del country norteamericano para Pena de muerte. Ritmos acústicos, con guitarras desnudas y voces rasgadas que dotan de emoción, misticismo y raíces a una película que en su hilo musical remite directamente al corazón de la Norteamérica profunda. Una banda sonora muy vendida en la época gracias a las aportaciones de Eddie Vedder y Bruce Springsteen entre otros. Uno de los méritos de la banda sonora es que funciona como recopilación independiente y como colección de las músicas de la película. Una apuesta muy personal que hará las delicias de los amantes del cine y de la música.
4. LAS VIDAS DE GRACE: A diferencia de otras apuestas del cine indie norteamericano, Las vidas de Grace rehuye de la clásica concatenación de canciones y mezcla piezas originales con otras adaptadas, casi todas instrumentales. El soundtrack tuvo cierto recorrido en la pasada temporada de premios gracias a la canción que uno de los jóvenes internos canta a la protagonista en uno de los momentos más emotivos del film. Una baza minimalista, pero también un ejemplo de que a la hora de musicalizar una obra 'menos' puede ser 'más'.
5. STOCKHOLM: Desde la escena inicial en la discoteca, pasando por la pieza clásica que ambienta el grandioso reencuentro en el ascensor, las notas a piano que acompañan el paseo por un Madrid a punto de amanecer e incluso el silencio que preside el a priori sosegado pero más violento segundo tramo del film, Stockholm se reivindica como una banda sonora atípica. Una banda sonora que podría resultar 'poco premiable' por su naturaleza ecléctica, pero realmente interesante: os animamos a escuchar todos los cortes musicales del film en youtube.
6. TOM À LA FERME: Dolan cuida mucho los soundtracks de sus películas: con sus músicas, el joven canadiense define a los personajes, estiliza sus travellings y consigue su tan famoso universo queer. En Tom à la ferme, Dolan cambia su rutina de trabajo para dotar de sobriedad a su original thriller: el silencio es el gran protagonista, el soundtrack corre a cargo de Gabriel Yared (El paciente inglés), y las canciones, aunque disminuyen en número, aumentan en fuerza dramática. Les moulins de mon coeur sonando en el plano aéreo de la autopista o el regreso a la ciudad de la última escena con el Going To A Town de Rufus Wainwright justifican por sí solos la nominación.

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Los nominados a la MEJOR BANDA SONORA ORIGINAL son:


1. Nino Rota, por OCHO Y MEDIO: La música de Rota, tan célebre como el film, cincela el aire circense, sainetesco y tragicómico que respiran las imágenes. Rota y Fellini formaron un tándem sin par, por lo que estamos ante un trabajo único e intransferible, muy personal y sobre todo irrepetible. La gran prueba de la calidad de sus melodías es que, al escuchar el soundtrack, uno puede evocar de forma muy nítida las escenas más exuberantes de la película. Un clásico digno de premio.
2. Benny Andersson, por CANCIONES DEL SEGUNDO PISO: Podría parecer la banda sonora menos destacable del sexteto de nominados, pero Andersson logra un ejercicio muy meritorio: lograr que la banda sonora, aun pasando relativamente desapercibida, dote de tristeza y negrura al surrealista muestrario de historias que teje el film. Las composiciones de Andersson tienen el toque melancólico de, por ejemplo, los soundtracks de Angelopoulos. Un apocalipsis musicalizado de forma delicada, notable y sensible.
3. Angelo Badalamenti, por CARRETERA PERDIDA: Badalamenti es un genio de tal calibre que bien podría componer el hilo musical de los pasadizos del infierno e hipnotizar al mismísimo diablo. En Carretera perdida, sus composiciones dibujan el trance y el viaje del protagonista, e incluso se permite auténticas epopeyas oscuras cuando la trama avanza y la confusión se apodera de los fotogramas. Música oscura, etérea, que se cuela en nuestros adentros cual gusano urgando en las profundidades de un cerebro.
4. Gottfried Huppertz, por METRÓPOLIS: El film de Lang juega en otra liga. Tanto por época como por la naturaleza muda del film, las distintas suites de Huppertz siguen principios y estructuras muy diferentes a las del resto de nominadas. Si el film es una mezcla de ciencia ficción, cine social, romance y cine negro es gracias a una banda sonora con momentos álgidos, otros reposados, ritmos exóticos y grandes ejercicios orquestales. El reto de Huppertz era superlativo... y todavía sigue sorprendiéndonos.
5. Alberto Iglesias, por TIERRA: No queda claro si el cine de Almodóvar y Medem le debe mucho a Iglesias o si Iglesias le debe mucho a Almodóvar o Medem. Sea como sea, la música del compositor donostiarra se ensambla a las mil maravillas con las imágenes terrestres y celestiales de Medem, en especial esta Tierra llena de lírica y cochinillas en sus entrañas. Una banda sonora cálida y humana, pero también desconcertante e incluso terrorífica cuando la acción lo requiere. Una música con denominación de origen y cuerpo, como los mejores vinos.
6. Joe Hisaishi, por EL VERANO DE KIKUJIRO: ¿Os cuento un secreto? De pequeño vi la película, y aunque a duras penas recordaba su trama sí podía tararear a la perfección la bonita melodía de Hisaishi. Ahora, tras revisitar el film de Kitano, es interesante percatarse que el trabajo de Hisaishi va más allá de la construcción de una única tonadilla: si bien las famosas notas se repiten en casi todos los tracks, los instrumentos matizan cada escena del film para subrayar la dureza, la inocencia, la tristeza o la alegría que respira la película. Hisaishi logra algo mágico: su soundtrack es pura belleza.

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Los nominados a la MEJOR FOTOGRAFÍA son:



1. Gianni di Venanzo, por OCHO Y MEDIO: La memoria nos remite a escenas de una estudiadísima dirección de fotografía como la ensoñación final, el baile en la playa o la escena de los niños pisando uvas. En verdad, Di Venanzo logra un pequeño milagro: que el constante fluir de la imaginación del protagonista y las acciones del presente queden ensamblados formando un todo absolutamente delicioso.
2. I. Borbás, J. Klevenas y R. Komarek, por CANCIONES DEL SEGUNDO PISO: Fotografía a seis manos para una película con planos pictóricos. En algunas secuencias, la cámara resta estática y los cuerpos se mueven poco a poco, creando ilusiones ópticas propias de la pintura. En otras, la fotografía es la encargada de aportar profundidad con ligeros travellings. La posición de la cámara también contribuye a la desazón y al ridículo imperante en el film. Un trabajo exquisito deudor del mejor Bergman y Tarkovsky.
3. Peter Deming, por CARRETERA PERDIDA: Un gran juego de contrastes: las pesadillas del protagonista están fotografiadas con una fuerza impresionante. Tanto en sus primeros planos como en escenas como la persecución en carretera por Mulholland Drive, la versatilidad de Deming consigue superar con nota un trabajo de fotografía muy difícil. De hecho, es difícil separar música, fotografía y montaje en el film de Lynch: todo suma y todo contribuye a que el film sea una experiencia alucinante.
4. Jerzy Woljcik, por FARAÓN: La larga entrada del séquito del faraón en las profundidades de la pirámide es seguramente uno de los planos más bellos y complejos de todo el festival. Una película que en su primer tramo filma la inmensidad del desierto, y que luego se transforma en un film de interiores con grandes juegos de luces. La disposición de los planos y sus contrastes oscuros y ocres son el alma de la película.
5. Pierre-William Glenn, por LA NOCHE AMERICANA: Truffaut opta por una dirección de fotografía totalmente coreografiada con el fin de ser fiel a la estudiadísima planificación que basa su ejercicio de 'cine dentro del cine'. Mérito, pues, doble: el film sabe retratar la inmensidad de un plató y el vasto dispositivo humano y técnico que acompaña a un equipo de rodaje. Por momentos, da la sensación de que Truffaut, director en la realidad y en la ficción, distribuye a sus personajes con la delicadeza y la precisión de un maestro. De una planificación apabullante.
6. Raoul Coutard, por Z: La película de Costa-Gavras no da tregua, pero su fotografía se distancia de los ejercicios clásicos de Hollywood. La tensión a veces surge de mantener la cámara fija en espera, como la escena del asesinato, y en otras escenas el frenestismo se consigue ensamblando persecuciones a pie de guerra, a escasos centímetros del escenario y de los rostros de sus protagonistas, como haría el mejor de los documentalistas. Realmente brillante.

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Los nominados al MEJOR MONTAJE son:



1. Leo Cattozzo, por 8 Y MEDIO: Cuando el protagonista de 8 y medio empieza a navegar en sus recuerdos, el montaje de Cattozzo llega a cotas casi perfectas: ensamblar realidad y sueño, vida y cine, es muy difícil (lo mismo decíamos antes de la fotografía del film). En manos inexpertas, la película resultaría descompensada y deshilvanada, pero el montaje de este clásico consigue dar consistencia a toda la película.
2. Roy Andersson, por CANCIONES DEL SEGUNDO PISO: Montar un film del calibre de Canciones del segundo piso debió ser una tarea ardua, como intentar acabar un puzzle de infinitas piezas. Por eso, no es raro que el mismo director se encargue del montaje: al fin y al cabo, la disposición de los episodios es el elemento que da relieve cromático y emocional a toda la película. Y como cualquier rompecabezas abstracto, da la sensación de que el film debió admitir otras ordenaciones, mil y una versiones, cada una con su encanto y su semántica: la que Andersson ha establecido como definitiva nos encanta y merece reconocimiento.
3. Mary Sweeney, por CARRETERA PERDIDA: Cuando se tiene entre manos una película como Carretera perdida, la tarea de 'montar' el film es un proceso de creación más, al menos de forma más acentuada a la de otras propuestas, ya que la disposición de las escenas lleva el film a uno u otro significado. Y respecto al montaje, bien puede decirse que el film está montado en dos partes muy distintas, reverso y anverso del mismo objeto, como sucede con el pelo de Arquette. Una labor considerable que merece con creces nuestra nominación.
4. Thelma Schoonmaker, por CASINO: Cómo montar un film de metraje tan dilatado sin que el ritmo decaiga ni un momento, de forma que los diálogos se sucedan a la velocidad del rayo; que los actores, en lugar de caminar, parezca que estén bailando y deslizándose por el vals lujoso de Scorsese; y de que toda la carcasa visual del film no resulte en ningún momento opulenta o molesta. Ese es el misterio, y ese es el motivo que justifica la mención a Schoonmaker. Que no compitiese en los Óscar de su año en este apartado es, directamente, escandaloso.
5. Hal C. Kern, por REBECA: Junto al de 'mejor película', éste fue el único Óscar que Rebeca se llevó a casa. Un premio justo, porque el montaje es una de las cuestiones más complejas de cualquier película de misterio. Y para intrigas, las de Rebeca: lo que vemos, lo que vemos sin verlo (la Rebeca del título), lo que se nos dice sin que se nos diga explícitamente (esa escena en la que Judith Anderson casi invita a la protagonista a tirarse por la ventana) o lo que se muestra muy poco a poco (Manderley: del recuerdo inicial al paulatino descubrimiento de sus estancias, hasta llegar el incendio final) son méritos, en gran parte, de su montaje.
6. Françoise Bonnot, por Z: Con tantos personajes, tantos saltos de escenario y tantas acciones cruzadas, es evidente que Z precisaba desde sus inicios de un montaje que supiese dar fuerza, veracidad y ritmo a la historia. El resultado final figura sin duda entre los referentes casi insuperables que se enseñan en las mejores escuelas de cine. El film de Costa-Gavras merece todos los elogios del mundo, pero muy especialmente su montaje: puro prodigio.

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Los nominados al MEJOR VESTUARIO son:


1. Piero Gherardi, por OCHO Y MEDIO: Si Mastroiani es un dandi mítico y sus mujeres una quintaesencia de la voluptuosa fémina italiana es gracias a una dirección de vestuario que sabe sacar partido de todos sus intérpretes. El vestuario también ayuda a que el film resulte real e irreal a partes iguales. Un trabajo meritorio... excelente si contamos todos los complementos (las gafas de él, las joyas de ellas) que, pese al blanco y negro, brillan en pantalla con luz propia.
2. Norma Koch, por ¿QUÉ FUE DE BABY JANE?: El film de Aldrich es un baile de máscaras y un juego de disfraces. El vestuario, en consonancia con esa idea, cuenta muchos detalles de los personajes: los impolutos vestidos de las niñas hermanas, la ropa oscura y rota de la parte central y los trajes inocentes que evocan al personaje de Bette Davis un pasado que nunca volverá... El film ganó el Óscar en esta categoría, un galardón muy merecido que ahora puede repetir en nuestro festival.
3. John Dunn y Rita Ryack, por CASINO: Si Sharon Stone nunca ha estado tan guapa como en el film de Scorsese es gracias a los preciosos, carísimos y pesadísimos trajes que luce durante casi tres horas de metraje (algunos vestidos superaban los 20 kilos). Vestir a protagonistas y figurantes con la etiqueta que demanda cualquier casino y producción de época es una tarea digna de premio. Los mafiosos, eso sí, son fieles a su indumentaria negra: hay cosas que nunca cambian en el cine del gran Scorsese.
4. M. Czekalska, A. Majeswski, B. Ptak y L. Rzeszewska, por FARAÓN: Recrear el universo del Antiguo Egipto y ganarse el respeto de espectadores e historiadores es un trabajo dificilísimo: nunca había estado tan justificado una dirección de vestuario a seis manos, porque los detalles de todos los trajes, joyas, abalorios y demás atrezo que vemos en el film esconden un gran trabajo de investigación, creación y coordinación. Un trabajo encomiable, más todavía si tenemos en cuenta que su presupuesto poco tuvo que ver con los péplums del Hollywood dorado.
5. Patricia Norris, por EL HOMBRE ELEFANTE: Coordinar el vestuario de un film de época y conseguir matices a partir de los diferentes ropajes (la película va de los rudimentarios retales de circo al refinado vestuario de la burguesía del siglo XIX) tuvo su recompensa en forma de nominación al Óscar. Patricia Norris, una institución a lo que cine y vestuario se refiere, consigue aquí uno de sus mejores logros.
6. Aleka Corwin, por NOCHE DE ESTRENO: La diva teatral que protagoniza el film merece una ropa acorde con su personalidad, y el film consigue una total armonía entre las ropas que los actores llevan en escena y la vestimenta de tonos oscuros que llevan los personajes entre bambalinas. Un curioso ejemplo de la moda setentera.

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