Tras Ander, el cine vasco vuelve a marcarse otro tanto. Por qué 80 egunean, una película pequeña con mucho encanto, no llegó a tener la presencia merecida ni fue reivindicada como debía dice más bien poco de la cultura de este país. Mejor no pensar que la temática o quizás la realidad idiomática del film le impidió proyectarse y competir junto a otros títulos seguramente inferiores. Ander ya sufrió algo parecido al ver su estreno vetado entre nosotros mientras coleccionaba fantásticas reseñas en Francia. 80 egunean, aunque tuvo un poco más de suerte al estrenarse comercialmente el pasado 2010, hay que reivindicarla. Es una historia que parte de la anécdota para describir a toda una generación. Un film que propone una visión novedosa de la España supersticiosa, atada a la religión, preocupada por las convenciones y el qué dirán; y en contraposición, del relevo generacional con jóvenes más libres, sin menos ideas preconcebidas, en un claro éxodo del pueblo a la ciudad. 80 egunean es la historia de Axun, una mujer que no soporta la idea de que su yerno, tras sufrir un accidente de tráfico, esté solo en el hospital de la capital. Axun viaja hasta San Sebastián para hacer 'lo que debe hacer' (pese a no contar con el apoyo de su hija), y al encontrarse con Maite, la mejor amiga de su infancia, sucumbirá a 'lo que quiere hacer' (pese a contar con la hostilidad de su marido, fuera de lugar al no tener a Axun a su entera disposición las veinticuatro horas del día). El film es la crónica de esos ochenta días en los que Axun descubrirá un nuevo mundo, se permitirá la posibilidad de vivir otra vida e incluso llegará a imaginar otro futuro más allá de su caserío y sus trabajos en el campo y en la cocina. Una historia sobre la libertad de esa mujer anciana que sin el peso de los hijos, sin más ataduras que lo tomado por costumbre y con la perspectiva de la edad ('los ancianos somos más niños', dice Maite) se atreve a poner patas arriba su pequeño gran universo. También la historia de otra mujer, la otra cara de la moneda, que luchó desde el principio en un tiempo en el que la mujer independiente, soltera y sin hijos estaba mal vista. Una película más profunda de lo que parece, bien escrita, totalmente creible y fresca gracias a las grandes interpretaciones de sus actrices. Los Goya no se acordaron de ella y sucesos como el de La soledad parece que solo tienen lugar cada muchos años. Nunca es tarde si, como es el caso, la película es buena: alimenten su cinefilia comprando o descargando esta pequeña joyita de amistad y amor femenino.
Nota: 7
La recuerdo de cabo a rabo... es la primera película en euskera que vi en el cine. Una magnífica historia de amor (en todos los sentidos) entre dos mujeres, donde como debe ser (y debería ser siempre), no importa ni la edad ni el sexo.
ResponderEliminarPelículas como esta demuestran para mí, que en este país cuando se quiere se hace un muy buen cine.