lunes, 18 de marzo de 2013

Crítica de STORAGE 24, de Johannes Roberts

Ya hemos perdido la cuenta de cuántos fines del mundo, invasiones alienígenas y ataques de origen desconocido han aterrado en las grandes pantallas en los últimos años. La necesidad de contar la situación de pesimismo actual sirviéndose del gran potencial del género fantástico y de un presupuesto ajustadísimo es la tónica habitual de sinfín de títulos. Lo que pide el fan es unos mínimos de originalidad, una pequeña variación del esquema habitual. Eso fue precisamente lo que dio Aftershock en el pasado Festival de Sitges, y es también aquello que no consiguió ofrecer otra de las cintas proyectadas en el mismo certamen fuera de la selección oficial: Storage 24. La película sucede en una nave de almacenaje mientras en el exterior unos extraños cuerpos venidos del cielo están acabando con todo lo que conocemos. En ese contexto, la película toma a un personaje totalmente alienado que se plantea como único objetivo volver con la novia que le ha dejado, eso hasta que la presencia del monstruo pase a un primer plano y los instintos de supervivencia afloren en todos los personajes. La pena es que no hay variación, mutación, alteración o sorpresa en el camino que ha previsto el director para su historia ni en las expectativas que se hace su audiencia nada más empezar la sesión. No molesta su lado cutre, que su sangre sea descaradamente mermelada de frambuesa o que todo su potencial terrorífico esté en subir el volumen de unos ruidos fabricados en la sala de montaje, sino lo llana y previsible que resulta para conocidos y extraños del cine destroyer. Porque se intuye a leguas cómo se resolverá el lío amoroso del inicio. Porque dan ganas de que el monstruo acabe exterminando la nadería de los personajes. Y porque como demuestra la notable Aftershock en el cine, más si cabe en el de terror, más vale maña que fuerza. Storage 24 la hemos visto sin verla, la conocemos sin saber de su existencia, sabemos su final antes incluso de presentar sus credenciales. Películas que fuera de la vorágine de un festival quedan deshinchadas y descontextualizadas. Totalmente prescindible.


Para devoradores compulsivos del cine fantástico.
Lo mejor: El personaje que habita el almacén pide a gritos una película propia.
Lo peor: No saca potencial al monstruo.

Nota: 4

1 comentario:

  1. Pues nada, la dejaremos para una sesión de madrugada cuándo alguna cadena quiera emitirla...

    Un abrazo ;)

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