El cineasta Lasse Hallström vuelve a su Suecia natal con El hipnotista, adaptación como rige la moda de un best seller nórdico con actores tan reputados como Lena Olin y Mikael Persbrandt. La película pudo verse en el pasado Festival de San Sebastián y fue la seleccionada para representar a su país en los Oscar, un dato curioso si tenemos en cuenta que en los Guldbagge, los Goya suecos, el film ha sido totalmente ninguneado. Tras muchos demoras en el calendario, algo escandalosamente habitual entre nosotros, parece que en España podremos verla en los cines este verano, quién sabe si con la intención por parte de los distribuidores de fundir el calor español con esta trama de homicidios e hipnosis muy del gusto de la tierra del difunto Larsson. Pese al apetitoso plantel de intérpretes, el innegable currículum de su responsable y la solvencia del cine sueco por crear thrillers tan oscuros como entretenidos, El hipnotista esconde un telefilm bastante anodino con escaso o nulo interés. El esquema se repite con una apuesta visual oscura pero también monocromática. Lo más destacado es su incapacidad por trasladar a la narrativa del cine las complejidades del libro de base: al ver la película los parches de guion, las incongruencias temporales y el subrayado de ciertas situaciones frente a la veloz exposición de otras se hacen evidentes incluso para los que desconocen la historia original del escritor. Con estas pesquisas, las estiradas dos horas de metraje acaban siendo un cajón de sastre lleno de clichés y giros narrativos que no convencen. En Los hombres que no amaban a las mujeres existía el poso de cierto desencanto hacia una sociedad acomodada en cuya aparente perfección se escondían terribles realidades y secretos. En El hipnotista están los ingredientes adecuados, pero combinados de la forma más desatinada. Sin el corazón venenoso de la trilogía Millenium y alrededores, El hipnotista, pese a su atmófera de leve desconcierto, ni quita el sueño ni permite entonar una reflexión sobre la Suecia que habita debajo de la capa del hielo de la aparente perfección. No será la última vez que volvamos a citar la nueva ola de cine negro escandinavo, pero debería preocuparnos el hecho de que la sombra de Larsson sea tan alargada y de que nadie haya superado la complejidad del 'personaje-icono' que encarna Lisbeth Salander, aquí imitado con un asesino que mata a golpe de cuchillo de forma aparatosa y disparatada.
Para adictos a la negrura de nuestros vecinos del norte.
Lo mejor: La resolución formal de momentos como el crimen inicial o el hundimiento del autobús.
Lo peor: No supera a sus compañeras de género.
Nota: 5
Una adaptación horrible del libro...
ResponderEliminarA mí me pareció una historia muy interesante. Me encantan las pelícuas y series de hipnosis, ya que contienen mucho misterio, y la forma en que se va resolviendo todo, te mantiene atento en todo momento.
ResponderEliminar