La mula llega a los cines después de protagonizar uno de los culebrones más sonados del reciente cine español. Los problemas para terminar el rodaje, los desacuerdos económicos de las distintas partes implicadas, la 'no firma' del director Michael Radford con respecto el material filmado, los problemas de montaje por la calidad de algunos fotogramas a la hora de elaborar la versión final y el estreno en salas con la banda de película maldita a sus espaldas son datos conocidos por todos. La cuestión es si como espectadores podemos desentendernos de todos estos antecedentes y disfrutar de la película, y a la vez de si el film puede resistir a su fatídica leyenda y encontrar su lugar tanto en la cinematografía como en la temática en las que se incluye. Afortunadamente, La mula propone una visión pícara y alegre de la Guerra Civil, una fórmula poco explotada que sorprende y convence. A la lista de sorpresas se suma la mayoría de edad como actor que alcanza a cada plano Mario Casas, así como el buen rendimiento de sus compañeros Secun de la Rosa y María Valverde. La mula es entretenida, tiene buenos diálogos, cuenta con algunas escenas divertidas y en general lleva al espectador a una arcadia bélico-amorosa más que entrañable. Pero en lo personal no puedo evitar pensar en la película que La mula pudo ser y no ha sido, o en la propuesta que Radford tenía entre manos y que ahora se ha ensamblado y maquillado bajo mínimos. La mula, más que una obra, es la intuición de una obra, el diamante en bruto al que le falta pulimento. La esencia, intuímos, perdura, pero sus baches y parches son tan numerosos y evidentes que todo el metraje acaba afectado por muerte prematura: algunos secundarios aparecen y desaparecen sin explicaciones, muchos planos son ángulos que saben a descartes de un título mayor y el juego de tiempos directamente es asesinado en esta improvisada versión. Las anécdotas se las llevará el tiempo, y a menor velocidad pero igual de implacable también acabará con La mula, anécdota para cinéfilos que nunca debió pasar de una edición en dvd para mitómanos. El gran damnificado es Mario Casas, que ha perdido la posibilidad de que una gran mayoría tome en serio su trabajo; de rebote, todo el equipo del film; y con ellos, el cine español en general, al perder un más que posible y ya utópico título de referencia y posible tirón comercial dentro y fuera de nuestras fronteras. Todo, por desgracia, muy acorde con el momento social y vital que vive tanto España como su ficción ahogada por la subida del IVA.
Para empollones del anecdotario cinematográfico.
Lo mejor: No es un chiste: Mario Casas.
Lo peor: Saber que detrás del film había mucho más.
Nota: 5'5
Lo mejor: No es un chiste: Mario Casas.
Lo peor: Saber que detrás del film había mucho más.
Nota: 5'5
Pues con tu comentario de 'lo mejor' creo que queda todo dicho para una película (una vez más) ambientada en la Guerra Civil (#marcaEspaña??)
ResponderEliminar