Desde Cinoscar & Rarities seguimos preparando el Cinoscar Summer Festival 2014, una edición que superará en número de obras y variedad de propuestas a la primera edición. Hace unos días os contábamos que PETER GREENAWAY será el director homenajeado del certamen, y hoy podemos desvelaros más novedades. Ya conocemos el FILM QUE INAUGURARÁ el festival, una obra que da prueba del altísimo nivel de los largometrajes y los cortometrajes que reseñaremos a partir de junio. PERDICIÓN (DOUBLE INDEMNITY), el clásico de Billy Wilder nominado a 7 premios Óscar, será el encargado de dar el pistoletazo de salida al festival. La película concurrirá fuera de concurso y la publicación del post será a finales de mayo (día todavía por determinar). Posteriormente, en el blog aparecerán puntualmente las diferentes obras a concurso: en breve os contaremos el calendario y todo el desglose de obras del festival. Hasta el DOMINGO 20 DE ABRIL todavía podéis sumaros al festival con las obras que más os gusten: os prometemos un verano lleno de cine y cinefilia.
De nuevo, os dejamos con el POST INICIAL con toda la información del certamen. ¡Os esperamos!
PERDICIÓN, 1944 de Billy Wilder
ResponderEliminarCuando en el minuto 3 de “Perdición”, Barbara Stanwyck desciende por aquellas escaleras tan de estilo californiano para uso de cineastas, el arte popular americano lo acabaría constatando como uno de los momentos míticos de más profunda impresión. De King-Kong desnudando pacientemente a Fay Wray a Marilyn con su célebre falda de “The seven year itch”. Esta suntuosa aparición de Barbara en “Double indemnity” figura con derecho propio en el primer ranking de los instantes más intelectuales y elegantemente eróticos del cine de Hollywood. Pero a lo que me estoy refiriendo es a una turbulenta escena - que destrozará a un inane Fred Mac Murray – que es la apertura de un film. Terrible anuncio para un final no feliz. Con tan prometedor punto de partida, Billy Wilder asume perfectamente la mecánica del cine negro desde el ángulo de los parias, punto de vista más inquietante que hacerlo desde esos seguros defensores de si mismos que fueron Sam Spade y Philip Marlowe.
Si alguna vez se ha dicho del film noir que es una determinada manera de ir a la deriva, “Perdición” cumple esta definición – perfecta en algún aspecto y absolutamente incompleta en otros – al máximo. El clima que sostiene la obra es un juego mortal sobre el alambre. Unos personajes grises, con una astucia que no es sino ridícula concesión de los dioses del destino, suficiente para ser atrapados por la tela de araña e inútil para salir de ella. El mundo de “Perdición”, al contrario que otras de las grandes películas del cine negro, es cerrado y no deja escapatoria. La imposibilidad de la búsqueda de la salida es tanta por ser una historia desarrollada sobre los desdichados protagonistas con la lógica del torniquete – o del pozo y el péndulo, si se prefiere – como por la ausencia de recursos de que son capaces de generar por si mismos. “Perdición” es un noir cotidiano, realista, no es tarea de los dioses del Olimpo. Es pieza de rateros, de asesinos de magazine – el viejo y extinguido diario “El caso” en terrenos cercanos -. Estos personajes carecen de rictus amargo y de la velocidad de los puños y de las pistolas de otros “héroes”. Evidentemente los protagonistas de “Perdición” no moran en ningún cielo.
Pero ocurre que esa vulgaridad – más acentuada en el hombre que en la mujer – aparece traspasada por ese sueño sin despertar o con un amanecer espantoso encarnado por esa repugnante mantis religiosa tan afortunadamente interpretada por Barbara Stanwyck. Es la intromisión del universo del sueño en la vida cotidiana, cuyo paseo final traerá consigo el crimen y el castigo. Barbara Stanwyck será el hilo conductor de la historia, y lo hará por el camino de la lógica para buscar la riqueza primero y un mutis por el foro honorable en un callejón que, previamente, los tiene todos cerrados.
Por más que esa salida digna - ¿podía ser de otra manera? – sea la utilización de la traición como un elemento más en el marco real sin que ello suponga discordancia alguna sino la lógica imperante para un argumento que no iba a dar indemnización a nadie.
Wilder filmó la película con un tono seco y exacto, destilando el veneno del sarcasmo – aquí no introducido como elemento anexo sino surgiendo por si mismo – con un estilo frío y casi documentalista. Voz en off, absoluto sentido del ritmo. En este aspecto quizá sea la obra más armónica de Wilder; pocos años más tarde – y al socaire de I.A.L. Diamond – verdadero perdedor del sentido de la medida. “Perdición” resultó una de las películas más emocionantes del cine americano, porque supo calar con toda intensidad el dolor y la angustia del cine negro a a través no de una historia novelesca y grandilocuente, sino de una narración sencilla y humana. Demasiado humana.
LuisB
Vergerus