domingo, 25 de mayo de 2014

Crítica de EL OTRO BARRIO, de Salvador García Ruiz


Barrio: casa y cárcel
EL OTRO BARRIO, de Salvador García Ruiz (España, 2000)
¿De qué va?: Ramón es un chico de 15 años, un buen estudiante y un hijo que no ha dado problemas a su familia. Vive con su madre y su hermana en Vallecas, y aunque no le falta de nada no es feliz. Sus problemas estallan una tarde por culpa del azar. Ramón empieza a aparecer en los periódicos y noticiarios, es encerrado en un reformatorio para menores con problemas y su vida cambia bruscamente. Marcelo, que en su día dejó Madrid para centrarse en sus estudios, vuelve a la capital para ser el abogado defensor del pequeño. Los deseos de unos y de otros harán que se destapen muchos secretos del pasado. Mientras, Ramón empieza a hacer buenas migas con Aníbal, su compañero de habitación en el centro; y Marcelo, casado y con un bebé, se debate entre las sombras de su pasado y la promesa de un futuro mejor. 
Palmarés: Nominación al Goya al mejor guion adaptado. Premio al mejor guion adaptado del año concedido por el Círculo de Escritores Cinematográficos de España. Mención especial en el Festival de San Sebastián 2000 para el director García Ruiz, los productores Gerardp Herrero y Javier López Blanco, y los jóvenes actor Jorge Alcázar y Alberto Ferreiro. Dos candidaturas de la Unión Española de Actores: Pepa Pedroche en el apartado de Mejor interpretación de reparto, y Guillermo Toledo en el apartado de Mejor interpretación secundaria.
El dato: El film adapta la novela homónima de Elvira Lindo y fue elogiado por la escritora cuando llegó a las salas españolas a finales del año 2000. La película tuvo su estreno en el Festival de San Sebastián, donde consiguió muy buenas críticas. Supone el segundo largometraje de García Ruiz, nominado al Goya por su exitosa ópera prima Mensaka. El film es el primer papel relevante de Alberto Ferreiro, luego visto en Salvajes y Más pena que gloria.


Reseña: El barrio donde nacemos y crecemos nos influye de una forma decisiva. No cambiar nunca de barrio, pertenecer a un sitio, acostumbrarse a unas gentes y ceñirse a una rutina, puede llegar a tener consecuencias terribles. El otro barrio de Salvador García Ruiz confronta la historia de Ramón, un adolescente que nunca ha salido de Vallecas, con la de Marcelo, un abogado que tiempo atrás abandonó el barrio madrileño para luchar por sus sueños. Uno encuentra en el otro una figura paternal que nunca ha tenido y la nueva vida que le puede esperar lejos de su calle, mientras que el mayor ve en el joven un reflejo de lo que fue o de lo que pudo haber sido. En El otro barrio no hay buenos ni malos, tampoco juicios de valor, ni tan siquiera una crítica o una idealización del barrio metafórico que de alguna manera agrupa, define y ahoga a todos los personajes. Estamos ante un film sutilísimo, cuyo drama va descubriéndose poco a poco hasta alcanzar cuotas insospechadas, relacionando a otros personajes con los que no contábamos e incumbiendo a diferentes generaciones marcadas por la desdicha. García Ruiz habla del poder castrador del medio y de la fina línia que separa una vida llena de posibilidades de una existencia en la soledad de los centros de menores. Película pausada, tal vez excesivamente hermética en su desarrollo, que va poniendo sin prisa pero sin pausa todas las cartas sobre la mesa. Al final el peso recae en el espectador, porque tampoco se nos presentan todas las piezas del puzle, y porque el otro barrio del título, al fin y al cabo, es el nuestro, el de cada uno de los valientes que se acerquen a esta joya oculta del último cine español. Le falta muy poco para ser una gran película: no ayuda cierta descompensación de tono, la dilatación del metraje y algunos asertos poéticos (la vida de Aníbal, contada en flashback; las apariciones del padre muerto, siguiendo la estela de A dos metros bajo tierra; o los sucesos que ocurren en la casa de Ramón, contados con un onirismo inusual) que conviven con mayor o menor equilibrio con otros planos crudos y desnudos (momentos como la conversación entre el protagonista y su 'hermana' en un banco no precisa de adornos ni efectos de cámara para poner la piel de gallina). En conjunto, una interesantísima propuesta cercana al drama intimista y social, con mucha vida y mucho cine en su interior. Seguramente nunca han oído hablar de ella: búsquenla, porque vale muchísimo la pena.


Para los que buscan un cine social e intimista que sea complejo
Lo mejor: Su historia crece y estremece.
Lo peor: Formalmente dista de ser compacta.



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