miércoles, 30 de octubre de 2013

Crítica de HOOKED UP, de Pablo Larcuen

Hooked Up se estrenó en el Festival de Sitges con la banda de 'primera película rodada íntegramente en Iphone', y su inclusión en la sección oficial a concurso del certamen catalán puede entenderse como una voluntad por parte del equipo de Ángel Sala de traer al público las nuevas constantes del cine fantástico, entre ellas las relacionadas con la tecnología y los soportes de rodaje. Más allá de su curioso sistema de creación y de su ajustado presupuesto, Hooked Up, primer largometraje del cineasta Pablo Larcuen, sigue los postulados del horror 'cámara en mano', cuya máxima explotación de sus posibilidades y éxito comercial vino a raíz del Rec de Jaume Balagueró. Si en Rec había una mención, aunque pequeña, a las trampas de la telebasura (ese 'fílmalo todo' que decía Ángela Vidal al asustado reportero), Hooked Up hace lo propio con el turismo sexual: en este caso vemos el desenfreno de dos jóvenes norteamericanos que viajan a la Ciudad Condal para tener una noche loca de alcohol y sexo. Las similitudes entre ambos films no acaban aquí, ya que tanto en una como en otra los momentos de máxima tensión suceden en un espacio claustrofóbico (las habitaciones y pasillos de una casa de la que es imposible escapar), se suceden diferentes sustos bastante efectivos y esconden una trama rocambolesca relacionada con un inquilino que en un principio desconocemos (hasta aquí podemos leer por riesgo de spoilers). La diferencia es evidente: Hooked Up llega un lustro después de Rec, por lo que la capacidad de sorpresa es mínima y el film se defiende forzando al máximo el esquema llevando su historia al gore más extremo, a la resolución más desquiciada.


El hecho de que esté rodada en Iphone es lo de menos, básicamente porque a Larcuen no le interesa sentar cátedra ni abrir una nueva vía de expresión, sino más bien servirse de un nuevo formato para realizar una película conservadora (en este sentido, es importante destacar que los personajes que graban las escenas nunca comentan cuestiones básicas como la pérdida de cobertura o batería, la falta de luz o los posibles golpes que recibe su teléfono móvil, por lo que Larcuen, en contra de la campaña promocional del film, juega a elidir la naturaleza de lo filmado: únicamente el film es coherente con su fondo y forma cuando las imágenes sufren interferencias en momentos contados).


Con todo, Hooked Up es bastante estimable, ya que consigue ser la experiencia angustiante que la mayoría de films del género con mayores efectos visuales casi nunca logran: sólo por eso, su presencia en la meca del cine fantástico, Sitges, está más que justificada. Un film efectivo, con la energía de una ópera prima rodada desde el cariño al género, el respeto a sus referentes y la total complicidad y entrega de su equipo artístico y técnico; y, paradójicamente, una puerta nueva que demuestra la saturación de cierto falso documental o found footage que pudimos ver cual fotocopia en diferentes obras proyectadas en Sitges. Sólo queda felicitar a los jóvenes y prometedores responsables de Hooked Up: cuestiones formales aparte, el film es una atracción de feria que dispara nuestros índices de adrenalina sin movernos de la butaca.


Para los que quieran subirse al tren de la bruja durante hora y cuarto.
Lo mejor: Asusta con muy pocos recursos.
Lo peor: No convence el final.

Nota: 6

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