Gracia Querejeta ha dedicado 15 años y un día a su padre y el azar ha querido que el productor Elías Querejeta muriese coincidiendo con el estreno del film en salas. El homenaje tenía que producirse tarde o temprano, tanto por la importancia que ha tenido Elías en la vida y en la obra de su hija como por la eterna preocupación de Gracia por la ausencia del padre y todos los desórdenes familiares que derivan de este hecho en sus ficciones. 15 años y un día demuestra una vez más la pericia de su autora a la hora de escribir diálogos de vocación lírica y momentos dramáticos destacables, y pese a esto nunca habíamos estado tan lejos de la 'obra definitiva', el gran drama de Querejeta. El film parte de una premisa interesante, cuenta con personajes ricos en matices y sabe aprovechar la potencia de sus clímax, pero el conjunto carece de ser sólido y sobre todo sincero. 15 años y un día es un cine formulario que quiere trascender el cliché y no siempre lo consigue, con fallos flagrantes que afean la maquinaria interna del relato como la opción del flashback final a modo de parche para esclarecer el caso. A Querejeta siempre se le puede poner en duda la veracidad de sus películas, ya que estas parecen nacer de una necesidad personal y no de una verdadera preocupación social, algo peligroso si como es el caso las pesquisas del narrador van encaminadas hacia el terreno del cine costumbrista. Héctor, pese a todo, tenía una poesía interna destacable, Cuando vuelvas a mi lado estaba contada con solvencia y Siete mesas de billar francés quedaba eclipsada por el recital interpretativo de sus actrices. 15 años y un día no me la creo, o la creo en menor medida que sus compañeras de filmografía, ya sea por repetición de fórmula o por agotamiento de la misma. Incluso en las escenas más desgarradoras no puedo evitar pensar que esos personajes no pueden hablar de la forma en que lo hacen y de que el tono amable que recorre transversalmente la historia es casi una estrategia para pasar de puntillas por temas más jugosos, también más difíciles de filmar. En breve sabremos si el factor Querejeta anima a los académicos a defender de nuevo 15 años y un día, tal y como sucedió en el pasado Festival de Málaga. De momento, puedo decir que el film me gusta y que la gente sale emocionada de la sesión, pero también es evidente que poniendo sobre la mesa todo el cine de Gracia Querejeta estamos ante una obra menor y conservadora.
Para los que saben que la familia es una caja de sorpresas y de historias.
Lo mejor: Ver en pantalla a Tito Valderde y a Belén López, actorazos desaprovechados.
Lo peor: Querejeta ya ha hecho esta película, y con mejores resultados.
Nota: 6
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