1. ¡Rompe Ralph! es una de las cintas más curiosas de la nueva hornada del cine de animación. Rich Moore, su director, pone su amor a los videojuegos al servicio de una trama original diseñada como un pastel para los más pequeños y sobre todo como un absoluto gozo y guiño a aquellos treinteañeros que todavía conservan su Game Boy en blanco y negro y que ahora se divierten con la famosa Nintendo Wii. En este sentido, la construcción de personajes, salvando las distancias, no se aleja demasiado de la novedad que supuso a mitad de los noventa Toy Story: la película encuentra un filón en la mezcla de personajes de juegos diversos y respeta los movimientos reducidos de los primeros dibujos 'analógicos', mostrando al mismo tiempo la mayor complejidad y definición de otros juegos de la actualidad. La película, por lo tanto, puede entenderse como un ameno recorrido por la arqueología de las consolas: Ralph, un ser que se dedica a destruir un edificio en un modelo de los 80, viaja hasta las pantallas de Call of Duty para reivindicar su lugar en la oferta del salón recreativo donde se ofrece su juego.
2. Moore, en definitiva, realiza un ejercicio no demasiado alejado del construido por Lasseter casi dos décadas atrás: toma personajes ya definidos y existentes respetando su personalidad, homenajeándolos por un lado y creando una nueva historia por otro, por lo que tanto esta como la película emblema de Pixar son dos ficciones modernas sobre la modernidad (y lo que ello implica: habla del inexorable paso del tiempo, los cambios en las formas de consumo y ocio de los últimos años, etc.) y al mismo tiempo un juego de juegos o una ficción (ya marcada) dentro de otra ficción (inventada), dando un producto que siendo un revival es ante todo genuino. ¡Rompe Ralph!, en definitiva, merece ser considerado como parte importante del nuevo y honroso cine animado familiar que piensa también en los adultos y que alcanza una cima técnica al mezclar texturas: simbólicamente en el film conviven la simplicidad de los fantasmas del PacMac de antaño con los píxeles de los héroes de las franquicias más recientes.
3. Todo lo dicho queda enmarcado en otro relato: la discusión sobre el papel de 'los antihéroes' y las ideas preconcebidas en torno a los distintos villanos. Ralph, ser no humano, conquista la vida y lucha por defender su parcela en el submundo de seres ficticios en el que habita: es súmamente divertida la apuesta del director por iniciar la trama en una especie de terapia de grupo donde los distintos malos míticos cuentan sus penas y reivindican su espacio en el reconocimiento e imaginario colectivo donde solo figuran los nombres de los 'héroes'. En este apartado, ¡Rompe Ralph! es una interesante vuelta de tuerca al estudio del malo: no es la primera vez que la narración se pone en boca y toma partido por las distintas némesis - dato curioso en un año dominado por el cine de animación gótico o nada inocente: ¡Piratas!, Frankenweenie, El alucinante mundo de Norman, etc. -, pero sí es interesante destacar que el film de Moore es uno de los pocos que utiliza esa premisa como soporte de diversión sin cortapisas y al mismo tiempo como idea de una reflexión complejísima, dirigida, obviamente, a las audiencias más adultas. De hecho, el film forma parte de la mejor animación contemporánea que tiene su base en la perversión de modelos: recordemos, por ejemplo, Monstruos S.A., donde los monstruos eran los buenos de la función en contra de la tónica habitual.
4. Tal vez por su solidez como estudio del 'malo' en sus distintas paletas de colores, posibilidades y matices, ¡Rompe Ralph! no termina de ser una apuesta redonda: sobran, vaya, todos sus chistes dialécticos y alguna subtrama innecesaria como la que pretende unir la ruda agente armada con el ingenuo Repara-Félix Júnior. Sobre todo falla en su tramo final, donde la abstracción de su mensaje cede inevitablemente al subrayado infantil: la película crea sin necedidad un malo propio, una reina de corazones muy particular, y la revelación de ese malvado inesperado acaba alterando toda la película hasta culminar en una resolución bastante obvia, olvidando la amargura existencial que encierra la niña que por imposiciones externas no puede salir de su juego y está condenada a morir. En ¡Rompe Ralph!, en definitiva, conviven discursos serios y lúdicos, pero estos no se suceden de forma equilibrada. Ello hace que el film diste de ser una obra maestra, distinción que sí tienen las citadas Toy Story y en menor medida Monstruos S.A. Y aún así solo el hecho de tocar tantas teclas con tanto descaro e inteligencia hace de ¡Rompe Ralph! una de las propuestas animadas más estimulantes de reciente estreno.
Para niños ya creciditos que se criaron entre consolas
Lo mejor: La carga de su mensaje, a la altura de alguien como Rich Moore (responsable de series como Los Simpson y Futurama).
Lo peor: Algunas florituras de más, aunque imaginamos que ineludibles para atraer a los pequeños de la casa.
Nota: 6'5
Nota: 6'5
Estas historias me encantan, en el caso de ¡Rompe Ralph! puedo decir que es una película de animación divertida, muy bien interpretada, con una soberbia animación y banda sonora, y con mucho humor, acción y emoción. No deben perdérsela.
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