martes, 25 de junio de 2013

Crítica de STOKER, de Park Chan-Wook

Al surcoreano Chan-Wook siempre le han interesado el origen y las motivaciones que esconden las expresiones más extremas de dolor y violencia. En su trilogía sobre la venganza exploró los límites del ser humano y la bestia que tarde o temprano puede aflorar de nuestros adentros, así como la fina línea que separa la figura del violador de la persona violada. En medio de esa trayectoria quedaron Soy un cyborg y Thirst, productos menos hemoglobínicos que igualmente se interesaban por las relaciones de cariño y dominio que se establecen entre seres marginados que se encuentran y desencuentran. Stoker es por fin su gran investigación sobre la familia: la tesis a demostrar es que los lazos perversos tienen un componente hereditario, que la chaladura puede brotar de un momento a otro y que es difícil huir de unos instintos asesinos marcados genéticamente. Stoker es el viaje interno que realiza una adolescente hasta encontrar su verdadero 'yo', una identidad más tenebrosa de la que podía esperar en un primer momento. Chan-Wook espera con delectación a que la cría de dinosaurio salga del cascarón y asiste a la eclosión de la bestia con distancia, un tono pausado, una narración gélida y un estudiado envoltorio estético, muchísimo más refinado, igual de lánguido pero menos barroco que en anteriores ocasiones. Por su hieratismo formal y por su excesiva dependencia del 'giro final' - giro que, todo sea dicho, una vez se produce dista de ser tan espectacular e imprevisible como prometía -, Stoker termina ahogada en su ambigüedad, encapsulada en un mundo de rencillas que apenas se intuyen, perdida en unos personajes tan esquivos como poco interesantes. Stoker tiene un interesante tema de base, guarda una notable relación con las preocupaciones de su autor y sigue fiel al sello visual de su artífice, pero en esta ocasión no me siento afectado por el tremendismo y la supuesta perversión de su historia. Chan-Wook ha hecho una película sugerente, de extraña atmósfera y belleza, pero ha fallado a la hora de llevar su óptica desbocada al cine de terror más sosegado: a medida que el animal va mostrando su veneno, Chan-Wook pierde facultades y opta por recursos dudosos como el manido flashback y una escena telefilmesca a pie de escalera que no podemos desvelar a riesgo de spoiler. El tiempo dirá si estamos ante un nuevo camino en la filmografía del maestro asiático, pero de momento queda un salto a la meca del cine estadounidense con demasiada filigrana visual y poco contenido.


Para amantes de estampas ligeramente perversas.
Lo mejor: La mirada encolerizada de Wasikowska.
Lo peor: El tono de culebrón de su tramo final

Nota: 5'5

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